Sobre Alemania y Europa
Significativos pero catastr¨®ficos son los resultados electorales que advierten un fuerte avance de los partidos ultranacionalistas en Francia y Alemania. Esto debe hacemos tomar conciencia que es ¨¦ste el principal problema actual. Desde la creaci¨®n del imperio federal en 1871, Alemania ha sido de hecho la naci¨®n soberana m¨¢s poblada y poderosa de Europa. Con frecuencia, su cultura ha alcanzado las m¨¢s altas cotas mundiales de creatividad en el campo de las ciencias naturales y sociales, banca, direcci¨®n de empresas, comercio internacional y m¨²sica. Su tecnolog¨ªa, medicina, literatura y m¨²sica han servido de modelos para todo el centro y este de Europa durante el ¨²ltimo siglo y medio. Al mismo tiempo, sin embargo, las ambiciones militares de sus gobernantes imperiales fueron el factor m¨¢s importante para el estallido de - la I Guerra Mundial (1914-1918), y la locura racista-imperialista nazi condujo a Alemania directamente a la II Guerra Mundial (1939-1945).No resulta sorprendente, por tanto, que los pa¨ªses vecinos la hayan contemplado con una mezcla de admiraci¨®n, envidia y temor. En el presente art¨ªculo me gustar¨ªa se?alar la fortaleza y la debilidad del modelo alem¨¢n y tratar de anticipar c¨®mo ser¨¢ a largo plazo la naturaleza de la relaci¨®n entre Alemania y sus socios europeos. La principal fuerza de Alemania se deriva de la mezcla entre capitalismo paternalista y seguridad social, conocida ahora como filosof¨ªa social de mercado pero caracter¨ªstica siempre constante en sus actuaciones desde 1870. Por capitalismo paternalista entiendo que, por un lado, el sector privado realiza sus propias inversiones y decisiones organizativas -como hacen los capitalistas norteamericanos, brit¨¢nicos o franceses-, pero tambi¨¦n que, por otra parte, los sucesivos Gobiernos alemanes dedican mucha m¨¢s atenci¨®n y dinero a la investigaci¨®n cient¨ªfica, subvenciones a la empresa privada y problemas ecol¨®gicos (empezando por el control de los recursos forestales e hidr¨¢ulicos) que los Gobiernos del resto de las potencias capitalistas occidentales.
Adem¨¢s, iniciado por el autoritario y conservador canciller Bismark, el imperio alem¨¢n cre¨® el primer sistema de seguridad social para la clase trabajadora industrial, as¨ª como las primeras pensiones de vejez y cuidados m¨¦dicos m¨ªnimos para la poblaci¨®n en general. Esta pol¨ªtica fue continuada por la Rep¨²blica de Weimar, la dictadura nazi, los Gobiernos democristianos y socialdem¨®cratas de la rep¨²blica alemana del Oeste y, dentro de su menor capacidad econ¨®mica, los Gobiernos sat¨¦lites de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de la reci¨¦n llorada rep¨²blica democr¨¢tica de Alemania del Este. Se podr¨ªa decir, por tanto, que el r¨¦gimen de seguridad social es una tradici¨®n firmemente establecida por todos los Gobiernos alemanes, y que el capitalismo paternalista es tambi¨¦n una tradici¨®n universal, excepto para la Alemania del Este durante las d¨¦cadas del "socialismo real".
Hay otros rasgos importantes que nos muestran la potencia econ¨®mica y la estabilidad social de Alemania. Uno es la tradici¨®n descentralizadora, caracter¨ªstica del imperio, as¨ª como de las rep¨²blicas de Weimar y de Bonn y no enteramente suprimida por los nazis en sus 12 a?os de mandato. Otro es el cuidadoso control de la inflaci¨®n, derivado tanto de los h¨¢bitos sociales alemanes como de la desastrosa experiencia inflacionista que sigui¨® a la I Guerra Mundial. Un tercer factor es el sistema educativo, que combina la formaci¨®n profesional de la poblaci¨®n adolescente en general con un nivel intelectual extremadamente riguroso en las universidades para aquellos que se encaminan hacia las profesiones liberales y la Administraci¨®n p¨²blica.
Desafortunadamente, los logros econ¨®micos y culturales alemanes a menudo van acompa?ados por la exaltaci¨®n de la fuerza y por una total insensibilidad hacia los sentimientos nacionales de sus vecinos. La unificaci¨®n comenz¨® con la repentina invasi¨®n de la inofensiva Dinamarca en 1864; se complet¨® con la humillaci¨®n de Francia en 1871, y el nuevo imperio federal fue proclamado, no en Berl¨ªn, sino en el Sal¨®n de los Espejos del palacio de Versalles. Durante las dos guerras mundiales los alemanes ocuparon amplios territorios de otros pa¨ªses. Aquellos sectores de la poblaci¨®n que aceptaban y a menudo colaboraban con la ocupaci¨®n fueron tratados con patente condescendencia; sin embargo, a los que se opon¨ªan se les trataba como a proscritos en su propio pa¨ªs. Los jud¨ªos y eslavos eran considerados autom¨¢ticamente como inferiores antes del ascenso de Hitler al poder, y fueron exterminados de manera sistem¨¢tica durante
Actualmente toda Europa -no s¨®lo Alemania- est¨¢ infestada de renovadas olas de xenofobia y racismo, pero las mayor¨ªas, en todos los pa¨ªses, est¨¢n comprometidas con la democracia pol¨ªtica y los derechos humanos. Salvo que se cayera en una depresi¨®n mundial prolongada y catastr¨®fica, resultar¨ªa de lo m¨¢s inveros¨ªmil que los agresivos movimientos militaristas consiguieran de nuevo el apoyo mayoritario que tuvieron en Europa en los a?os treinta.
Por lo que respecta a las d¨¦cadas venideras, Alemania seguir¨¢ siendo indudablemente el elemento m¨¢s fuerte en una Europa r¨¢pidamente cambiante. A los 12 miembros que hoy forman la Comunidad se unir¨¢n seguramente dentro de pocos a?os Austria, Suiza y Suecia, y m¨¢s tarde Checoslovaquia, Croacia, Eslovenia, Polonia y los pa¨ªses b¨¢lticos. Asumiendo que contin¨²en la paz general y la pujanza de la econom¨ªa de mercado y de la democracia pol¨ªtica, pa¨ªses tales como Rumania, Bulgaria, Ucrania, Bielorrusia y Rusia ser¨¢n miembros tambi¨¦n, probablemente, de aqu¨ª a 30 o 40 a?os.
Prescindiendo de los miembros y calendario concretos, todos estos cambios incrementar¨¢n la importancia relativa de Alemania. A pesar de las amargas experiencias de las dos guerras mundiales, los pa¨ªses del antiguo Pacto de Varsovia y los Estados sucesores de la difunta Uni¨®n Sovi¨¦tica est¨¢n ansiosos por atraer las inversiones y la ayuda t¨¦cnica germanas. Alemania misma, milagrosamente librada del Ej¨¦rcito R¨¦jo por decisi¨®n de Mija¨ªl Gorbachov, est¨¢ feliz de pagar los costes principales de repatriaci¨®n de las fuerzas de ocupaci¨®n sovi¨¦ticas. La privatizaci¨®n de la industria de la Alemania del Este y la limpieza ecol¨®gica de la antigua RDA est¨¢ costando m¨¢s de lo que esperaban los alema
nes en el momento de la reunificaci¨®n, pero est¨¢n actuando r¨¢pidamente y se va a obtener un importante acopio de experiencia, aplicable a problemas similares del mundo ex sovi¨¦tico. Entretanto, estos costes econ¨®micos est¨¢n causando una tasa de inflaci¨®n (alrededor del 5%) m¨¢s alta que la que ha caracterizado a Alemania desde el desastroso a?o de 1923, y la apertura de los ficheros de la polic¨ªa secreta de Alemania del Este (la famosa Stasi) ha a?adido a la antigua verg¨¹enza de la bestialidad nazi la de mostrar una sociedad de sicofantes delatores.
Para terminar, me gustar¨ªa sugerir las condiciones razonablemente factibles bajo las cuales pueda darse con ¨¦xito la construcci¨®n de la creciente Comunidad Europea. El Reino Unido, Francia y los pa¨ªses mediterr¨¢neos podr¨ªan aprender mucho de los serios m¨¦todos bancarios y de la forma descentralizada, aunque autodisciplinada, en la que se toman las m¨¢s importantes decisiones econ¨®micas en Alemania. Tambi¨¦n podr¨ªan aprender mucho del sistema educativo alem¨¢n y de la pol¨ªtica ecol¨®gica y de investigaci¨®n cient¨ªfica de los I?nder y de los gobiernos municipales que las ponen en pr¨¢ctica.
Los alemanes deben aprender, en lo m¨¢s profundo de su coraz¨®n, a pensar en los latinos, eslavos, jud¨ªos y norteafricanos como seres humanos con las mismas capacidades y derechos que ellos. Ambas tareas precisar¨¢n de un gran y paciente es, fuerzo, pero la apuesta seguramente merece la pena: la oportunidad hist¨®rica de crear una Europa pr¨®spera, unida y en paz, abierta tanto a sus vecinos ex comunistas del Este como a los musulmanes del norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.