"No cuentes conmigo"
Los atascos han convertido Madrid en la ciudad ideal para perder amigos
?Se vive con 500.000 pesetas al mes mejor en Madrid que en ?vila o Albacete? El dinero da m¨¢s de s¨ª en provincias, aunque a la hora de elegir residencia son muchos los factores que intervienen. Una conclusi¨®n ineludible es que en Madrid la mayor¨ªa de la gente pasa sin ir al cine, museos o conciertos semanas y hasta meses. Otra: es m¨¢s f¨¢cil perder amigos en Madrid que en ning¨²n otro sitio. Los atascos tienen la culpa. Adem¨¢s, las estad¨ªsticas demuestran que el n¨²mero de madrile?os decrece cada a?o. Funcionarios, ejecutivos, m¨¦dicos, co rios y camareros de la capital id¨¦ntico sueldo argumentan las razones que les llevan a vivir en Madrid o en otras ciudades.?ngel P¨¦rez, camarero del hotel Convenci¨®n, no ve a sus amigos de toda la vida desde hace cinco a?os. La distancia y la rutina tienen la culpa. ?ngel vive en Parla y entre sus h¨¢bitos se cuentan la cerveza de las cuatro con los compas y la lectura del Marca a las ocho. Tampoco la vida de su colega Juli¨¢n Gonz¨¢lez, camarero del parador de ?vila, se parece a la de Indiana Jones. Ambos procuran veranear en casa de sus parientes -"lo m¨¢s barato"-, pertenecen a CC OO -"lo m¨¢s sensato"-, ganan unas 110.000 pesetas, est¨¢n casados, tienen hijos y se aburren. Uno tarda dos minutos andando desde su cama a la barra del parador de ?vila y el otro emplea una hora en llegar al hotel Convenci¨®n. Si coge su coche, el de Parla tarda lo mismo que en autob¨²s y s¨®lo encuentra aparcamiento enfrente del pirul¨ª, a medio kil¨®metro del hotel.
Dos o tres veces al a?o, el camarero del hotel Convenci¨®n se permite una cana al aire: la mujer viene con los dos ni?os desde Parla, lo recoge en el hotel y se dan una vuelta por el Retiro. Ni f¨²tbol ni toros ni cine. Una partidita de frontenis con sus colegas del hotel el lunes, o el martes que es cuando libra, suponen sus ¨²nicos lujos en la semana.
El del parador conoce a todo el mundo en ?vila. El paseo dominguero lo podr¨ªa hacer con los ojos cerrados: del Rastro, hasta el mes¨®n del jam¨®n, con la mujer y los ni?os, y vuelta a casa, andando o en el 124 de segunda mano. Echa de menos el ambiente nocturno -"A las diez est¨¢ todo cerrado"- y cree que la vida all¨ª es cara. "Por eso cuando voy a Salamanca me traigo el coche lleno de comida".
Los funcionarios
No es el caso de Carmen. Ella no tiene tiempo de aburrirse. Cada ma?ana salta de la cama alrededor de las siete. Si mira por la ventana de la sala, se da de bruces con un edificio de siete plantas. Durante los 45 minutos largos que le lleva acercarse hasta las dependencias del Ministerio de Asuntos Sociales, Carmen Torralbo, de 35 a?os, madrile?a, empieza a cabrearse. En unos d¨ªas llegar¨¢ el recibo del alquiler de la casa: 90.000 pesetas, a las hay que sumar gastos de luz, agua, tel¨¦fono y gas. En total, el sueldo ¨ªntegro de su marido. Tiene plus de productividad y trabaja por la tarde. De vuelta a casa lo normal es que el atasco sea mayor, pero estos d¨ªas ni siquiera se lleva el coche. Vive cerca de la Plaza de toros de Las Ventas y hay corridas lo que supone que no hay aparcamiento Posible. Ya en el barrio, hace unas compras antes de subir al pisito. Luego sigue el trabajo: la cena y preparar una oposici¨®n. Nunca se acuesta antes de las doce. "Constantemente me planteo el cambio de ciudad".
Una compa?era y amiga suya, Eva Gim¨¦nez, madrile?a de hasta tres generaciones, ya se traslad¨®. Lo decidi¨® al despu¨¦s de unas vacaciones de verano. Conseguir el cambio fue f¨¢cil. Ella y su familia llevan 17 meses en Oviedo.
No es que en la capital riojana sea todo m¨¢s barato, desde la ventana de su despacho Eva divisa la cima del Naranco. Cuando sale a las tres, tiempo para el ocio. "Me dedico a mis hijos, de 11 y 8 a?os", monto en bicicleta, cocino..."
No tarda m¨¢s de 15 minutos en llegar a la puerta del adosado: de su propiedad, situado en pleno campo (a seis k¨ªl¨®metros de Oviedo). Ha olvidado lo que estr¨¦s. A veces echa de menos Madrid, pero no por sus cines -"Ya he visto Los reyes del Mambo"- o sus teatros. Tiene mono del ruido de las sirenas: Cuando se siente as¨ª, vuelve casa a pasar un fin de serna.
Tambi¨¦n F¨¦lix Alonso, comisario de polic¨ªa en Madrid, y Atilano S¨¢nchez, en M¨¢laga, se conocen. Empezaron juntos la carrera hace 20 a?os. Ahora, ambos pasan de los cuarenta pueden considerarse triunfadores, aunque se pasen la vida encerrados en el despacho. Sus sueldos rondan las 300.000 pesetas. Ambos est¨¢n casados y tienen dos hijos.
Quiz¨¢ como excepci¨®r puede concluir que el estre: es el comisario de provino Vive en una ciudad m¨¢s peqi -600.000 habitantes-, va dando a la comisar¨ªa y coir mayor parte de los d¨ªas en pero, adem¨¢s de los delitos camente urbanos, su tral consiste en desentra?ar las r de la mafia turca y detener a ficantes de armas.
Ciudades y servicios
Cada tarde, cuando sale de su despacho, el comisario malague?o pasea para desentumecer cabeza. "Me gustan las ciudades que ofrezcan una amplia gama de servicios, aunque luego no los utilice", explica. Su amigo F¨¦lix, el comis madrile?o, vive m¨¢s a la ropea. Cada ma?ana, a las coge el tren, en el pueblo d sierra donde vive, y antes de gar a su despacho ya ha le¨ªdc peri¨®dicos. F¨¦lix Alonso ya si acostumbrado a encontrarse los calabozos con los herma Lorenzo, carteristas especial dos en la estaci¨®n Sur de autos ses, fichados m¨¢s de cien vecei lo mismo con El Chino o El Chico de la Moto, traficantes de hero¨ªna.
El tiempo que le deja libro trabajo lo aprovecha para vis el Centro de Arte Reina Sofl comprar discos de Bri Springsteen.
F¨¦l¨ªx nunca ha perdido de ta a sus amigos. Por eso eligi, pueblo para vivir. Y que cuenten con ¨¦l para lo contrario.
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