Prejuicios y confusiones sobre f¨¢rmacos y droga
1. Receto Rohipnol (un hipn¨®tico de la casa Roche) a un paciente, ex heroin¨®mano afectado de sida. Despu¨¦s de recorrer cinco (?5!) farmacias del centro de Barcelona y.de obtener unas vagas y ambiguas negativas, acompa?adas de las consiguientes miradas de desconfianza, desprecio O conmiseraci¨®n, logra la cajetilla a la sexta intentona. La receta, por supuesto, era del todo correcta.Morfina y terminales
2. Reproduzco parcialmente una carta al director: "Dolor y medicina. Por un mal azar algunos hombres nos vemos condenados a una vida de dolor y sufrimiento. En mi caso una lesi¨®n traum¨¢tica del nervio ci¨¢tico me produce dolores insufribles desde hace 15 meses; no los describir¨¦: basta saber que convierten mi vida en una tortura. Acud¨ª a los m¨¦dicos: traumat¨®logos, neur¨®logos, especialistas en dolor, etc¨¦tera... Siempre me recetaron analg¨¦sicos menores o me trataron con la t¨¦cnica del cateter epidural, sin afivio alguno.
Pero lo que resulta curioso e indignante es que en el arsenal curativo de la medicina existen los analg¨¦sicos mayores, en especial la morfina, de eficacia m¨¢s que comprobada en estos casos. Ocurre, sin embargo, que en la pr¨¢ctica, hoy es imposible conseguir un tratamiento con morfina, excepto en estado terminal. Ir¨®nicamente, los enfermos que tenemos la mala suerte de no sufrir una enfermedad terminal quedamos abocados sin necesidad al infierno en vida o al suicidio. Pablo Fern¨¢ndez Flores. Madrid".
3. Cada d¨ªa de consulta suelo o¨ªr, como tantos compa?eros psiquiatras, las siguientes quejas o exclamaciones por parte de mis pacientes: "Doctor, ?esto que me ha recetado es droga? Es que me lo han dicho en la farmacia"; o bien: "Doctor, el m¨¦dico del seguro no me quiere recetar -X. Dice que es droga". Por supuesto, tanto en un caso como en otro, se trata de sustancias perfectamente legales. Son f¨¢rmacos de reconocida eficacia, avalada por la mejor investigaci¨®n cient¨ªfica. Tambi¨¦n, ciertamente se conocen sus potenciales efectos indeseables.
Estos casos creo ejemplifican el drama cotidiano de miles de personas as¨ª como el clima de confusi¨®n reinante, basado en una irritante falsa moral, el miedo y los prejuicios de ciertos profesionales de la salud. Esta confusi¨®n parece ir en aumento y seorigina, al menos en parte, en la difusa y compleja delimitaci¨®n entre los conceptos de droga y f¨¢rmaco.
Est¨¢ claro que no existe ninguna sustancia que, por esencia, sea droga. S¨ª, en cambio, muchas sustancias naturales y artificiales, legales o prohibidas, comercializadas o no, pueden ser utilizadas y convertirse en drogas. Por supuesto, un buen n¨²mero de f¨¢rmacos son susceptibles de ser utilizados como drogas.Voluntad o dolencia?Cu¨¢l es pues la diferencia entre ambos conceptos? Se?alar¨¦ algunos de los puntos que parecen esenciales: el uso de la droga es, al menos inicialmente, voluntario; el f¨¢rmaco es prescrito. El uso del f¨¢rmaco obedece a la existencia previa de una dolencia / disfunci¨®n; la droga se toma con fines l¨²dicos, curiosidad, etc¨¦tera ... broga implica situaciones de abuso, efectos esp¨²reos, posible dependencia, esto es, de descontrol; f¨¢rmaco implica racionalidad de uso, conciencia y control de efectos indeseables, etc¨¦tera. F¨¢rmaco, finalmente, implica que la relaci¨®n beneficio / perjuicio es claramente favorable al primero mientras que droga implica lo contrario.
Parece que el gran demonio es la dependencia. Pero la dependencia no marca las diferencias, en contra de lo que mucha gente -incluso profesionales de la salud- cree. En cualquier caso no puede tomarse como ¨²nico y definitivo rasgo, distintivo. El diab¨¦tico depende de la insulina; muchos enfermos mentales dependen de ciertos f¨¢rmacos para preservar un fr¨¢gil equilibrio ps¨ªquico; miles de depresIvos dependen de las sales de litio as¨ª como millones de insomnes y angustiados dependen de las benzodiacepinas para relajarse y dormir; el infortunado autor de la carta al director depender¨ªasin duda (?si le dejaran!) de la morfina; etc¨¦tera, etc¨¦tera. ?Todos son drogadictos? Obviamente no. Son enfermos que han accedido a uno de los claros beneficios de la medicina occidental: la farmacopea.
No deflendo la frivolidad ni el abuso farmacol¨®gico. Pero el deber del m¨¦dico es el de curar o aliviar al enfermo. Si ello pasa por la prescripci¨®n de sustancias potencialmente peligrosas, su obligaci¨®n es conocerlas, informar al paciente y, con su conformidad, recetarlas. Debe ayudarle, sin juicios ni valoraciones personales, a cumplir su tratamiento.Confusi¨®n alarmanteComo ciudadano y como m¨¦dico no puedo, por tanto, dejar de denunciar lo que me parece una situaci¨®n de alarmante confusi¨®n, producto de la ignorancia, el miedo y la hipocres¨ªa. Los m¨¦dicos, farmac¨¦uticos y autoridades sanitarias no deben caer en la irracional demonizaci¨®n de ciertos f¨¢rmacos. Ciertamente, el primum non nocere es un principio b¨¢sico de la medicina. Pero est¨¢ siendo desnaturalizado por exceso y mojigater¨ªa. El pragmatismo del "mal menor" rige muchas de las decisiones del m¨¦dico. Si se otorga a ciertos f¨¢rmacos y a ciertas dependencias el estigma de mal absoluto, se cae en un grave error y en una flagrante injusticia.
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