Maastricht, o el sacrificio de los ciudadanos
El Tratado de Uni¨®n Europea tiene la lectura f¨¢cil de que representa el triunfo de los intereses de Gobiernos y empresas, pero perpet¨²a el sacrificio de las aspiraciones de los ciudadanos. El propio Parlamento Europeo, que prepara para el pr¨®ximo mi¨¦rcoles una declaraci¨®n solemne a favor de Maastricht, dio su dictamen favorable al tratado bajo la cr¨ªtica de que era mucho menos de lo esperado. Amenaz¨® incluso con bloquear la entrada de. otros pa¨ªses si no se resolv¨ªa antes el d¨¦ficit democr¨¢tico. Los eurodiputados exigen un verdadero poder legislativo, que en Maastricht se ve reducido a un m¨ªnimo anticipo.La uni¨®n europea queda en gran medida reducida a la cooperaci¨®n entre los Gobiernos, subordinada a la unanimidad, condici¨®n indispensable, por otra parte, de los Estados peque?os como Dinamarca para impedir verse difuminados por los grandes. El anuncio de que la futura Europa necesitar¨ªa un verdadero Gobierno en Bruselas desat¨® el p¨¢nico en Copenhague.
Pero lo que m¨¢s asust¨® a los daneses es que la carta social, un programa de m¨ªnimos del que quedan excluidos los brit¨¢nicos, suena como una amenaza a su sistema de protecci¨®n social y nivel de vida, muy superiores a la media. El otro factor de movilizaci¨®n contra Europa fue el escaso avance en materia de medio ambiente. "Todo ello explica en parte el no, mayoritario entre las mujeres", afirm¨® ayer un representante dan¨¦s en Bruselas.
Pol¨ªtica social
El fracaso de la pol¨ªtica social, el abandono de proyectos ambiciosos en favor de la protecci¨®n de los consumidores y otras renuncias han hecho prosperar la tesis de que en Maastricht no naci¨® la Europa de los ciudadanos -tesis. querida de Delors-, sino la Europa de las cumbres, las de los jefes de Gobierno y Estado. El ¨²nico avance se debe a la propuesta espa?ola de estatuto de ciudadan¨ªa europea, pero es precisamente el derecho a voto en elecciones municipales de un ciudadano de la CE fuera de su pa¨ªs de origen lo que m¨¢s problemas suscita en Francia, B¨¦lgica o Luxemburgo. .Y eso a pesar de que la reforma no entrar¨¢ en vigor m¨¢s que a partir de 1995 y con la posibilidad de excepci¨®n en los pa¨ªses en que plantee especiales problemas.
Como demuestra el refer¨¦ndum dan¨¦s, la,construcci¨®n europea es tambi¨¦n v¨ªctima del divorcio creciente entre opini¨®n p¨²blicay partidos o instituciones tradicionales. Las elecciones en B¨¦lgica, Francia o Italia son una muestra. Pero el defe cto en la CE cabe imput¨¢rselo al predominio del lenguaje y los usos tecnocr¨¢ticos. "Si la gente no sabe qu¨¦ es y para lo que sirve Europa, ?c¨®mo van a votarla?", se preguntaba un diplom¨¢tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.