Contra la prostituci¨®n y contra la pareja
9 de Mayo '92.- Queridos biznietos: era verdad que en los cimientos de la casa estaba enterrado... eso. ?Qu¨¦? Eso a lo que. segu¨ªan llamando amor, o sexo, si les gustaba m¨¢s a sus enterradores. Estaba aqu¨ª enterrado eso; y de ese entierro y esa muerte ven¨ªa toda la fuerza de Ellos, la fuerza que les serv¨ªa para arrasar costruyendo, para levantar este edificio de demencia que os dej¨¢bamos a vosotros, vilancitos, para sudar y penar en el derrumbe.Que algo de eso era lo que estaba pudri¨¦ndose entre las ra¨ªces iba yo descubri¨¦ndolo cada vez con m¨¢s clara herida, seg¨²n pasaba cada d¨ªa en vano, queriendo levant¨¢rseme los ojos hacia m¨¢s all¨¢ de esta ci¨¦naga de mi muerte, hacia vosotros, nubecillas irisadas, y seg¨²n iban subiendo m¨¢s y m¨¢s pacientes hasta este ¨²ltimo piso de la torre y me contaban sus historias. Era verdad lo que el padre Freud entreve¨ªa, sin saber nunca si maldecir, o si aprobar la cosa: que en la muerte del amor estaba fundada toda la instituci¨®n y desarrollo de la Industria, las Leyes, la Cultura. Y pensaba yo, criaturitas de mi nada, que, por m¨¢s que a vosotros, con los horrores del derrumbamiento, se os haya vuelto mucho m¨¢s clara la locura de lo que aqu¨ª vend¨ªan como Gobierno, la miseria de lo que aqu¨ª vend¨ªan como riqueza, la mentira de lo que aqu¨ª vend¨ªan como Ciencia, con todo, puede que todav¨ªa no hay¨¢is podido ahondar hasta las ra¨ªces y que sigan pululando entre vosotros, viditas, entre los escombros, restos de las istituciones que hab¨ªan servido para enterrar (o sublimar: ?qu¨¦ diablos m¨¢s da!) eso sin nombre, que serv¨ªan para seguirlo matando cada d¨ªa, porque a lo mejor no estaba del todo muerto:
As¨ª que por eso quer¨ªa yo... no daros consejo (nunca consejo de viejo, ?verdad, reto?os desmadrados?, nunca consejo de la esperiencia, que no puede ser m¨¢s que la confirmaci¨®n de la desgracia y la mentira de una vida), pero, como dec¨ªa don Antonio Machado que "tampoco es raz¨®n / desde?ar / consejo que es confesi¨®n", quer¨ªa contaros los estremos a que con eso del amor est¨¢bamos llegando en este mundo, para que, con el odio de ello, no consint¨¢is ning¨²n resabio de esta peste entre vosotros; que no pod¨¦is consentir, angelitos peludos, monitos pelones, ning¨²n tipo de prostituci¨®n ni de pareja; y que, si no, ya sab¨¦is que toda vuestra labor de clara negaci¨®n y borramiento de nuestra huellas va a servir de poco, y el edificio de la mentira volver¨¢ a reedificarse, porque volver¨¢ a sacar sus fuerzas de la muerte de eso que estaba en los cimientos y que no hab¨¦is desarraigado todav¨ªa.
Mirad, si no: aqu¨ª, con el progreso del Progreso, o sea el Desarrollo, la prostituci¨®n no s¨®lo no hab¨ªa desaparecido para nada, sino que cada vez se la manejaba con m¨¢s empe?o y se la convert¨ªa en una istituci¨®n m¨¢s normal y seria y respetable.
No era ya s¨®lo que el Capital tuviera en los tratos prostitutorios una de sus minas m¨¢s fecundas de recursos para moverse (ya tendr¨¦is noticia, si os ha quedado alg¨²n documento entre la basura: cadenas de saunas tailandesas, empresas de revistas y videos pornogr¨¢ficos o de servicios computerizados de contactos personales o de atenciones para Ejecutivos en Congresos, am¨¦n de las redes de trata al estilo m¨¢s arcaico), ni era s¨®lo que con ?l, como siempre y cada vez m¨¢s, el Estado sacara sus ping¨¹es ingresos de lo mismo y, con ello de paso, garant¨ªas de tranquilidad ciudadana y de seguridad; no, sino que todav¨ªa el empe?o creciente de Ellos era presentar la prostituci¨®n, en sus formas m¨¢s o menos disimuladas, como algo natural.
?Co?o!, en verdad, lo m¨¢s natural del mundo: pues ?no hab¨ªamos superado ya la era del Pecado, manejado por los Ejecutivos de Dios en otro tiempo? "No hay pecado, ni?a, en que te dejes retratar para pin-up de una revista, no, ni en que luego te dejes emplear, con todas las garant¨ªas de seriedad, pues claro, como acompa,fiante de Ejecutivos, con m¨¢s o menos posibilidades, s¨ª, hija, pero s¨®lo cuando t¨² lo quieres, a tu libre voluntad, ni tampoco, qu¨¦ monsergas, en que te emplees en un sal¨®n de relax, con opci¨®n de follaje con los clientes, claro, pero siempre con todas las garant¨ªas de selecci¨®n, higiene, discreci¨®n, y, ni?a, unos ingresos que r¨ªete t¨² del Salario M¨ªnimo."
Conciencia de cuerpo
Y as¨ª ven¨ªa a suceder que las propias putas declaradas hab¨ªan incorporado el mecanismo, y entre cegadas por fantasmas del puterio al estilo arcaico y enga?adas por la fe de sus clientes, ven¨ªan a tomar conciencia de cuerpo (ya pod¨¦is entender la locuci¨®n como os parezca, listillos de mis entrafias) y a reclamar ellas mismas el p¨²blico benepl¨¢cito del Estado y el Capital: legal reconocimiento de su profesi¨®n, como otra cualquiera, y garant¨ªas que limitaran su esplotaci¨®n, por medio de los oportunos Sindicatos, a las normas de esplotaci¨®n vigentes para los esplotados de las otras profesiones.?Pod¨¦is imaginar, pimpollos, una declaraci¨®n, con los hechos mismos, m¨¢s descarada de lo buena y lo indispensable que era la prostituci¨®n o venta de amor y sexo para el Estado-Capital en la forma m¨¢s avanzada de su dominio? Pues bien, amiguitos de mi sombra, ya sab¨¦is vosotros que, a falta de mejor criterio para descubrir las ra¨ªces de nuestros males, no hay m¨¢s que tomar como gu¨ªa al enemigo: lo que Ellos aprueben, condonen, istituyan y promocionen, ya os dice bastante lo que no pod¨¦is vosotros consentir, ni tomar como natural ni hostias, ni tratar con compasi¨®n ninguna.Y esto no quiere decir (?hac¨ªa falta que os lo aclarase?) que os est¨¦ proponiendo normas de conducta ni contra ley ninguna, como que no os vay¨¢is los s¨¢bados de putas, si es que las hay todav¨ªa ah¨ª entre los escombros, o que quem¨¦is las ¨²ltimas f¨¢bricas de videos, si alguna queda en marcha todav¨ªa. No, no tiene nada que ver: no hay aqu¨ª regla moral ninguna, no hay recetas; bien lo sab¨¦is, listos como el hambre que sois vosotros, que no hay m¨¢s moral que la pol¨ªtica del pueblo m m¨¢s cuento de vi da privada ya que valga.
No: lo que os quer¨ªa decir era s¨®lo esto: no dej¨¦is que se cierre jam¨¢s la herida, que no dej¨¦is que se olvide nunca que cualquier acto de prostituci¨®n es un crimen contra el pueblo, porque es un acto de sumisi¨®n y reconocimiento del Dinero, y ?qu¨¦ voy a deciros yo a vosotros?: ning¨²n resto de dinero puede quedar donde el pueblo viva. Y el amor, o eso que sea, era la ¨²ltima y primera de las mercanc¨ªas, y su venta estaba en las ra¨ªces mismas de la trampa: acaso pod¨ªais decir que todo acto de compraventa era un sost¨¦n y complemento de los actos directos de compraventa prostibularia. Pero ?basta ya por hoy de putas y de putos! Lo que s¨ª quer¨ªa recordaros es que, al mismo tiempo, no por distinta raz¨®n, sino por la misma (pues Dinero es mi alma, y el Alma de la Persona no otra cosa que dinero), no pod¨¦is consentir tampoco ning¨²n residuo de las istituciones conyugales, de eso que mayormente se llamaba Pareja entre nosotros.
Que eso era tambi¨¦n en nuestros d¨ªas muy bueno y provechoso para el Estado y Capital, apenas hace falta que os lo cuente: superando las viejas formas de la instituci¨®n, la Pareja se hab¨ªa hecho tan respetable y digna de todas las promociones, que hasta para los m¨¢s exigentes tr¨¢mites del Estado y prestaciones del Capital bastaba con que sus objetos-sujetos demostraran ser pareja, estable al menos mientras cobro, y se resignaran en todo caso a dejarse registrar como pareja.
Y, para colmo, los llamados y llamadas homosexuales aspiraban tambi¨¦n al reconocimiento de su dignidad y su estatuto haci¨¦ndose, lo mismo, reconocer como pareja. No hac¨ªa falta recordaros m¨¢s para deciros hasta qu¨¦ punto tal istituci¨®n, tan amada de los Poderosos, no puede dejar nunca entre vosotros ning¨²n rastro, que tambi¨¦n lo envenenar¨ªa todo.
No, no puede haber Pareja -bien lo sab¨¦is y lo sent¨ªs vosotros: la lucha del pueblo es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, una guerra contra la Persona Individual: YO MISMO, en cuanto me llamo N, soy el ¨²ltimo enemigo del pueblo y de la vida- ya hemos machacado y seguiremos machacando sobre ello. Ahora bien, la Pareja no s¨®lo no acaba con la Persona Individual, sino que, al reduplicarla, la ratifica.
Demasiado cortas son las vidas de hombres y mujeres para consumirlas en ese trabajo vano (tan bienquisto de Dios y sus sucesores) de conseguir que, al fin, los dos seamos uno, pasando por esa fase del "Me conoces:: Te conozco", que es la m¨¢s enconada hinchaz¨®n del ser y saber de uno mismo, para al cabo, despu¨¦s de todas las penas, desolaciones, peleas y resignaciones, terminar consiguiendo un uno doble, tan enemigo (y m¨¢s) del pueblo y de la vida como pod¨ªa serlo el uno uno y la una una.
No, maravillas m¨ªas: tampoco puede caber el dos ni la pareja entre vosotros; tambi¨¦n la Pareja, como istituci¨®n ratificadora y reduplicadora del Individuo, es una sierva del Dinero y del Poder: bien lo saben Ellos. As¨ª que vosotros... no, no: ning¨²n mandamiento ni receta; cuidad sencillamente de que esa herida siga tambi¨¦n abierta, por si la raz¨®n com¨²n respira y habla por la herida. Ah, y no se os ir¨¢ a ocurrir todav¨ªa (pero no, desenga?itos m¨ªos) caer en arreglitos y juegos como el del tres, o cosas por el estilo. No: bien hab¨¦is sentido que el tres puede a veces servir para romper el dos, pero de ning¨²n modo para romper el uno, que era lo que importaba.
Bueno, y ?qu¨¦?"?Qu¨¦ os quedar¨¦is pensando -me dec¨ªa yo- al recibir una carta tan campanuda y predicadora? ?Volver¨¦is acaso atr¨¢s los ojos tristes un momento, que mirando para ac¨¢ pregunten "Pero y nosotros ?de d¨®nde hemos venido?"? No, no creo: bien sab¨¦is vosotros que hab¨¦is nacido de la equivocaci¨®n y la desgracia y las ilusiones; pero por eso mismo ?no?: ?no est¨¢ ah¨ª vuestra fuerza para volveros contra semejantes padres?
O no vais vosotros, florecillas de la desesperaci¨®n, a hacer como ¨¦sos que, a cada vez que les soltabas cosas de ¨¦stas, se pon¨ªan a decirte "Bueno: prostituci¨®n, no; pareja, no; y entonces ?qu¨¦? ?Qu¨¦ vamos a hacer entonces?"
Vosotros no, divinos animalillos: ?cualquiera sabe las locuras que el amor tramar¨¢ con vuestras vidas y qu¨¦ caminos nunca abiertos descubrir¨¢! Pero para eso, lo primero, que no tire por los caminos ya trazados; no enterrarlo ni sublimarlo, no convertirlo en istituciones ni en dinero. Que ¨¦l haga entonces lo que nosotros no sabemos.
O, bueno, ¨¦l de la mano con la raz¨®n, naturalmente. Otro d¨ªa os hablar¨¦ de los Intelectuales.
Por hoy, deseaba, antes, hablaros por el amor, esto es, contra lo que lo mata. ?No me coger¨¦is demasiada ojeriza por tal carta? ?Me seguir¨¦is queriendo un poco, ya que no soy nada? Por si acaso, montones de besos, como vilanos, a vuestros cielos.
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