Cumpli¨®
Luis Francisco Espl¨¢ lidi¨® y banderille¨® la corrida entera con facilidad, mulete¨® sin desperdiciar ninguna embestida franca mas sin forzar las inciertas, mat¨® de aquella manera, y se march¨® sin haber alcanzado el triunfo pero tambi¨¦n sin haberse visto hundido en el fracaso. Es decir, que cumpli¨®.
Cumplir no es mucho. O no es poco, seg¨²n se mire. El primer ¨¦xito de Espl¨¢ fue haber congregado tanto p¨²blico. En una tarde de emociones televisivas, con la incertidumbre de los partidos de Barcelona y Tenerife que iba a dar la televisi¨®n, unidos a la propia corrida, que tambi¨¦n se televisaba, estuvo a punto de llenar la plaza.
El p¨²blico ferial, ese ya no estaba. El p¨²blico que se hab¨ªa dejado ver en la feria mezclado con el todomadrid y hab¨ªa aplaudido a las figuras -que es de lo que se trataba-, ya no volver¨¢ a aparecer por el coso. La fiesta le importa un r¨¢bano. En cambio la afici¨®n s¨ª estuvo presente. Estuvo presente y tranquila. Como no comparecieron los aplaudidores triunfalistas del whisky y el clavel, no hizo falta que contrarrestaran nada y lo que crey¨® conveniente alegar, lo aleg¨®, en la adecuada medida y en el momento oportuno. ?Que se ca¨ªan los toros? Lo dijo. ?Que Espl¨¢ met¨ªa el pico? Lo dijo tambi¨¦n. Y durante toda la corrida mantuvo un tono respetuoso con el torero, que hab¨ªa asumido el serio compromiso de lidiar seis toros, seis; en Madrid, nada menos.
Dom¨ªnguez / Espl¨¢
Tres toros de Mar¨ªa Luisa Dom¨ªnguez P¨¦rez de Vargas (tres fueron rechazados en el reconocimiento) y 2?, 3? y 4? de Guardiola Dom¨ªnguez hermanos, todos con irreprochable trap¨ªo, flojos -varios, inv¨¢lidos-, cumplieron sin codicia en varas y llegaron muy apagados a la muleta; 2?, noble.Luis Francisco Espl¨¢, ¨²nico espada: pinchazo hondo ca¨ªdo, rueda de peones, tres descabellos y dobla el toro (silencio); pinchazo y estocada baja, ambos en la suerte de recibir (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando sale al tercio); dos pinchazos y bajonazo (silencio); pinchazo, otro perdiendo la muleta, pinchazo y estocada corta (silencio)estocada corta ladeada y dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada corta, rueda de peones y descabello (silencio). Fue despedido con divisi¨®n de opiniones. Plaza de Las Ventas, 7 de junio. 28? y ¨²ltima corrida de feria (fuera de abono). Cerca del lleno.
Lo recibi¨® con una larga ovaci¨®n, a la que Luis Francisco Espl¨¢ correspondi¨® saludando desde el tercio. Vest¨ªa terno azul y azabache. Al parecer era su d¨ªa azul. Utilizaba capote de vueltas azules, banderillas con franja azul. S¨®lo falt¨® que los toros tuvieran tambi¨¦n ojos azules, como quer¨ªa el poeta.
Capote con vueltas azules, a la manera de los capotes de Rafael de Paula. Con la diferencia de que los capotes de Espl¨¢ eran de vueltas azules, mientras, los de Paula son de g¨¹erta-jasule, que no es lo mismo. En fin, los capotes no tienen el mismo uso en distintas manos y Espl¨¢ emple¨® los suyos para llevar a cabo una lidia ordenada y segura. Tambi¨¦n para interpretar un buen surtido de quites, que fueron desde la ver¨®nica a los delantales, pasando por otras variedades barrocas como navarras, chicuelinas y faroles. En esta modalidad tuvo Espl¨¢ su ¨²nico error, que consisti¨® en marcar el lance a favor de querencia, de manera que al salir el toro del farol se march¨® directamente al caballo de picar. Fue el quite por farolis interruptus, que continu¨® el diestro despu¨¦s del puyazo como si nada hubiera pasado. ?l, tranquilo.
Banderille¨® poniendo en juego un amplio repertorio de marcas banderilleras, incluido el alarde de girar en salto ante la cara del toro para despu¨¦s entrarle a topa-carnero; prendi¨® pares de frente, reuni¨® por los terrenos de dentro y por los de fuera... Ahora bien, siendo todo ello importante, no sobresali¨® ning¨²n par; ninguno levant¨® al p¨²blico de sus asientos.
El p¨²blico permaneci¨® toda la tarde sentado. Se quita un se?or a quien la espectadora de atr¨¢s le tir¨® una cocacola y se levant¨® para exigir da?os y perjuicios; se quita el minuto crucial en que acab¨® el partido de Tenerife y el tendido del siete entero prorrumpi¨® en un gran alboroto porque la afici¨®n de all¨¢ estaba dividida en colchoneros y merengues (m¨¢s dos del Bar?a que fueron sorprendidos en flagrante, barcelonismo), y, efectivamente, para nada se puso el p¨²blico de pie.
Ni siquiera los buenos redondos de Espl¨¢ en su segunda faena -la ¨²nica completita- conmovieron demasiado. El toro era noble y aunque el diestro intercal¨® toreros ayudados y pases de la firma, en ning¨²n momento se ech¨® la muleta a la izquierda. Se la ech¨® en el cuarto, inexplicablemente, pues el toro rebrincaba por ese lado. Las cosas de los artistas. A todos les dio su faena, tambi¨¦n es cierto, y hubo de abreviar pues quedaban cortos de embestida. As¨ª que acab¨® la corrida sin pena ni gloria. Espl¨¢ se march¨® con la satisfacci¨®n del deber cumplido y moh¨ªno el p¨²blico por la desangelada tarde vivida. Excepto los dos del Bar?a, que esos iban como si hubieran cortado las dos orejas y el rabo
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