El gran coladero
La puerta grande de Las Ventas, tan dificil de alcanzar, con la que so?aba toda la torer¨ªa... La puerta grande de Las Ventas, s¨ª, aquella, la m¨¢s famosa del mundo, la que s¨®lo se abr¨ªa para solemnizar faenas cumbres y daba el pasaporte a la gloria, la han convertido en un coladero. Aquella puerta tan grande de construcci¨®n pero tan chica para salir si hab¨ªa de ser en triunfo, est¨¢ abierta de par en par, y sale por all¨ª el primero que pasa. Lo mismo sale un mediocre pegapases, que un listillo aprovechador de inv¨¢lidos, que un matarife experto en arrear bajonazos, y a veces el que sale es todo eso junto.La puerta grande de Las Ventas..., la primera plaza del mundo... Todo eso ya es historia; fue verdad y ahora es pura novela, quiz¨¢ un cuento que al taurinismo conviene mantener, porque la fama de la puerta grande sigue, y seguir¨¢, hasta que las aficiones del orbe taurino se percaten de qui¨¦n sale a hombros por esa puerta, y c¨®mo, y por qu¨¦.
Torrealta / Romero, V¨¢zquez, Jim¨¦nez
Dos toros -4? y 6?- de Torrealta, con trap¨ªo, inv¨¢lidos, aborregados. Tres de Joao Antonio Romao de Moura (2? devuelto al corral por inv¨¢lido; se corri¨® turno), bien presentados, inv¨¢lidos, aborregados. 5? sobrero de Isabel N¨²?ez, con trap¨ªo, inv¨¢lido aunque derrib¨®, de media arrancada.Curro Romero: tres pinchazos y dos descabellos (palmas y pitos); pinchazo y otro hondo pescuecero (bronca). Curro V¨¢zquez: pinchazo, otro perdiendo la muleta, dos, pinchazos m¨¢s y se tumba el toro (ovaci¨®n y salida a los medios); estocada corta escandalosamente baja (pitos). Mariano Jim¨¦nez: pinchazo y estocada desprendida (oreja con algunas protestas); bajonazo en la suerte de recibir (oreja protestada); sali¨® a hombros por la puerta grande con protestas. Plaza de Las Ventas, 14 de junio. Cerca del lleno.
Quiz¨¢ si a esas aficiones les dijeran que en Madrid se lidia una corrida absolutamente inv¨¢lida, como fue la del domingo; que, sobre inv¨¢lida, es borrega; que un torero se pone a pegar pases sin mayor relieve y el p¨²blico lo aclama como si estuviera reviviendo la faena cumbre de Juan Belmonte en la corrida del Montep¨ªo; que el torero mata de un bajonazo y le dan la oreja y lo sacan a hombros por la puerta grande... creer¨ªan que esa era la ca¨ªda del imperio romano.
No s¨®lo las aficiones de por all¨¢, sino las de por ac¨¢ tambi¨¦n. Los aficionados madrile?os llevan tiempo convencidos de que el imperio romano ha ca¨ªdo. Los aficionados madrile?os jam¨¢s llegaron a imaginar que la primera plaza del mundo acabar¨ªa convertida en una plaza de talanqueras. Desde que ir a los toros se puso de moda, e invadieron Las Ventas los que van provistos de whiskys y canap¨¦s, y aplauden cualquier cosa porque todo les trae sin cuidado, y quieren echar a los aficionados de siempre, y hasta se lo dicen en la cara -"?fuera, fuera!"- pues son mayor¨ªa y no hay quien les tosa, Madrid es, en efecto, una plaza de talanqueras.
Peor. Porque en las plazas de talanqueras el pueblo llano ser¨¢ facil¨®n, pero siente la fiesta, y esos invasores no la sienten de ninguna de las maneras. Ocupan el coso, arman el jolgorio que les plazca, se marchan, y si dejan la fiesta hecha unos zorros, all¨¢ penas: a la fiesta, que la zurzan. Ayer les congreg¨® Curro Romero, que es otra moda y una maravillosa excusa para la diversi¨®n: si por casualidad destapa el frasquito de las esencias, vale para desatar el triunfalismo; si lo contrario, se le pueden tirar almohadillas. Qu¨¦ juerga, este Curro. Le tiraron almohadillas, naturalmente. El hombre no dio motivo para tanto. Intent¨® derechazos con cierta insistencia y si se quedaban en medios pases no fue por su culpa sino por la invalidez de los toros.
Curro V¨¢zquez a otro inv¨¢lido lo tore¨® con gusto en redondo y sin gusto por naturales, de los que dio una breve tanda al final de la faena. El quinto se paraba al iniciar el muletazo, por pura invalidez. y lo liquid¨® de un horrendo bajonazo. Pero a¨²n habr¨ªa m¨¢s inv¨¢lidos en la tarde.
Los toros tercero y sexto eran de una invalidez intolerable y de una borreguez supina. Aficionados y p¨²blico en general se unieron en la protesta por estas ruines causas, mas en cuanto Mariano Jim¨¦nez se puso a pegar pases, el p¨²blico en general se volvi¨® contra los aficionados en particular, precisamente por protestar. Tiene us¨ªa, el asunto.
Mariano Jim¨¦nez obtuvo entonces un ¨¦xito se?ero. Tore¨® relajado al segundo toro -principalmente por la derecha- algo acelerado al sexto -principalmente por la izquierda-, instrument¨® excelentes pases de pecho, trincherillas y ayudados, y construy¨® sus faenas con facilidad y entrega, lo cual tampoco era como para tirar cohetes teniendo en cuenta la borrega sumisi¨®n de los inv¨¢lidos. Al sexto lo liquid¨® de un bajonazo. Y, verlo, el p¨²blico salt¨® de j¨²bilo. Y Mariano Jim¨¦nez sali¨® a hombros por la puerta grande, mientras unos cuantos aficionados quer¨ªan impedir que se colara por all¨ª. Y pues no lo consiguieron, se marcharon jurando que no volver¨ªan nunca jam¨¢s. Seguramente volver¨¢n, claro, como siempre. Pero ?ay! si un d¨ªa no vuelven. El d¨ªa que los aficionados no vuelvan, adi¨®s primera plaza del mundo y adi¨®s fiesta.
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