"?Donde est¨¢ el ministro?"
Javier Solana se perdi¨® y no pudo entregar a Miguel Indur¨¢in la copa de vencedor del Giro
"?D¨®nde est¨¢ el ministro??D¨®nde est¨¢ el ministro?". Javier G¨®mez Navarro, secretario de Estado para el Deporte, sale nervioso del cerco destinado a la entrega de galardones. No encuentra a su jefe. Javier Solana, ministro de Educaci¨®n, lleg¨® ayer a Mil¨¢n para entregar a Miguel Indur¨¢in la copa de vencedor del Giro. No pudo hacerlo. Se perdi¨® entre el gent¨ªo y lleg¨® 20 minutos m¨¢s tarde a la entrega. La ceremonia se retras¨® unos minutos y la copa se la dio al ciclista espa?ol el director del Giro. G¨®mez Navarro se hizo la foto con el ganador."Ha sido una l¨¢stima perd¨¦rmelo", dijo simplemente el ministro. "Lo bonito ha sido la contrarreloj. Era la primera vez que segu¨ªa a un ciclista y se me han puesto los pelos de punta cuando dobl¨® a Chiappucci". Solana hab¨ªa viajado detr¨¢s del navarro durante la contrarreloj en el coche del Banesto. Nada m¨¢s cruzar la l¨ªnea de meta Indur¨¢in, el gent¨ªo se salt¨® las vallas e inund¨® la zona de meta. Solana y Arturo Roman¨ª, presidente del grupo deportivo Banesto, se quedaron aislados, intentando hacerse un pasillo entre la multitud. Cuando llegaron al podio, Indur¨¢in ya hab¨ªa desaparecido.
Quien peor lo pas¨® con el retraso fue Marisa, la novia de Indur¨¢in. En un tenderete, sudando bajo el sol, toda la familia del ciclista segu¨ªa la ceremonia. El padre y la madre ya hab¨ªan bajado, pero hermanas, cu?ados, primos y sobrinos estaban api?ados, intentando entrever al h¨¦roe. "?D¨®nde est¨¢? Que no le veo", gritaba Marisa, acalorada. Hasta que sali¨®. Subi¨® seguro, con su media sonrisa habitual. Una mirada furtiva a su novia, una sonrisa de complicidad, y poco m¨¢s.
Los que s¨ª que lanzaron su alegr¨ªa a los cuatro vientos fueron los seguidores espa?oles. Unos 2.000 hab¨ªan llegado de Navarra. Convirtieron la plaza del castillo Sforzesco, un parque apacible en el centro de la capital lombarda, en una especie de plaza del Castillo pamplonica en plenos sanfermines.
Pa?uelos rojos al cuello, pantal¨®n corto, vino, canciones y banderas inundaron un lugar en el que s¨®lo los jubilados y los ni?os se suelen sentir a gusto en las tardes italianas. Sus gritos ahogaron los aplausos de los italianos hacia Chioccioli, su ¨ªdolo ca¨ªdo. Cuando lleg¨® Indur¨¢in, bengalas rojas colorearon la atm¨®sfera. Casi todos eran veteranos de celebraciones. Muchos hab¨ªan estado ya en Par¨ªs el a?o pasado, festejando el Tour. La mayor¨ªa ya tiene el viaje reservado a la capital francesa para julio pr¨®ximo. Ayer tambi¨¦n contaron con la ayuda de los anfitriones. Amantes del jolgorio y envidiosos de la alegr¨ªa ajena, muchos tiffosi se acercaban, buscando sentirse alegres. "E grande Espania, ¨¦ grande Indur¨¢in", dec¨ªan a cualquiera con pinta de espa?ol.
"Es la leche, es la leche. Esto se va a convertir en tradici¨®n. Todos los a?os" dos romer¨ªas m¨¢s", conclu¨ªa un aficionado de la pe?a de Indur¨¢in en Villava, el pueblo cercano a Pamplona donde naci¨® hace 28 a?os el primer espa?ol que ha ganado un Giro.
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