Objetivo estrat¨¦gico prioritario
Una sola panificadora mantiene con vida a una ciudad sitiada
La f¨¢brica de pan Klas de Sarajevo est¨¢ m¨¢s protegida que el cuartel general de la Defensa Territorial, el Ej¨¦rcito bosnio o la cercana sede de la radio, ¨²nica v¨ªa de comunicaci¨®n que le queda al Gobierno de Bosnia-Herzegovina con la mayor¨ªa de sus ciudadanos, aislados por la guerra a lo largo y ancho de esta monta?osa rep¨²blica. Grupos de j¨®venes armados con Kal¨¢shnikov vigilan todas las entradas, vecinos con escopetas de caza patrullan por los almacenes y el aparcamiento. No debe extra?ar: sin Klas, muchos miles de ciudadanos de Sarajevo podr¨ªan estar ya muertos.
Desde que, hace dos meses, la guerrilla y el ej¨¦rcito serbio comenzaron un asedio a Sarajevo que impide toda entrada de alimentos a la ciudad, Klas es el principal arma de la ciudad contra los intentos de los sitia dores de someterla por hambre. Desde hace semanas, muchos ciudadanos comen poco m¨¢s que un pedazo de alguna barra producida aqu¨ª en continuo desaf¨ªo a las bombas y a la escasez. Klas es la ¨²nica panificadora que no ha cerrado por falta de suministros o destrucci¨®n de sus instalaciones. Un conductor ya muri¨® por disparos de franco tiradores, dos fueron heridos Y Liliana, una encargada de los hornos, ha perdido a sus veinte a?os las dos piernas por la explosi¨®n de una granada de mortero. Klas es ya un s¨ªmbolo de la lucha de Sarajevo por la supervivencia y su dignidad ciudadana. Hoy s¨®lo produce 15.000 barras para m¨¢s de 300.000 personas sitiadas en la ciudad. En tiempos de paz sal¨ªan de aqu¨ª 120.000 barras que compet¨ªan con las otras panificadoras.
Los doscientos trabajado res -hombres y mujeres, casi la mitad serbios, muchos musulmanes y alg¨²n croata duermen desde hace semanas junto al director, Kerrial Mesak, en los pasillos del edificio y comienzan a media tarde el trabajo para conseguir la vital producci¨®n de pan, muchos d¨ªas sin agua corriente ni electricidad y cada vez con menos materias primas. No han fallado ni un solo d¨ªa desde el comienzo del sitio el 6 de abril. "Los d¨ªas que no hay agua vienen los bomberos a traerla con sus cisternas, muchas veces bajo el fuego de artiller¨ªa y de francotiradores", dice Mesak, un musulm¨¢n de media edad, que no ha vuelto a su casa desde hace 45 d¨ªas, cuando su barrio fue tomado por la guerrilla serbia.
Rezar y pedir gasolina
"Cuando no hay electricidad y dispongo de combustible conecto el generador para las mezclas y los hornos. Cuando no tengo electricidad ni combustible, rezo un poco y me pongo a pedir gasolina por la ciudad", se?ala. La f¨¢brica ha sufrido dos ataques artilleros, uno de los cuales estuvo a punto de destruir un silo de harina.
La ca¨ªda de la producci¨®n en los ¨²ltimos d¨ªas, desde 45.000 a las 15.000 de hoy, se debe a la falta de levadura. "Harina tenemos, aunque no dir¨¦ para cuantos d¨ªas porque podr¨ªa interesarle al enemigo. Pero la escasez de levadura es angustiosa. Ayer lo coment¨¦ por radio y ha comenzado a llegar gente con los sobrecitos de levadura que a¨²n ten¨ªan en sus despensas", comenta mientras muestra una caja llena de sobres de 10 gramos.
"Los problemas laborales desaparecieron con la guerra", recuerda Mesak. Ahora todos vuelcan su coraz¨®n en esta labor. Mucho ha dejado de tener importancia". De quien m¨¢s orgulloso est¨¢ el director es de Habib Mekic, un musulm¨¢n que ha logrado en tres ocasiones romper el cerco de la guerrilla serbia para traer levadura desde la ciudad de Tuzla.
Mekic, pelo negro, 41 a?os, describ¨ªa ayer con modestia sus escapadas a Tuzla, que fueron aut¨¦nticas haza?as en las que estuvo a punto de morir:
"Llegu¨¦ a un acuerdo con los serbios para que me dieran un pase a cambio de llevar comida a un pueblo serbio en el que se combat¨ªa. En cada barricada serbia les daba una caja de pan a cambio de pasar, y a la vuelta les entregaba paquetes de levadura".
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