El bien amado
Tres veces ministro, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha ayudado a cambiar Espa?a con el reconocimiento casi total a su labor
Le hemos visto decenas de veces en las fotos enarbolando una sonrisa amistosa y p¨ªcara, pero tambi¨¦n indescifrable. Parec¨ªa a punto de desvelar algo que nunca dec¨ªa. As¨ª, sin mostrarse nunca del todo, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha recorrido la pol¨ªtica espa?ola durante m¨¢s de 20 a?os. Revalorizando su imagen con el paso del tiempo, como sin querer, sin hacer hincapi¨¦. Con la elegancia de un tipo sencillo que sabe ocultar lo que es en realidad: un hombre muy complejo.Empieza su carrera en el franquismo y llega hasta el Gobierno socialista, como ministro de Asuntos Exteriores, en julio de 1985, por los mismos m¨¦ritos: saber hacer bien las cosas. En 1973, un ministro le nombra secretario general t¨¦cnico de Hacienda, y el ministro siguiente le encarga la presidencia del INI. All¨ª encuentra a Miguel Boyer: "Ven¨ªa acompa?ado por un gran prestigio en Hacienda y aunque por entonces no tuviera una definici¨®n pol¨ªtica, demostr¨® su tendencia liberal, al enfrentarse a las presiones que recibi¨® para echarnos a Solchaga, Bustelo y a m¨ª, considerados subversivos por el r¨¦gimen".
Es Ord¨®?ez quien nombra a Boyer director del servicio de estudios del INI, a pesar de la ficha policial que tiene. "Nos defendi¨® aplicando criterios profesionales. Por eso cuando se produjo su dimisi¨®n, en noviembre de 1974, Solchaga y yo abandonamos el Instituto. Era una cuesti¨®n de fidelidades". De todas formas, seg¨²n Boyer, Fern¨¢ndez Ord¨®?ez no tiene entonces ambici¨®n pol¨ªtica. No quiere aliarse con unos o con otros.
Dimite de su cargo en el INI en pleno escepticismo sobre la reforma de Arias Navarro, con P¨ªo Cabanillas. Ese tiempo parece tan lejano al repasar algunos textos que entonces se consideraron heroicos, como ¨¦l que a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez le ayud¨® a escribir Jes¨²s Aguirre, hoy duque de Alba, para su dimisi¨®n: "He emprendido el camino hacia una convivencia duradera... Estoy seguro de que nos entenderemos todos, de que esta esperanza es irrevocable".
Poco despu¨¦s, a nueve meses de la muerte de Franco, Fern¨¢ndez Ord¨®?ez se muestra m¨¢s expl¨ªcito en el Club Siglo XXI: "El cambio s¨®lo. es posible a trav¨¦s de un proceso constituyente...". Y es que "muerto Franco, comienza a implicarse. pol¨ªticamente, pero no antes", dice Boyer. "Lo que s¨ª recuerdo es una reuni¨®n en su casa, semanas antes de que el Rey nombrase a Adolfo Su¨¢rez presidente del Gobierno. All¨ª est¨¢bamos Felipe Gonz¨¢lez, Areilza, Paco y yo, discutiendo sobre el futuro pol¨ªtico. El conde nos pidi¨® el apoyo del PSOE a su candidatura, utilizando a Paco como enlace. Pero, Felipe Gonz¨¢lez no quiso entrar en esa batalla".
"Nosotros, cinco"
Ord¨®?ez tiene 45 a?os y se ha puesto en marcha. "Empezamos a pensar que hab¨ªa que hacer algo y pronto creamos Izquierda Socialdem¨®crata". Luis Gonz¨¢lez Seara, ministro de universidades con UCI), contin¨²a: "Por ese tiempo se hab¨ªa constituido el Partido Socialdem¨®crata de Sa Carneiro, que vino a hablar con nosotros. Deb¨ªa pensar que ¨¦ramos un grupo numeroso porque t¨ªmidamente nos dijo: 'Bueno, a decir verdad, nosotros somos tres'. 'Nosotros, cinco', contestamos Paco y yo".
El partido de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez "era un grupo promotor de ideas, para aglutinar a personas cualificadas y con sentido de la modernidad, capaces de ocupar cargos y de trabajar en la transformaci¨®n de la sociedad". Los fundadores no eran gente que a los 20 a?os fuesen comunistas para llegar a los 40 a la socialdemocracia. Era una socialdemocracia que en vez de mirar a Alemania miraba a Portugal.
En esto debe pensar ?scar Alzaga, de la democracia cristiana, que conoci¨® a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez en los tiempos de El Ciervo, una revista cat¨®lico-progresista de los sesenta, al comentar la ideolog¨ªa de su viejo amigo. "En aquellos tiempos se incorporaban muchos tecn¨®cratas a los al tos cargos de la Administraci¨®n franquista. Pero no s¨®lo ellos. Paco estaba en el grupo de los que iban llegando aislados, por sus propios m¨¦ritos. Es ganas de inventar decir que era socialdem¨®crata; adopt¨® esa posici¨®n. Tanto es as¨ª que le llam¨¦ por haber tenido el coraje de dimitir del INI. Nos reunimos, 30 o 40 personas, y ¨¦l lo agradeci¨® porque se hab¨ªa despegado de la gente de la oposici¨®n".
Pero todav¨ªa permanecen en la sociedad espa?ola algunas obras que avalan la ideolog¨ªa democr¨¢tica de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y que en el contexto en que se produjeron fueron triunfos arrancados por una pol¨ªtica de izquierdas. Son la reforma fiscal (aprobada en octubre de 1977) y la Ley del Divorcio (aprobada en junio de 1981). Logros que para otros, los peor pensados, demuestran hasta qu¨¦ punto Ord¨®?ez, como una veleta humana, siempre se ha colocado en la direcci¨®n del viento dominante. Una cr¨ªtica que le ha acompa?ado siempre.
Pero antes entra en la UCD con su peque?o grupo. Porque "siempre se ha movido entre el idealismo y los programas; entre la ciencia y la conciencia de sacar aquello adelante. Paco, para m¨ª, es un hombre con carisma", dice Carmela Garc¨ªa Moreno. "Ten¨ªa un proyecto", apostilla Luis Gonz¨¢lez Seara, y "como necesitaba un aparato para llevar a cabo su proyecto socialdem¨®crata, entra en UCD, que ten¨ªa organizaci¨®n. Consigui¨® plasmar sus ideas en el programa electoral de la UCD, como la reforma fiscal". Nuevamente interviene la voz de Alzaga para discrepar: "Sabe mucho de temas tributarios, es un buen jurista, pero la ley fiscal del 77 no es nada excepcional". Y contin¨²a: "Justicia le sirvi¨® como bisagra para el tr¨¢nsito hacia el PSOE". Ese tr¨¢nsito es el ¨²ltimo acto conspiratorio de este pol¨ªtico-enredador. Pero eso ocurre unos a?os m¨¢s tarde, cuando se ve que, a pesar de todo, Ord¨®?ez s¨ª hab¨ªa estado siempre en el mismo sitio.
Reforma fiscal
El tiempo de la reforma fiscal es el del primer Gobierno de Adolfo Su¨¢rez. Y aquella reforma era una vieja idea. Porque los refor,madores del franquismo ya se hab¨ªan dado cuenta de que sin dinero no hab¨ªa presupuesto, y sin impuestos no hab¨ªa dinero. La gente de Hacienda, y Enrique Fuentes Quintana, trabajaron antes en un proyecto, del que se parte en UCD, para llegar a la Reforma Fiscal de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, la primera ley votada en el Parlamento que empez¨® a cambiar la sociedad espa?ola.
Miguel Mart¨ªn, que trabaj¨® con ¨¦l en Hacienda, y es ahora director general del Banco de Espa?a, comenta que con Ord¨®?ez trabaj¨® bien, pero "hab¨ªa que conocerle para comprender ciertas cosas. Recuerdo un viaje suyo, como ministro de Hacienda, a EE UU. ?l siempre ha sido un mani¨¢tico de la puntualidad y dej¨® colgado al secretario general t¨¦cnico, porque si llegaba tarde a ver a McNamara perd¨ªa la oportunidad de hacerse la foto".
La buena racha de Ord¨®?ez en Hacienda se rompe tras la dimisi¨®n de Fuentes Quintana como vicepresidente econ¨®mico. "Fuentes no tiene encaje", comenta entonces Fern¨¢ndez Ord¨®?ez a sus colaboradores, como reconociendo que ¨¦l es un buen fajador. Pero Adolfo Su¨¢rez no le llama al formar su segundo Gobierno. La raz¨®n hay que buscarla en el modo de funcionar de aquel Ejecutivo. Su¨¢rez y los barones se relacionaban como un rey de la Edad Media con sus nobles. Siempre exist¨ªa el peligro de que uno de ellos le quitara la corona al jefe. Su¨¢rez tem¨ªa a Cabanillas, a Rodolfo Mart¨ªn Villa, a Ord¨®?ez. Por eso les dej¨® fuera. Aunque conserv¨® a algunos de sus hombres representativos; Seara y Juan Antonio Garc¨ªa D¨ªez, entre los socialdem¨®cratas. De ese modo, Su¨¢rez cre¨ªa poder lograr la unidad de UCD.
Son los tiempos en que Ordo?ez se hace famoso por su capacidad de conspiraci¨®n. ?Cu¨¢ntas veces me has traicionado hoy, Paco?, le preguntaba Joaqu¨ªn Garriges. Y es el momento en que Su¨¢rez decide, lo que confirma Rosa Posada, secretaria de Estado en ese tiempo, pinchar los tel¨¦fonos de La Moncloa, harto de que Felipe Gonz¨¢lez conociera las decisiones del Gabi-
nete nada m¨¢s producirse. "As¨ª se descubri¨® que el submarino era Ord¨®?ez. Y pienso que ¨¦ste se sum¨® a otros motivos, para que Su¨¢rez prescindiera de Ord¨®?ez en el segundo Gobierno".Una vez fuera, los barones, liberados de un compromiso de silencio que no cumpl¨ªan, aumentan sus declaraciones y, con ello, la tensi¨®n. Su¨¢rez hace una crisis y llama a Ord¨®?ez al gobierno. "Entonces", dice Rosa Posada, "Ord¨®?ez pidi¨® la cartera de Exteriores, pero le dio Justicia".
Y llegamos a la Ley del Divorcio. "El divorcio se hizo contra todos", dice Enrique Linde, subsecretario de Justicia con Ord¨®?ez. "Hab¨ªa un precedente, una ley elaborada por Garrigues padre, y que sigui¨® manose¨¢ndose siendo ministros Landelino Lavilla e Migo Cavero. Nosotros la transformamos por completo. Quer¨ªamos hacer una ley real y no una especie de transici¨®n al divorcio, que era lo que se hab¨ªa intentado, ya que ten¨ªan que hacer una ley porque estaba en el programa de la UCD. En la oposici¨®n estaba el PSOE, que quer¨ªa la ley de la Rep¨²blica; y la Iglesia, que estaba planeando una reforma del sistema de nulidad rnatrimonial".
La Ley del Divorcio cont¨® con la oposici¨®n de muchos de los diputados del partido que la presentaba, incluida la del presidente de la Comisi¨®n de Justicia, ?scar Alzaga, y la del portavoz de la UCD, Miguel Herrero de Mi?¨®n. "Los dos estaban en contra, con buenos modales; algunos diputados del partido, ni siquiera". Linde a?ade que Leopoldo Calvo Sotelo, presidente del Gobierno, retir¨® a Ord¨®?ez del tema del divorcio para restablecer la paz entre su gente. En su lugar nombr¨® a Pio Cabanillas, que no se meti¨® en absoluto.
Mientras Ord¨®?ez lucha por sacar una ley que la sociedad ped¨ªa a gritos, comenta a Gonz¨¢lez Seara y Carmela Garc¨ªa Moreno, que por aquel tiempo se hab¨ªan enamorado, aunque ambos estaban casados: "No s¨¦ qu¨¦ pensar¨¢ mi mujer, aunque os cas¨¦is". Es una de las "cosas de Paco", dice Garc¨ªa Moreno. Otra es su af¨¢n por salir en los peri¨®dicos. Y marcando todos sus actos esa habilidad tan suya, mezcla de afecto, confianza y buena educaci¨®n, que lo convierten en un hombre entra?able. "Es especial. El 23-F, despu¨¦s del primer momento, pero cuando todo el mundo permanec¨ªa en su esca?o, fue a ver a todas las diputadas de su grupo. A m¨ª me dijo: '?C¨®mo est¨¢s?' 'Bueno', a?adi¨®, 'dentro de media hora nos veremos en el Bernab¨¦u".
S¨®lo cuatro meses despu¨¦s del 23-F se vota la Ley del Divorcio. A favor lo hacen los diputados del PSOE y algunos de UCD; en contra, buena parte de ese partido. Para este grupo, el gran escollo era la cuesti¨®n de los plazos marcados por la ley para hacer efectiva la separaci¨®n, y, sobre todo, la posibilidad de obtener el divorcio por mutuo acuerdo. "Creo que hicimos una buena ley", dice Linde; "despu¨¦s de 11 a?os todav¨ªa sirve".
"La ley pr¨¢cticamente no es suya; es de Cavero. Ord¨®?ez la modific¨® para qued¨¢rsela", afirma Alzaga. "Los democristianos hab¨ªamos negociado con la Iglesia la no beligerancia, y cuando Ord¨®?ez introdujo sus peque?os cambios ya no quisieron ni o¨ªr hablar de una nueva negociaci¨®n. La ley estaba pactada entre Paco y Alfonso Guerra. Y, finalmente, Paco, que siempre quiso ser el hombre de la Ley del Divorcio, acab¨® siendo el hombre de Exteriores, donde ha realizado una labor magn¨ªfica".
Linde, que trabaj¨® con Fern¨¢ndez Ord¨®?ez durante cinco a?os, en Justicia y en el Banco Exterior, recuerda que el Ord¨®?ez de entonces era un compa?ero, m¨¢s que un jefe. "Ten¨ªamos una compenetraci¨®n absoluta. Es un hombre de car¨¢cter estable, con un humor excelente; condescendiente, pero nada paternalista. Algo dificil de encontrar en pol¨ªtica". Y ?enredador? "Lo fue en Hacienda. Luego menos, porque estaba escaldado. Pero ha seguido hablando por tel¨¦fono de manera desmedida, creo que no puede evitarlo".
El caso Arregui es un momento especialmente duro; la ¨²nica vez que Ord¨®?ez pierde los papeles, cuando le dice a Juan Jos¨¦ Ros¨®n, ministro de Interior: "A m¨ª no me echas ese cad¨¢ver encima". Rosa Posada recuerda que qued¨® encargada de elaborar un comunicado conjunto sobre aquel suceso -la muerte de un etarra que hab¨ªa llegado moribundo a la c¨¢rcel, de lo que inform¨® el ministerio de Ord¨®?ez- "Cit¨¦ a los dos ministros en el Parlamento. Ninguno acudi¨® y luego estall¨® el golpe, era el d¨ªa 23 de febrero. El problema era que ninguno quer¨ªa ser el responsable pol¨ªtico de aquello. Nunca en mi vida he visto a Paco m¨¢s nervioso". Linde comenta que Ord¨®?ez no soport¨® que desde el Gobierno se le llamase traidor por anteponer los derechos humanos a la raz¨®n de Estado.
Dimite organizando un esc¨¢ndalo pol¨ªtico y sentenciando a la UCD. Pero, ?qui¨¦n pas¨® a la prensa su carta de dimisi¨®n? "Bueno, yo no fui", asegura Linde; "no s¨¦ si ¨¦l lo hizo. Lo niega, pero Ord¨®?ez siempre ha mentido much¨ªsimo a los periodistas".
Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha cumplido una etapa de su vida y demostrado de ruevo que en pol¨ªtica no se casa con nadie. En lo privado, se cas¨®, en 1953, con Mari Paz Garc¨ªa Mayo, a la que conoc¨ªa desde la ni?ez y con la que no ha tenido hijos. Esta es su ¨²nica fidelidad, junto a su amor por la poes¨ªa. Ord¨®?ez, dec¨ªan en aquel tiempo sus enemigos, es un hombre que cuando llega a un sitio siempre pregunta por d¨®nde se sale. "No s¨¦ si se puede decir que alguien es desleal", declara Posada, "cuando la ¨²nica lealtad que ha tenido en su vida ha sido la suya propia, a la que ha servido con acierto y dedicaci¨®n".
Alergia a las ejecutivas
Cuando deja UCD su situaci¨®n all¨ª es insostenible. Con unos cuantos funda un partido, el PAD, de vida brev¨ªsima. Su nombre aparece como candidato por Madrid en las listas electorales del PSOE, en 1982. Dos meses despu¨¦s el PAD se disuelve. Ahora, sus enemigos dicen que la gran traici¨®n se ha consumado. Otros, que por fin ha encontrado su sitio.
En este punto de la historia de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, y antes de ser ministro por tercera vez, ha llegado el momento de preguntarse si este pol¨ªtico madrile?o, al que James Baker y Edvard Shevardnadze llaman Paco, ha querido alguna vez llegar m¨¢s lejos. Gonz¨¢lez Seara asegura que no. Y como prueba aporta un dato: "No quiso ser vicepresidente cuando Felipe Gonz¨¢lez nombr¨® a Narc¨ªs Serra. Sin embargo, tiene cabeza y prudencia para ser un excelente presidente de Gobierno". Linde es de la misma opini¨®n, pero da m¨¢s explicaciones. "Despu¨¦s de nuestra experiencia en el PAD, que fue dolorosa, descubri¨® que no quer¨ªa ser l¨ªder de un partido. Hubo una evoluci¨®n en sus deseos. Al principio, tal vez acarici¨® la idea de llegar a ser presidente; m¨¢s adelante se dio cuenta de que no quer¨ªa, o no serv¨ªa. Estas cosas son dif¨ªciles de separar". Alzaga piensa que a Ord¨®?ez le ha interesado la cosa p¨²blica y que, siendo un dem¨®crata, tiene alergia a todo lo que huela a partido, a ejecutivas. "Como hombre que conoce sus propios intereses, ha buscado tareas de gobierno, no de partido. Su peso espec¨ªfico no se deriva de estar sentado en una mayor¨ªa. Le viene de haberse reconocido su buen hacer en pol¨ªtica".
La cuesti¨®n es que, diga lo que diga Ord¨®?ez sobre este punto, nadie pensar¨ªa que est¨¢ diciendo toda la verdad. Es dificil llegar a descubrir los ¨ªntimos deseos de alguien que, siendo un excelente conversador, nunca ha dicho nada revelador de s¨ª mismo; que jam¨¢s ha dejado penetrar, ni a sus amigos, en su vida privada. Se conocen los datos, biogr¨¢ficos; que el padre fue ingeniero, sus nueve hermanos, la estancia en Valladolid durante la guerra, la carrera de Derecho, las oposiciones a inspector del Timbre, el gusto por la literatura. Poco m¨¢s. ?l suele contar siempre lo mismo a los periodistas, como si hace a?os hubiese decidido hasta d¨®nde debe mostrarse. Y jam¨¢s ha rebasado ese l¨ªmite.
A pesar del ¨¦xito que ha tenido guard¨¢ndose para s¨ª, Rosa Posada cree que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ha tenido la sensaci¨®n de que pod¨ªa ser algo m¨¢s de lo que era cada vez. Y que durante un tiempo alberg¨® afanes de presidir un Gobierno de coalici¨®n. "Ha tenido la cualidad de conocer
Pasa a la p¨¢gina siguiente.
Viene de la p¨¢gina anterior su utilidad en el caso de un triunfo electoral minoritario, y la consiguiente necesidad de una coalici¨®n para gobernar. Es un pacificador, el eslab¨®n entre la derecha y la izquierda. Se ha cre¨ªdo ese papel, con raz¨®n, porque posee esas cualidades. Adem¨¢s, es coherente con la idea que tiene un intelectual de la pol¨ªtica".
Tal vez renunci¨® por pereza, por individualismo. O porque, aunque ten¨ªa su propio proyecto, sab¨ªa que no lo realizar¨ªa por el camino habitual, encabezando una lista electoral. "Pero", dice Garc¨ªa D¨ªaz, "no s¨¦ lo que hubiera sucedido si Paco hubiera querido ser l¨ªder de un partido, en lugar de seguir a su aire. A lo mejor ahora ser¨ªa el aglutinador de muchos que hemos dejado la pol¨ªtica. Porque es un personaje muy atractivo".
Y afable. Nunca le ha sido discutida esta virtud. "Call me Paco, please" ["ll¨¢mame Paco, por favor"], dec¨ªa, embeles¨¢ndoles con su sonrisa, a los periodistas extranjeros al comienzo de su etapa de Asuntos Exteriores. El sue?o de su vida, si se cree a, algunos de sus colaboradores. Tanto lo deseaba que en el Banco Exterior, afirma Enrique Linde, dedicaba tiempo a lograr ese prop¨®sito. "Y creo que estuvo all¨ª tres a?os porque Felipe Gonz¨¢lez no pod¨ªa hacer ministro a uno que acababa de serlo de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Fernando Mor¨¢n lo recuerda en su libro; dice que le persegu¨ªa ,constantemente la sombra de Ord¨®?ez, hasta que le alcanz¨®". Pero si ¨¦l quer¨ªa ese puesto, no lo quer¨ªa en vano. Tambi¨¦n Felipe Gonz¨¢lez andaba so?ando con Fern¨¢ndez Ord¨®?ez.
Etapa brillante
Cuando el 5 de julio de 1985 accedi¨® a la cartera de Asuntos Exteriores, la mayor¨ªa de sus nuevos subordinados pensaron que, desconocedor del mundo d¨ªplom¨¢tico, iba a ser un ministro mediocre. Pero su experiencia como titular de Hacienda le ha permitido potenciar el ministerio y dotarlo de los medios necesarios. Como en otras ocasiones, con Ord¨®?ez no ha sucedido tal como se esperaba.
Y su estancia en Exteriores ha sido casi incuestionable y al analizarla poca gente le regatea elogios. Tal vez el gran momento de Ord¨®?ez se produce en el oto?o de 1991 -poco antes de que tuviese que cancelar su agenda al caer enfermo-, cuando es anfitri¨®n de la Conferencia de Madrid para la Paz en Oriente Pr¨®ximo. Precisamente en esas mismas fechas se anuncia que la cooperaci¨®n espa?ola con el Tercer Mundo, dedicada fundamentalmente a Am¨¦rica Latina, iba a sufrir un nuevo recorte en 1992, el a?o en que se celebra el V Centenario. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez no hizo nada por impedirlo. "Yo estoy siempre al lado del ministro de Hacienda", respondi¨® entonces. "Tenemos en Exteriores", asegura, no obstante, "un presupuesto que es, probablemente, el m¨¢s bajo de Europa: no llegamos al 0,4% del PIB".
La Conferencia de Madrid brind¨®, adem¨¢s, al ministro la ocasi¨®n de demostrar que, en el fondo, no es un bocazas que se va de la lengua con tal de congra ciarse con toda la prensa. La elecci¨®n de la capital de Espa?a como sede fue el secreto mejor ,guardado hasta que se hizo p¨²blica. Y durante la semana que dur¨® la conferencia Ord¨®?ez enmudeci¨®, s¨ª se except¨²an algunos comentarios protocolarios.
Fern¨¢ndez Ord¨®?ez tiene, cuando llega a Exteriores, una de las cualidades generalmente atribuidas a los diplom¨¢ticos, mucha mano izquierda. Pero en 1985 es un aut¨¦ntico analfabeto en pol¨ªtica internacional. Lo ignora casi todo de un proceso al que Espa?a est¨¢ a punto de incorporarse: la integraci¨®n europea a trav¨¦s de la Comunidad.
No hab¨ªa participado en la negociaci¨®n de adhesi¨®n y cuando se estrena en sus consejos de ministros, a partir de 1986, no es especialmente brillante. Cuando la discusi¨®n se hace muy t¨¦cnica deja de escuchar. Luego contesta .con aplomo a los periodistas respecto a la posici¨®n espa?ola sobre tal o cual cuesti¨®n conflictiva que no hab¨ªa sido tratada en el Consejo. Terminada la rueda de prensa, alg¨²n miembro de su s¨¦quito se esfuerza por disculpar a su jefe. Agarra amistosamente al periodista por el brazo y le cuchichea al o¨ªdo: "S¨ª, claro, se habl¨® de ello, pero en ese momento el ministro hab¨ªa salido de la sala para hablar por tel¨¦fono con Moncloa... "
Consciente de sus propias limitaciones y nada temeroso de que nadie le pudiese hacer sombra, Fern¨¢ndez Ord¨®?ez se rodea de un buen equipo de colaboradores y aprende a marchas forzadas. Para el ministro aprender nunca ha significado, sin embargo, estudiarse a fondo todos los informes. "Tan s¨®lo les echa un vistazo, recorre las dos o tres primeras p¨¢ginas o pregunta cu¨¢les son los p¨¢rrafos m¨¢s sustanciales", recuerda un diplom¨¢tico de su entorno. "S¨®lo los lee exhaustivamente cuando el asunto puede interesar a la prensa, tener una proyecci¨®n p¨²blica".
Aprender, para Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, consiste en olfatear el ambiente y saber c¨®mo desenvolverse en ¨¦l para sacar el m¨¢ximo provecho.
La clave de sus ¨¦xitos nunca ha estado en su conocimiento de los temas, sino en su intuici¨®n y en su don de gentes. "No es un negociador; es m¨¢s bien un seductor que inspira confianza", comenta el mismo diplom¨¢tico, hasta el punto de que uno de sus hom¨®logos europeos le cont¨® sus devaneos y lleg¨® incluso a presentarle a sus amantes a la salida de un restaurante. ?Pod¨ªa despu¨¦s negarse a acceder a las reivindicaciones espa?olas en la mesa de negociaci¨®n?
Si la Comunidad Europea es pronto terreno abonado, la OTAN causa, en cambio, a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez alg¨²n que otro quebradero de cabeza. El primero lo tiene en v¨ªsperas del refer¨¦ndum del 12 de marzo de 1986 sobre la permanencia de Espa?a en la Alianza Atl¨¢ntica. Para convencer al electorado echa mano de todos los argumentos, algunos de dudosa ¨¦tica. Anuncia, por ejemplo, que a Espa?a la echar¨ªan de la CE s¨ª optaba por salirse de la Alianza Atl¨¢ntica. El portavoz de la Comisi¨®n Europea le desmiente al d¨ªa siguiente.
. La negociaci¨®n con Estados Unidos para reducir su presencia militar en la Pen¨ªnsula tampoco est¨¢ exenta de altibajos. Su peor recuerdo es la conversaci¨®n que mantiene en diciembre de 1986 con el entonces secretario de Estado norteamericano, George Shultz. Disgustado por la insistencia con la que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez pide la retirada de los 79 cazabombarderos norteamericanos F- 16 con base en Torrej¨®n de Ardoz, Shultz amenaza: "Pues si esto es as¨ª, har¨¦ una propuesta amistosa para la retirada de todas las tropas norteamericanas en Espa?a". "Pues con mucho gusto la consideraremos", replica Fern¨¢ndez Ord¨®?ez.
El nuevo convenio se firm¨® en diciembre de 1988, dos a?os despu¨¦s de esa tensa conversaci¨®n en Bruselas. Desde entonces la relaci¨®n con Estados Unidos ha mejorado radicalmente.
El muro de Berl¨ªn
A pesar de estos malos tragos, Asuntos Exteriores es el ministerio en el que m¨¢s se ha divertido Ord¨®?ez. Decide, sin embargo, dejarlo tras su segunda operaci¨®n quir¨²rgica, desp¨²es de que se le extirpen en julio de 1989 p¨®lipos intestinales malignos. Felipe Gonz¨¢lez hace entonces todo lo posible para conservar a un ministro eficaz y que no le resta protagonismo, y en agosto de 1989 se autoinvita a cenar en casa de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y libra un pulso con la esposa del ministro, del que sale derrotado. Pero cuando en noviembre de ese a?o se derrumba el muro de Berl¨ªn, Gonz¨¢lez encuentra nuevos argumentos para convencerle de la necesidad de que siga en el cargo. ?C¨®mo iba a abandonar el puesto cuando el mapa de Europa estaba cambiando? Eso fue lo que le dijo a Gerald Collins, ministro irland¨¦s de Asuntos Exteriores. Y a?adi¨® a continuaci¨®n: "Es evidente que lo que estoy haciendo puede llenar la vida de cualquiera".
El gran esc¨¦ptico que es Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez siempre ha tenido sus ideas sobre cu¨¢les son los intereses de Espa?a y el lugar que debe ocupar en el mundo. Las ha hecho realidad como ministro de Exteriores: la buena relaci¨®n con Estados Unidos y la integraci¨®n en Europa. Ha apostado por construir Europa, aunque reconoce que puede ser una tarea frustrante. "Creo", dice, "que trabajamos como los constructores de las catedrales, para algo que no veremos nunca".
Tras a?os de ir y venir por la pol¨ªtica, las circunstancias han acabado llev¨¢ndole hasta esa socialdemocracia que dice es la suya. Sereno, en su sitio, haciendo buen uso de su virtud de hombre tolerante, su prestigio ha ido subiendo como la nata batida por una mano diligente. Mientras, se ha ido diluyendo poco a poco aquella primitiva fama de conspirador que tan c¨¦lebre le hizo. Ha acabado siendo un pol¨ªtico eficaz, brillante. Y lo ha logrado de un modo fascinante: dejando que la aventura transcurra por sus venas..
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