Salvaje indiferencia
![Gabriela Ca?as](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe2ef923b-1fb5-40d3-a83a-f8e22e6aaa96.png?auth=e38266807565ed5e93a4dcac350ef8ca70270dc6216112a4322580e55d781a8a&width=100&height=100&smart=true)
Eduardo vive en la enfermer¨ªa. No tiene m¨¢s que dos meses, se aferra a un osito de peluche y grita cada tres horas pidiendo el biber¨®n. Eduardo, un jib¨®n de manos largas, reconoce probablemente a Natalia, la bi¨®loga especializada en primates que se lo lleva a casa por las noches para cuidar su manutenci¨®n. Despu¨¦s, cuando Eduardo sea un macho adulto, no querr¨¢ saber nada de ella.
Los animales salvajes no se relacionan con los humanos, salvo crianzas o situaciones muy especiales. Eso sostienen los veterinarios Enrique S¨¢enz y Manuel L¨®pez, echando por tierra el sue?o sobre el leopardo que entabla amistad con su cuidador.
No eran esas escenas id¨ªlicas las que atrajeron al zoo a Lola Molina. Ella se ocupa de los 80 ejemplares de serpiente de este parque zool¨®gico, a los que alimenta cada 10 o 15 d¨ªas con ratones vivos. "No me conocen, y si alguna se te enrosca cari?osamente es porque siente tu piel tranquila y calentita. Har¨ªan lo mismo con un tronco tibio".
V¨ªboras en celo
Los hermanos de Lola hac¨ªan antes el mismo trabajo que ahora cumple ella, que muestra con orgullo cada una de sus serpientes. Hace notar, por ejemplo, el nerviosismo de las v¨ªboras machos, que est¨¢n en celo y sin hembra. No s¨®lo Chu-Lin sufre de solter¨ªa.
Marcus no habr¨ªa podido soportar este trabajo porque lo que m¨¢s le gusta del suyo es que sus animales le proporcionan una respuesta, un resultado inmediato. El suizo Marcus Johann, jefe de entrenadores de los delfines, ha sabido elegir. Los delfines son los m¨¢s afectuosos y expresivos animales de un zool¨®gico. "Son como ni?os", dice Carlos de las Parras, uno de los ayudantes,de Marcus. "Les gusta que juegues con ellos, que les hagas cosquillas y les premies". Son tan receptivos los delfines que Marcus tiene por norma disimular sus preferencias para evitar celos entre los seis ejemplares del delfinario.
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