Materia de luz
Esta exposici¨®n descubre ante su ciudad natal a un pintor secreto y suntuoso. Con una trayectoria creativa desarrollada en los ohenta durante sus a?os de estancia en Jap¨®n, Manuel Luca de Tena hab¨ªa permanecido hasta ahora in¨¦dito en este Madrid donde se form¨®. Sin duda causar¨¢ sorpresa la refinada madurez que respira su pintura, en esa inquietante frontera entre evocaci¨®n f¨¦rtil y la literalidad absoluta del lenguaje y la materia.Resulta f¨¢cil ceder a una tentaci¨®n tan obvia como la de buscar resonancias orientales en el hacer de Luca de Tena. Y su apuesta no parece ajena a la conciencia de ese di¨¢logo de elecci¨®n personal con una cultura tan extrema, mas no en la forma anecd¨®tica de alguna suerte de japoniserie, sino en lo que parece un sedimento m¨¢s esencial y trascendente, abierto de igual modo a los dos polos indisociables entre los que se resuelve la sutil equivocidad de su exploraci¨®n.
Manuel Luca de Tena
Galer¨ªa Jorge Kreisler. Prim, 13. Madrid. Hasta el 17 de julio.
Son ecos que se identificar¨ªan tanto con la exquisita valoraci¨®n indiferenciada de la superficie de las materias como con ese singular modo de despertar analog¨ªas en la esfera de lo natural que encuentran en este caso una suerte de complicidad arm¨®nica con el sentido interior de las cosas externas, en la l¨ªnea de esa conciencia musical del mundo que el primer Kandinsky extrajera de sus lecturas teos¨®ficas, pero que es la sustancia misma de la tradici¨®n pict¨®rica extremo oriental.
As¨ª, en su sentido profundo, que no en sus gestos externos, ¨¦sta es tambi¨¦n la naturaleza m¨¢s ¨ªntima de la apuesta singular de Manuel Luca de Tena. Por un lado circunscribe la pintura a sus armas espec¨ªficas, a las gradaciones de la luz y de la materia, lejos del juego de la representaci¨®n, obteniendo superficies indiferenciadas de exquisita vibraci¨®n. Mas, al tiempo, ensimismada la pintura en sus razones, consigue a la vez, como de un modo natural, sin salirse un ¨¢pice de esa presencia literal, ser im¨¢n de tan poderosas como imprecisables asociaciones, como si la pintura fuera capaz de contener el mundo de un modo inconsciente, sin tan siquiera tener que nombrarlo.
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