La falta de un trozo de hueso de la clav¨ªcula impide comprobar s¨ª la herida fue producida por una bala
La investigaci¨®n judicial reabierta sobre la muerte, hace 23 a?os, de? estudiante Enrique Ruano no ha permitido comprobar si la herida "contusa redondeada" a la altura de la clav¨ªcula, descrita por el forense en 1969, fue producida, como estimaron los facultativos en 1991, por "un objeto cilindroc¨®nico", una bala, por ejemplo. La raz¨®n fue la falta de un trozo de hueso de la clav¨ªcula, en el que se habr¨ªa podido apreciar, en su caso, la impronta de. la bala. Por su parte, los tres polic¨ªas se ratificaron en que observaron, a 12 metros de distancia, como Ruano, tras abandonar el sal¨®n, se arrojaba a un patio interior.
La autopsia realizada en 1969 atribuy¨® a un clavo encontrado por Enrique Ruano en su ca¨ªda la herida "contusa redondeada" encontrada a la altura de la clav¨ªcula. Los forenses aseguraron que no se hall¨® ning¨²n cuerpo met¨¢lico extra?o, excepto los restos de una cremallera. En los restos del cad¨¢ver, exhumado en 1991, aparec¨ªa serrado con una cizalla un trozo de hueso de la clav¨ªcula, pero no existe constancia de que tal fragmento hubiera sido enviado al anatomopat¨®logo. La investigaci¨®n realizada en 1991 ha tenido resultado negativo en su intento de averiguar el paradero de tal fragmento de hueso.El informe facultativo realizado en 1991 considera veros¨ªmiles algunos datos de la inicial autopsia, pero manifiesta la sorpresa de los forenses ante algunas narraciones del informe m¨¦dico-legal. As¨ª, estiman "harto improbable" que el cuerpo de Ruano chocara con alg¨²n clavo, porque en ese caso tal herida habr¨ªa ido seguida de un desgarro. Por lo dem¨¢s, el informe de 1991 llega a la conclusi¨®n de que "s¨®lo un objeto cilindroc¨®nico" pudo producir el tipo de herida "contusa redondeada" de siete cent¨ªmetros de longitud descrita por el forense de 1969.
Necesario "ver el hueso"
Para confirmar esta apreciaci¨®n, los forenses de 1991 consideran necesario "ver el hueso", pero fue serrado. "?Por qu¨¦?", vienen a preguntarse. Los facultativos estiman que no es frecuente que el anatomopat¨®logo necesite observar al microscopio un trozo de hueso y, por consiguiente, necesite separarlo del cad¨¢ver para su an¨¢lisis. En cambio, s¨ª es habitual cortar un trozo de piel para complementar el examen realizado mediante la autopsia general del cad¨¢ver.
Ante la falta de una explicaci¨®n t¨¦cnica de por qu¨¦ se serr¨® y se hizo desaparecer un trozo de hueso de la clav¨ªcula, cuya ausencia impide apreciar la impronta de la posible bala, la acusaci¨®n particular plantea que la desaparici¨®n del fragmento ¨®seo oculta el crimen, sobre todo habida cuenta de que en 1969 no se comprob¨® por el juez de instrucci¨®n si alguna de las pistolas de los tres polic¨ªas hab¨ªa sido utilizada. El fiscal estima posible que el hueso se rompiera al hurgar en la herida durante la inicial autopsia y que el fragmento desapareciera inadvertidamente.
La reconstrucci¨®n de los hechos, no realizada en 1969, fue efectuada el 19 de diciembre de 1990, fecha en la que el juez Jos¨¦ Alberto Gallego dirigi¨® tal diligencia, de la que levant¨® acta el secretario y en la que participaron los tres polic¨ªas -Francisco Luis Colino Hern¨¢n, Jes¨²s Sim¨®n Crist¨®bal y Celso Gal¨¢n Abascal-, en presencia del fiscal, el forense y los abogados de la acusaci¨®n particular, Jos¨¦ Manuel G¨®mez Ben¨ªtez, y de la defensa, Jos¨¦ Mar¨ªa Serret Moreno-Gil. Todos ellos se trasladaron al piso s¨¦ptimo del n¨²mero 110 de la antigua calle General Mola -hoy, Pr¨ªncipe de Vergara- para tal reconstrucci¨®n.
Posici¨®n de los polic¨ªas
Los tres polic¨ªas se situaron en el exiguo sal¨®n (de 3,5 por 2 metros) en posiciones aproximadas a las que muestra el gr¨¢fico adjunto y explicaron que Enrique Ruano se encontraba cerca de la puerta, junto a la que vigilaba, de pie, el agente Colino, quien fue derribado por Ruano en su marcha hacia la salida, despu¨¦s de traspasar la puerta que se abr¨ªa hacia adentro. Sim¨®n, que escrib¨ªa ante la mesa, a pesar de encontrarse m¨¢s lejos, que los otros dos, fue el primero en reaccionar, siempre seg¨²n la versi¨®n policial. Los tres agentes coincidieron en haber visto, desde una distancia de 12 metros, c¨®mo Ruano, al fondo del pasadizo, se arrojaba por una ventana al patio interior.
A pesar de la validez relativa (le una reconstrucci¨®n de los hechos realizada casi 22 a?os despu¨¦s de ocurridos, y en la que obviamente s¨®lo pueden aportar su versi¨®n una parte, los tres polic¨ªas, favorables a la tesis del suicidio, el catedr¨¢tico G¨®mez Ben¨ªtez, abogado de la acusaci¨®n, se confirm¨®, tras esta diligencia, en su posici¨®n inculpadora.
Seg¨²n figura en el sumario, G¨®mez Ben¨ªtez considera poco creible que precisamente el polic¨ªa que se encontraba m¨¢s lejos, sentado a la mesa y escribiendo, y que por lo tanto era el que menos facilidades de movimientos ten¨ªa, fuera el primero en reaccionar. Para este letrado, esa versi¨®n, como la de que el polic¨ªa situado junto a la puerta fuera derribado por el joven estudiante a pesar de la corpulencia del funcionario, s¨®lo trata de avalar la tesis policial de que a ninguno de los tres polic¨ªas les dio tiempo a retener a Ruano y los tres observaron, desde el quicio de la puerta, c¨®mo se arroj¨® por una ventana situada al final del pasadizo.
En todo caso, la reconstrucci¨®n de los hechos mostr¨® la voluntad del juez Gallego de subsanar la ausencia de la reconstrucci¨®n en caliente en su d¨ªa.
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