"Este es mi hombre"
Bill Clinton goza de una cualidad fundamental para Regar a la Casa Blanca: inspira confianza

La convenci¨®n del Partido Dem¨®crata termin¨® en la noche del jueves en Nueva York (madrugada de ayer, hora espa?ola) en un ambiente de triunfalismo refrendado por las ¨²ltimas encuestas, que le dan una ventaja considerable sobre los republicanos. El ya oficial candidato dem¨®crata a la presidencia, Bill Clinton, clausur¨® la reuni¨®n con un discurso en el que ofreci¨® al pueblo norteamericano un "nuevo consenso" ("new covenant"). Clinton se present¨® como el candidato de las clases medias, de los que "trabajan, pagan impuestos y acatan las leyes". El candidato dem¨®crata insisti¨®, con un lenguaje nuevo para los dem¨®cratas, en el esfuerzo y la responsabilidad individuales.
Hay muchos factores que influyen en el electorado norteamericano a la hora de votar por un presidente: su origen, su historial pol¨ªtico, sus creencias religiosas, sus inclinaciones morales y, por supuesto, su programa econ¨®mico. Pero hay una m¨¢s, dif¨ªcil de medir, que puede resultar decisiva a la hora de apostar por uno u otro candidato: su capacidad para generar confianza, para proporcionar credibilidad y seguridad. Los estadounidenses necesitan tener fe en la persona que llevan a la Casa Blanca.Mucha gente fuera de este pa¨ªs no entiende todav¨ªa c¨®mo pudo ser presidente un actor, de mediocre bagaje intelectual y pol¨ªtico, como Ronald Reagan. Solamente sus dotes para despertar entusiasmo? esperanza, pueden explicar el tremendo ¨¦xito que su candidatura obtuvo. George Bush lleg¨® a la presidencia arrastrado todav¨ªa por la corriente generada por su antecesor. Bush, en realidad, nunca provoc¨® m¨¢s pasi¨®n que la del continuismo, y ahora est¨¢ pagando las consecuencias de aquella situaci¨®n.
Despu¨¦s de cuatro a?os en la cumbre del poder, George Bush no ha acumulado m¨¢s saldo que el de la experiencia. Te¨®ricamente, el actual presidente es, por tanto, perfectamente batible.
Pero no por cualquiera. Ross Perot ha experimentado en su propia piel que la incertidumbre, a la larga, no da paso m¨¢s que a la duda y, finalmente, a la desconfianza y al fracaso. El hombre que quiera ocupar la presidencia de Estados Unidos tiene que darse a conocer primero ante su pueblo, abrirse las carnes como en un sacrificio primitivo y provocar entre el norteamericano medio -el que no va a manifestaciones ni a convenciones, ni discute habitualmente de pol¨ªtica con sus amigos- la expresi¨®n: "?ste es mi hombre".
Bill Clinton, el candidato del Partido Dem¨®crata a la presidencia norteamericana, va camino de conseguir ese objetivo, pero todav¨ªa le queda un buen trecho por recorrer.
Hasta hace apenas un par de meses, la gente de este pa¨ªs sab¨ªa pocas cosas de Clinton, y la mayor¨ªa eran negativas: que utiliz¨® influencias para librarse de la guerra de Vietnam, que tuvo una relaci¨®n extramatrimonial con una rubia explosiva, que prob¨® marihuana en su juventud. Los elementos positivos eran que recordaba algo a John Kennedy y que hab¨ªa hecho un buen trabajo como gobernador del peque?o Estado de Arkansas.
En las ¨²ltimas semanas se han ido descubriendo otras facetas de la nueva figura nacional: que supo salir adelante de una infancia dif¨ªcil en una familia destruida, que fue un estudiante aplicado y despu¨¦s un pol¨ªtico trabajador, que es un hombre honesto y decente, que est¨¢ pr¨®ximo a los sufrimientos del ciudadano com¨²n. Pero, por encima de todas estas cualidades, Bill Clinton se ha mostrado como un hombre capaz de hacer frente sin desmayo a las peores adversidades, como un ser humano s¨®lido y esforzado cuyo segundo apellido merece ser Tenacidad.
William Jefferson Blythe naci¨® hace 45 a?os en Hope, uno de esos pueblos que nadie sabe encontrar en el mapa de Arkansas. Su pasado es tan humilde que ni siquiera su apellido actual le pertenece. Su padre muri¨® antes de que el ni?o naciera, y su madre volvi¨® a casarse con un vendedor de coches que le dej¨® al muchacho el nombre por el que se le conoce actualmente.
Apoyo para su madre
Aunque vivi¨® parte de su infancia con sus abuelos, el joven Clinton siempre supuso un gran apoyo para su madre, que pas¨® anos muy amargos junto a un marido borracho que la golpe¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n. Clinton tuvo que enfrentarse un d¨ªa a su padrastro en una conversaci¨®n que todav¨ªa permanece en su memoria: "Esc¨²chame bien, porque no quiero volver a repetirlo", le dijo. "Espero que nunca, nunca jam¨¢s, le vuelvas a poner la mano encima a mi madre".
Tampoco le tembl¨® la voz cuando, a?os despu¨¦s, siendo ya gobernador de Arkansas, tuvo que autorizar el arresto de su ¨²nico hermano, Roger, que consum¨ªa coca¨ªna y lucha todav¨ªa hoy contra el alcoholismo. Bill Clinton fue elegido en 1978, con. 32 a?os de edad, el gobernador m¨¢s joven del pa¨ªs, tras una brillante etapa como estudiante.
Despu¨¦s de salir de Hope para cursar estudios de ense?anza media en el vecino pueblo de Hot Springs, consigui¨® una plaza en la Universidad de Georgetown, en Washington. All¨ª se vincul¨® por primera vez con el mundo de la pol¨ªtica y obtuvo la prestigiosa beca Rhodes, que le dio derecho a continuar sus estudios en Oxford (Inglaterra). Concluy¨® su formaci¨®n en la Escuela de Leyes de la Universidad de Yale, la misma en la que estudi¨® Bush.
De su etapa de Washington, Clinton se llev¨®, sobre todo, una foto para la historia: aquella en la que, como un joven de la Legi¨®n Americana, visit¨® la Casa Blanca y estrech¨® la mano del presidente Kennedy. En Yale conoci¨® a Hillary Rodham, con la que se casar¨ªa despu¨¦s y de la que ha tenido una hija, Chelsea, de 12 a?os.
El candidato dem¨®crata comenz¨® a comprobar la clase de mujer que ten¨ªa a su lado cuando le llegaron en 1980 las primeras hieles de su carrera: la derrota en la reelecci¨®n para gobernador. Clinton confiesa haber aprendido mucho de esa experiencia, en la que demostr¨® su falta de prejuicios ideol¨®gicos, su capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias y para presentar el perfil necesario para ganar unos comicios. Volvi¨® a la gobernatura dos a?os despu¨¦s, ayudado por su mujer, que acept¨®, por fin, hacer suyo el apellido de su esposo, conforme a la costumbre norteamericana.
Frente a la adversidad
En la convenci¨®n dem¨®crata de 1988, Clinton volvi¨® a demostrar su capacidad para afrontar la adversidad. El gobernador de Arkansas fue entonces el encagado de presentar la candidatura de Michael Dukakis, y su discurso fue tan largo y aburrido que la audiencia acab¨® interrumpi¨¦ndole con gritos de "?fuera, fuera!".
Sus asesores cuentan hoy que cualquiera que hubiera estado en una posici¨®n tan embarazosa como la de Clinton aquel d¨ªa hubiera querido que la tierra se lo tragase. Sin embargo, este gran fajador se present¨® horas m¨¢s tarde ante los periodistas, que lo humillaron sin piedad.
En est¨¢ misma campa?a electoral, cualquiera que hubiera visto a Clinton en los meses de su derrota en New Hampshire, o cuando los peri¨®dicos sensacionalistas lo maltrataron durante las primarias de Nueva York, hubiera sido incapaz de predecir que el candidato dem¨®crata llegar¨ªa adonde est¨¢ hoy.
Bill Clinton no s¨®lo ha conseguido, por ahora, salvar su imagen, sino rodearla de contenido, convertirla en expresi¨®n de una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos que aspira al poder para cambiar las cosas en Washington.
El mismo peri¨®dico que destap¨® su controvertido expediente militar, The New York Times, escribe hoy: "Adem¨¢s de representar a su generaci¨®n -una generaci¨®n de hombres ambiciosos y pol¨ªticamente flexibles-, Clinton ha adquirido durante su experiencia en el Sur un ¨¢ngulo pragm¨¢tico y una sonrisa f¨¢cil".
Cuando Clinton entr¨® en esta campa?a electoral, su ¨²nica esperanza de. ¨¦xito parec¨ªa ser un estrepitoso pinchazo de Bush. Hoy, Clinton est¨¢ en condiciones de ganar por s¨ª mismo, independientemente de lo que haga el presidente. Tiene por delante m¨¢s de tres meses para convencer al electorado.
Gore, un pasado aristocrat¨ªco
El candidato dem¨®crata a la vicepresidencia, Albert Gore, es un hombre a quien s e ha criado desde la cuna para ser presidente. Tiene todo el pasado aristocr¨¢tico y la solidez familiar que le faltan a Bill Clinton, pero ambos coinciden en su manera pragm¨¢tica, moderna y centrista de entender la pol¨ªtica.El padre de Albert Amold Gore, Albert Gore II, ocup¨® durante m¨¢s de treinta a?os, un esca?o en el Congreso, donde se opuso a la guerra de Vietnam. A su hijo, sin embargo, le toc¨® participar en ese conflicto. Al Gore naci¨® hace 44 a?os en Washington, pero su patria chica est¨¢ en Carthage (Tennessee), donde viv¨ªan sus padres. Hizo sus estudios de ense?anza media en la capital de la naci¨®n y, posteriormente, se gradu¨® en la Universidad e Harvard.
En 1976, a los 28 a?os de edad, gan¨® un puesto en la C¨¢mara de Representantes, ocho a?os despu¨¦s lleg¨® hasta el Senado, donde permanece desde entonces en representaci¨®n del Estado de Tennessee.
Est¨¢ casado con Mary Elizabeth, a la que todos conocen como Tipper y que responde al perfil del ama de casa norteamericana que complementa perfectamente la personalidad rebelde e independiente de Hillary Clinton. El matrimonio ha procreado cuatro preciosos hijos rubios.
Al Gore fracas¨® en sus aspiraciones presidenciales en 1988. Desde entonces ha adquirido estatura pol¨ªtica y se ha ido perfilando como uno de los escogidos para ocupar un d¨ªa la presidencia en nombre de su partido. En los ¨²ltimos a?os ha destacado especialmente como un defensor de la causa del ecologismo. Su libro sobre el tema, Earth in the balance, fue un ¨¦xito de ventas.
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