?frica acampa en Par¨ªs
Cientos de familias malviven desde mayo junto al castillo de Vincennes
Ni?os correteando, ni?os jugando a llenar con piedrecitas botellas vac¨ªas de pl¨¢stico, ni?os llorando, ni?os riendo, ni?os colgando en las espaldas de las mujeres, ni?os por todas partes. Muchos de ellos sucios -rudas tormentas se han abatido sobre Par¨ªs- y todos sedientos de cari?o, buscando la caricia de los periodistas. Aqu¨ª, a la vera del castillo de Vincennes, en uno de los m¨¢s hermosos rincones de la capital francesa, ?frica, la miseria y la humanidad de ?frica, acampa desde el pasado mes de mayo.
La aglomeraci¨®n de Vincennes se parece a cualquier campamento de refugiados del planeta. Las tiendas dejan entrever el espect¨¢culo de hombres y mujeres enfermos o de edad avanzada recostados en un amasijo de colchonetas, mantas y cacharros de cocina.Algunos escuchan las noticias en transistores baratos. Afuera, las madres y sus hijos son los reyes. Ellas, con sus ce?idos bub¨²s multicolores y esa dignidad en la desdicha que caracteriza a los pueblos africanos, acarrean agua desde una fuente cercana. Ellos transpiran la felicidad de una infancia libre y despreocupada.
En las callejuelas del campamento, embarradas por los recientes aguaceros, se acumulan bidones de pl¨¢stico con agua potable y paquetes con leche en polvo y latas de conserva. Cuatro autobuses de polic¨ªas antidisturbios cercan el lugar.
Un inmenso cami¨®n de M¨¦dicos del Mundo provee a sus habitantes de asistencia higi¨¦nica y sanitaria. "Acabo de llegar del Kurdist¨¢n y es lo mismo que esto, s¨®lo que esto ocurre en mi propia ciudad", dice una enfermera de la organizaci¨®n humanitaria.
Los hombres est¨¢n trabajando desde las seis de la ma?ana; los m¨¢s, como alba?iles o barrenderos. Y es que el drama de los que el semanario Le Nouvel Observateur llama "los parias de Vincennes" no estriba en la falta de trabajo o de permisos de residencia.
Las 300 familias originarias de Mal¨ª, Senegal y Costa de Marfil que acampan aqu¨ª desde el pasado 21 de mayo no acaban de llegar a Par¨ªs. Viven en la ciudad desde hace una o dos d¨¦cadas, tienen en regla sus papeles y disponen de empleos.
Chabolas y barracas
?Qu¨¦ hacen aqu¨ª? "Luchar por un alojamiento digno", afirma Bubaka, uno de los l¨ªderes del campamento. Bubaka explica que estas familias est¨¢n hartas de vivir en "chabolas y barracas de diez metros cuadrados".Todos ellos esperan que el Ayuntamiento de la capital francesa les encuentre alg¨²n modo de acceder a pisos decentes. Pero el neogaullista Jean Tib¨¦ri, alcalde adjunto de Par¨ªs, ya les ha respondido que no ceder¨¢ "ante el chantaje".
Para Bubaka, el fondo del problema es racial. "Si fu¨¦ramos blancos, el Ayuntamiento ya nos habr¨ªa encontrado apa?o", dice. Ese aspecto del caso fue brutalmente confirmado el pasado 8 de julio por Jean Clouet, senador de la Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF), el partido del ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing, y alcalde del distrito de Vincennes.
"No se puede alojar a los africanos en viviendas europeas", dijo Clouet. "?C¨®mo imaginar en el mismo rellano a una familia blanca y una de Mal¨ª? La situaci¨®n ser¨ªa insoportable". Entretanto, ocho ni?os han nacido ya en el campamento levantado en Vincennes.
El abad Pierre -un anciano sacerdote que probablemente sea el personaje m¨¢s popular de Francia despu¨¦s del ocean¨®grafo Jacques Yves Cousteau- ha anunciado que rechaza la insignia de gran oficial de la Orden de la Legi¨®n de Honor, que el pasado 14 de Julio, fiesta nacional francesa, le otorg¨® el presidente de la Rep¨²blica, Fran?ois Mitterrand, como protesta por la indiferencia del poder al drama de los africanos sin vivienda de Par¨ªs.
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