Una rumana aborta en la calle tras la paliza de unos compatriotas que le quer¨ªan robar el hijo
Mar¨ªa C., rumana, se?ala a su hijo Ovidiu y acierta a decir: "Vender, vender". El ni?o, de tres a?os, no lo sabe, pero sus padres, Mar¨ªa y Visine, recibieron una paliza por defenderle. La familia cuenta que otros gitanos, los que les. introdujeron en Espa?a, quer¨ªan cobrarse el favor: o medio mill¨®n de pesetas o el ni?o. No se llevaron a Ovidiu, pero a Visine le abrieron la cabeza y Mar¨ªa, de las patadas, perdi¨® a su feto de tres meses, en una calle de Madrid. Quienes les conocen hablan, de un ajuste de cuentas en una familia gitana.
Mar¨ªa tiene 39 a?os, aunque podr¨ªa haber cumplido muchos m¨¢s. El dolor le cruzaba ayer la cara demacrada de rasgos gitanos. Y tambi¨¦n le venc¨ªa el cuerpo, que se doblaba como una ca?a, aunque, con las manos ennegrecidas, se llevaba el pitillo una y otra vez a la boca. Le daba de comer un bocadillo de tortilla a su hilo Ovidiu en la cafeter¨ªa del hospital La Paz. Luego, descalza, arrastr¨® al ni?o al cuarto de ba?o y le salpic¨® el pelo grasiento con agua.'Familia de malos'
Mientras, el marido de Mar¨ªa, Visine, de 34 a?os, fuma tambi¨¦n, sentado en una caja de cervezas. Su cabeza est¨¢ envuelta en una aparatoso vendaje. A su alrededor hay otros gitanos rumanos que gesticulan. Uno de ellos, que, sin embargo oculta su nombre, se erige en portavoz. Todos dicen que no tienen para comer, pero fuman rubio americano y beben mucha cerveza. A Mar¨ªa, que sali¨® ayer del hospital, le hicieron el mi¨¦rcoles un raspado de ¨²tero de urgencia, despu¨¦s de que, horas antes, abortase en plena calle.
La Polic¨ªa Municipal de Madrid encontr¨® a Mar¨ªa, inconsciente, en la avenida de San Luis, en el, distrito de Chamart¨ªn, en medio de un charco de sangre. Su cuerpo hab¨ªa expulsado un feto de tres meses que los agentes pudieron encontrar en el asfalto unos metros m¨¢s all¨¢. El marido, que iba con ella, cont¨® que el d¨ªa anterior unos desconocidos les hab¨ªan pegado y se hab¨ªan fugado. Los polic¨ªas lo comunicaron a la comisar¨ªa de Chamart¨ªn.
Una UVI m¨®vil del Ayuntamiento de Madrid la llev¨® al hospital. All¨ª, en su habitaci¨®n de la octava planta, dej¨® un recuerdo de l¨¢stima y suciedad. Una mujer guineana, tambi¨¦n ingresada, tuvo que servirle de int¨¦rprete, en el limitado franc¨¦s que habla. Mar¨ªa y Visine dejaron Timisoara, en Rumania, y emigraron a Alemania. "All¨ª estaban bien, recib¨ªan ayuda", cuenta el gitano-portavoz, "pero les convencieron de que vinieran a Espa?a: mucho dinero, trabajo".
El portavoz saca del bolsillo, en un papel sobado, una lista de nombres con el mismo apellido, cuyo l¨ªder, llamado Jon, es un "terrorista, que ha estado en la c¨¢rcel 15. a?os en Ruman¨ªa por matar". Son ellos quienes les pegaron, dicen, aunque a la polic¨ªa les contasen que eran desconocidos. Esa familia les introdujo hace tres meses en Espa?a en una camioneta, ilegalmente. Luego, seg¨²n cuenta el hombre, se quisieron cobrar el favor. "Les pidieron 500.000 pesetas. Y cada d¨ªa se llevaban, con amenazas, todo el dinero que Mar¨ªa y Visine sacaban de mendigar".Ajuste de cuentas
El pasado martes, "en la zona de Barajas, esos hombres se presentaron y les pidieron el dinero porque el jefe quer¨ªa salir de Espa?a", prosigue el portavoz en espa?ol pedestre, "se quisieron llevar al ni?o, Visine le protegi¨®, y le dieron golpes". Visine vence su cabeza con gesto de dolor, se levanta la camisa y deja al aire un par de se?ales. "Y a ella la agarraron del pelo y le tiraron al suelo y le pusieron la rodilla encima y la dieron patadas". Al ni?o no se lo llevaron; la furgoneta donde viv¨ªan, s¨ª. Mar¨ªa sangr¨® y sangr¨®. Al d¨ªa siguiente, su embarazo de tres meses qued¨® destrozado.
"Hubieran sacado un mill¨®n o mill¨®n y medio si vend¨ªan al ni?o, f¨ªjate", prosigue el portavoz, que en todo momento se impone entre los gitanos. "Y ahora, ?d¨®nde van? tambi¨¦n se llevaron la camioneta que se la hab¨ªa dejado yo".
Fuentes cercanas a la familia dijeron ayer que la reyerta que pudo provocar el aborto se debe previsiblemente a "un ajuste de cuentas entre la misma familia de gitanos". "Unos y otros son de la misma sangre. Las acusaciones y las versiones contradictorias de unos y de otros se cruzan", aseguraron.
Ni carne, ni casa
?Esa se?ora? Ya se ha marchado, y mejor; ya me ol¨ªa mal a m¨ª, ya. No ten¨ªa ni carn¨¦, ni casa, ni nada". As¨ª hablaba ayer una sanitaria de La Paz. Mar¨ªa ya se hab¨ªa ido, y dej¨® detr¨¢s, entre las mujeres que compartieron cuarto con ella, el desasosiego, cuando, por se?as, trat¨® de contar su historia. "Ten¨ªa ganas de hablar, se sent¨ªa perdida", contaba Montse, que tambi¨¦n se recuperaba de un aborto, "le dec¨ªa al m¨¦dico que no sent¨ªa dolor para poder irse, pero cuando le dieron el alta, no sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa". Y Mar¨ªa, que dice que no tiene d¨®nde vivir porque se llevaron su furgoneta, se, qued¨® deambulando por los pasillos de la Paz, a esperar a que apareciese alguien de su prole. Mar¨ªa s¨®lo ense?a un carn¨¦: el de la Comisi¨®n Cat¨®lica de Emigraci¨®n, con fecha de es te mismo mes. Esta organizaci¨®n no gubernamental (ONG), que asegura que en 1991 ayud¨® a tramitar el asilo a 3.000 personas, le dio el carn¨¦ para que se pudiera identificar, pero no sabe a ciencia cierta cu¨¢ndo entr¨® en Espa?a. "No quieren a los gitanos en Ruman¨ªa", comentaba un representante.
En 1991, 813 rumanos solicitaron asilo. S¨®lo 110 peticiones fueron resueltas, y ¨²nicamente 24 personas se convirtieron en asilados. Los rumanos s¨®lo suponen un 10% de los 8.138 personas que el a?o pasado, pidieron asilo en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.