"La violencia de ETA dificulta la autodeterminaci¨®n"
Txema Montero llev¨® a HB a su mejor resultado electoral (360.952 votos en las europeas de 1987), pero eso no impidi¨® su expulsi¨®n fulminante el pasado 10 de junio por exponer sus ideas, cr¨ªticas hacia la violencia y favorables a tomar el marco legal vigente como punto de partida. Abogado, de 38 a?os, y animador de las investigaciones sobre los GAL o el asesinato de su maestro pol¨ªtico, Santiago Brouard, Montero afirma, en la primera entrevista que concede desde su expulsi¨®n, que ETA se ha convertido en un obst¨¢culo.
Pregunta. ?Es amargo el sabor de la derrota?Respuesta. Sobre todo si no se, aprende de ella. Para m¨ª es agridulce. Mi derrota es una victoria de futuro. Las ideas se van imponiendo aunque se expulse al que las expone, despu¨¦s de trabajar intensa y apasionadamente 14 a?os. En los pr¨®ximos meses veremos cambios pol¨ªticos en Euskadi que van a deparar una normalizaci¨®n y, por tanto, un sentimiento mucho m¨¢s dulce.
P. No hablaba de derrota personal, sino de su autocr¨ªtica respecto a la lucha armada. ?C¨®mo se llega a una revisi¨®n tan radical despu¨¦s de 14 a?os?
R. Es una consecuencia de la percepci¨®n que veo en nuestro pueblo. No podr¨ªa ponerle una fecha, la muerte de Yoyes o Hipercor. Ser¨ªa inexacto. Cuando la gente te empieza a preguntar un porqu¨¦ tras otro y buscas respuestas cada vez m¨¢s sofisticadas, al final ya no tienes respuesta. Lo que me preocupaba era si ETA y la lucha! armada tienen un rol, un papel que desempe?ar. Mi conclusi¨®n es que no.
P. Ya que lo ha citado, ?qu¨¦ pens¨® el d¨ªa que estall¨® la bomba en Hipercor?
R. Que era el c¨¦nit del militarismo de ETA. En una coyuntura muy favorable para lo que se ha dado en llamar el movimiento de liberaci¨®n nacional vasco, cuando por primera vez HB era la primera fuerza electoral en las Vascongadas, ETA intent¨® vanguardizar la situaci¨®n dando un salto cualitativo. Fue el c¨¦nit y quiz¨¢ el comienzo del ocaso.
P. Usted hace algo m¨¢s preocupante para ETA que condenar la violencia, afirma que es un factor de regresi¨®n pol¨ªtica.
R. Todos los movimientos de emancipaci¨®n nacional han precisado la unidad de acci¨®n de las fuerzas que se reconocen en el objetivo de la independencia. ETA tuvo un enorme valor de l¨ªder simb¨®lico y catalizador de estas fuerzas, incluso para mucha gente que no estaba de acuerdo con sus m¨¦todos. La inflexi¨®n se produce cuando un sector importante del pueblo rechaza los objetivos si se emplean determinados m¨¦todos y concluye que no vale la pena la independencia si produce a su paso desolaci¨®n, tragedia, enfrentamiento entre vascos que aspiran a ese ideal. ETA empieza a ser un factor de regreso desde que preocupa m¨¢s a los vascos la lucha armada que los objetivos pendientes.
P. ?Le han hecho un favor ech¨¢ndole ... ?
R. No ...
P. ?Le han liberado de una carga o le han dado m¨¢s libertad de opini¨®n?
R. No, no. Claro, ahora no me quedan ligaduras ni disciplinas, tengo m¨¢s posibilidades de expresi¨®n.
P. ?D¨®nde radica la diferencia entre la anterior Mesa Nacional y la que le ha expulsado?
R. Ahora hay gente m¨¢s joven y gran parte de ellos son liberados de HB. Muchos proceden de KAS. Son los tres elementos que me parecen definitorios.
P. ?Se imagina en HB de nuevo o es una p¨¢gina cerrada?
R. Los vascos somos muy obstinados. Miro hacia, atr¨¢s y no s¨¦ si en Euskadi encuentro un solo caso de hijo pr¨®digo.
P. ?Su ejecuci¨®n pol¨ªtica la decidi¨® KAS?
R. Me da la impresi¨®n de que era una cita anunciada. El vaso particular de algunos se iba colmando. Desde Hipercor, pero sobre todo desde 1989, se hablaba muy cr¨ªticamente de mis posiciones en boletines de KAS y otros documentos internos.
P. Ahora que sostiene que ETA tiene que acabar, ?no cree que se pod¨ªan haber ahorrado estos ¨²ltimos 10 a?os?
R. No s¨¦ si las cosas pod¨ªan haber sido diferentes a como fueron. La pregunta se le pod¨ªa hacer igual al Gobierno espa?ol.
P. ?Y si HB se hubiera decidido a hacer pol¨ªtica hace 10 a?os?
R. Las cosas no son as¨ª de sencillas. El nacimiento de HB lleva impl¨ªcita la desactivaci¨®n armada de ETA, es una cuesti¨®n de desarrollo pol¨ªtico. Tampoco desde el Gobierno se ha hecho lo m¨ªnimo para favorecer esta opci¨®n preferencial de lo pol¨ªtico sobre lo armado. Ha hecho una pol¨ªtica de intentar ganar por goleada, de creerse -y ¨¦se es el error- que el fin de la violencia pol¨ªtica llevaba consigo el fin de los anhelos de libertad e independencia de los vascos.
P. ?Uno empieza a cambiar de ideas cuando se da cuenta de que no va a ganar?
R. No... Al final, una cosa son los objetivos que persigues; otra, los medios que tienes que emplear; otra, los medios que est¨¢ dispuesta a aceptar la sociedad donde est¨¢s incluido, y otra, el coste que producen todos estos factores. En 1981 comprendimos que no era posible la victoria y se empieza a hablar de negociaci¨®n. En 1989, en Argel, entendemos que no es posible una negociaci¨®n sin un consenso enorme. Vamos encontrando respuestas, pero tambi¨¦n la sociedad se va moviendo y nos va cambiando las preguntas.
P. ?Qu¨¦ fall¨® en Argel para romper una situaci¨®n que algunos a?oran ahora desde ETA?
R. Algunos la a?oraban a los cuatro meses. Creo que a las partes les entr¨® v¨¦rtigo, cuando se trataba precisamente de lograr un proceso en el que le fuera costos¨ªsimo a cualquiera de las dos apearse en marcha. Pocos meses despu¨¦s se ve¨ªa qui¨¦n hab¨ªa sacado r¨¦ditos y qui¨¦n no.
P. En todo caso, ahora est¨¢ claro qui¨¦n est¨¢ mejor que entonces y qui¨¦n est¨¢ peor, qui¨¦n se equivoc¨® m¨¢s y qui¨¦n se equivoc¨® menos.
R. S¨ª, en lo que se refiere al conocimiento de sus propias fuerzas y de las fuerzas del adversario. ETA despej¨® demasiado r¨¢pidamente la variable de Argel. Fue un error t¨¢ctico monumental el emplazamiento al Gobierno tal como se hizo.
P. ?ETA acabar¨¢ pura y simplemente o ir¨¢ perdiendo influencia poco a poco?
R. La derrota policial es altamente improbable y causar¨ªa un ensoberbecimiento de los aparatos policiales muy peligroso. Otra posibilidad es el mantenimiento de rescoldos de violencia pol¨ªtica o callejera. La tercera, que ETA llegue a alg¨²n tipo de acuerdo con el Estado y a un cese de hostilidades, le abrir¨ªa la posibilidad de reconvertirse en fuerza pol¨ªtica a trav¨¦s de KAS.
P. ?Y no le parece que cuando acepte cambiar armas por presos puede ser otra vez demasiado tarde?
R. Podr¨ªa ocurrir, si la negociaci¨®n de ETA con el Gobierno y la b¨²squeda del consenso entre los partidos se producen como hechos aislados. Ahora HB est¨¢ conversando con el PNV, va a hacerlo con Euskal Ezkerra y con Eusko Alkartasuna y ha invitado al PSOE. Si el consenso supone que va a haber receptividad pol¨ªtica a esa soluci¨®n t¨¦cnica, vamos avanzando.
P. ?Y el PP?
R. A m¨ª ya no me asombra nada. Hemos visto partidos conservadores resolviendo m¨¢s f¨¢cilmente que partidos progresistas problemas de violencia pol¨ªtica. Me preocupa m¨¢s la metodolog¨ªa de resoluci¨®n del conflicto, el tener claros los objetivos pol¨ªticamente razonables e hist¨®ricamente posibles. No s¨¦ si ETA y el Gobierno han llegado a precisar cu¨¢les son esos objetivos.
P. El frente abertzale que propone, ?es un requisito para el final de ETA o puede ser un coadyuvante?
R. Un acuerdo de unidad de acci¨®n de las fuerzas nacionalistas ayudar¨ªa mucho. Un frente amplio abertzale vendr¨¢ dado en circunstancias ahora no previsibles y relacionadas con alguna disyuntiva, en el momento en que el marco pol¨ªtico no d¨¦ m¨¢s de s¨ª.
P. Mientras ETA no abandone la violencia, no parece posible.
R. Lo tengo absolutamente claro. La lucha armada es un factor disfuncional. Impide la unidad de las fuerzas abertzales y dificulta la consolidaci¨®n de un frente pol¨ªtico que reclame la autodeterminaci¨®n y la independencia. Punto.
P. ?Y qui¨¦n convence a ETA?
R. La sociedad, como siempre. ETA tiene olfato pol¨ªtico y se dar¨¢ cuenta en cuanto haya indicios de una unidad de acci¨®n de los abertzales, que es lo mismo, que decir en cuanto caiga en la cuenta de que la persistencia de la lucha armada es el obst¨¢culo y que la unidad de acci¨®n de los nacionalistas no tiene ninguno de los inconvenientes de la lucha armada y s¨ª todas las ventajas.
P. ?C¨®mo pueden conseguirse la autodeterminaci¨®n y la unidad con Navarra?
R. Para m¨ª es prioritario dotarnos vascongados y navarros de instituciones comunes.
P. ?Y si los navarros no quieren?
R. Tendremos que pasar por ello, naturalmente, y saber que el Estado que vamos a preconizar est¨¢ mutilado.
P. ?La radicalizaci¨®n del nacionalismo vasco no le aleja cada vez m¨¢s de Navarra?
R. Habr¨¢ que verlo. Navarra ha sido un crisol para los vascos y es la comunidad m¨¢s din¨¢mica entre nosotros, por sus cambios sociales y su movilidad pol¨ªtica.
P. Pero el nacionalismo vasco apenas representa un tercio de los votos.
R. Si tenemos que creer a Jos¨¦ Miguel de Barandiar¨¢n, los vascos llevamos 600.000 a?os sobre el mismo suelo. ?Nos vamos a preocupar por lo que ha ocurrido en los ¨²ltimos encuentros electorales en 12 a?os?
P. ?Y el derecho de autodeterminaci¨®n?
R. ?se es un problema fundamentalmente de los espa?oles. Tienen que llegar a la conclusi¨®n de que su democracia ser¨¢ insana mientras no se reconozca el derecho de autodeterminaci¨®n de las minor¨ªas nacionales. Cuando se conviva con esa hip¨®tesis, habremos ganado much¨ªsimo todos.
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