Y¨¦lev y la estabilidad de los Balcanes
Los europeos estamos acostumbrados a las malas noticias de los Balcanes. La ca¨ªda del sistema comunista en Yugoslavia coincidi¨® con una explosi¨®n de las pasiones nacionalistas y del separatismo, con la reaparici¨®n de odios que parec¨ªan sepultados desde el final de la 11 Guerra Mundial. En este contexto, fascina la figura de Yeliu Y¨¦lev, el presidente de otro pa¨ªs balc¨¢nico, Bulgaria. Este soci¨®logo y fil¨®sofo, expulsado hace 30 a?os del partido comunista por criticar a Lenin, se convirti¨® en uno de los l¨ªderes de la oposici¨®n democr¨¢tica en su pa¨ªs. Y¨¦lev, de 57 a?os, es el ejemplo t¨ªpico de los intelectuales europeos de su generaci¨®n que se dejaron embaucar por el marxismo y luego dedicaron toda su energ¨ªa a la lucha contra el totalitarismo. Largos a?os vivi¨® marginado, pero en cuanto el empuje democr¨¢tico se impuso apareci¨® como una de las principales figuras. Y¨¦lev desempe?a en Bulgaria un papel similar al de V¨¢clav Havel en Checoslovaquia y Bronislaw Geremek o Tadeusz Mazowiecki en Polonia. Todos pertenecen a la n¨²sina corriente de pensadores y luchadores que combatieron por reemplazar a las dictaduras por democracias parlamentarias basadas en la econom¨ªa de mercado. Para todos ellos, el denominador com¨²n es un anticomunismo ilustrado que no busca la sustituci¨®n de la doctrina marxista por la de la revancha anticomunista. Hace muy poco pude hablar personalmente de todo eso con Y¨¦lev y le pregunt¨¦ si no tem¨ªa que la depuraci¨®n anticomunista generase una nueva forma de apartheid o de macartismo. "Para m¨ª, la descomunizaci¨®n es un complejo proceso pol¨ªtico, social y econ¨®mico, y se conseguir¨¢ cuando se liquiden todos los vestigios del totalitarismo".Y¨¦lev se opone a las leyes de descomunizaci¨®n porque por fuerza tienen que estar enfiladas contra grupos de la sociedad enteros y tienen que basarse en la responsabilidad colectiva. Subraya que esas soluciones violar¨ªan los acuerdos internacionales firmados por Bulgaria y las normas de su propia Constituci¨®n que defiende los derechos y libertades del hombre.
Pero para Y¨¦lev hay otro aspecto no menos importante, que son los intereses de la econom¨ªa del pa¨ªs. "Si despedimos a todos los directores de las empresas estata.les por haber sido comunistas", me dijo, "nos veremos obligados a reemplazarlos por personas peor preparadas. En la econom¨ªa podr¨ªamos poner parches, pero ?c¨®mo podr¨ªamos resolver la expulsi¨®n de sus cargos de todos los mandos militares?". Y¨¦lev ha dicho cien veces que se opondr¨¢ a cualquier ley de descomunizaci¨®n, y lo har¨¢. Para el presidente b¨²lgaro, la superaci¨®n del pasado totalitario y el desplazamiento de la ¨¦lite anterior se conseguir¨¢n mediante la transformaci¨®n de la econom¨ªa.
"Hay que castigar a los autores de delitos, pero no porque fueron comunistas, sino porque fueron delincuentes me repiti¨® varias veces.
El presidente b¨²lgaro rechaza el chovinismo y afirma que se trata de un arma muy ¨²til. para el totalitarismo comunista en retirada. "?C¨®mo podr¨ªan restablecer los comunistas su poder totalitario si no fuese con ayuda del nacionalismo?', me pregunt¨®, y coincid¨ª con ¨¦l que ¨¦sa era la v¨ªa m¨¢s prometedora para ellos.
Los comunistas b¨²lgaros tambi¨¦n trataron de valerse del nacionalismo para vencer a la oposicion. Reavivaron los sentimientos antiturcos afirmando que los turcos eran la quintacolumna que trataba de reconstruir el imperio otomano en los Balcanes. Se presentaban como los ¨²nicos patriotas aut¨¦nticos y lograron desatar un b¨¢rbaro nacionalismo en la campa?a electoral de 1992, durante la cual no vacilaron en acusar al propio Y¨¦lev de ser de origen turco. "No me preocupar¨ªa serlo, pero ocurre que no lo soy", me dijo riendo.
Por lo que pude ver en Bulgaria durante la visita que hice, su sociedad ha rechazado el nacionalismo, pero nadie puede garantizar, y Y¨¦lev tampoco lo hace, que no vuelva a resurgir con nueva fuerza.
"Cuando surgi¨® el problema de Eslovenia y Croacia advert¨ª a quien quiso escucharme de que Yugoslavia se convertir¨ªa en el L¨ªbano de Europa", me confes¨® Y¨¦lev. Y la realidad le ha dado la raz¨®n. En la antigua Yugoslavia hab¨ªa demasiadas fricciones pol¨ªticas, ¨¦tnicas, religiosas y sociales, as¨ª como rivalidades internacionales, como para que se pudiesen subestimar. La CE debi¨® actuar con m¨¢s energ¨ªa desde el primer momento, pero no lo hizo y las consecuencias est¨¢n ah¨ª: decenas de miles de muertos, millones de refugiados y ciudades enteras arrasadas. ?Qui¨¦n podr¨¢ extirpar un odio que ya ha echado profundas ra¨ªces? Generaciones enteras de antiguos yugoslavos tendr¨¢n que vivir con ese repugnante sentimiento.
Y¨¦lev opina que la desgracia yugoslava se pudo evitar. Habl¨® de ello en agosto del a?o pasado con el subsecretario de Estado norteamericano, Eagleburger, y anteriormente con Hans Dietrich Genscher, Helmut Kohl y con Frangois Mitterrand. Les pidi¨® garant¨ªas para las fronteras que ten¨ªan las rep¨²blicas yugoslavas dentro de la Federaci¨®n y para las minor¨ªas ¨¦tnicas. Todos sus interlocutores le dieron la raz¨®n, pero la CE, paralizada por sus d¨ªferencias internas, no hizo nada, y los serbios, sus dirigentes neocomunistas y sus generales aprovecharon la situaci¨®n.
Y¨¦lev teme que si la CE no act¨²a en¨¦rgicamente y Estados Unidos no presiona a trav¨¦s de la ONU, el conflicto yugoslavo se extender¨¢ a Kosovo, regi¨®n habitada en un 90% por la minor¨ªa albanesa. "Si eso sucedC, me dijo Y¨¦lev, Ia guerra llegar¨¢ tambi¨¦n a Macedonia, y en ese caso se convertir¨¢ en una guerra de todos contra todos".
El presidente b¨²lgaro suele decir que oficialmente es un centrista, pero en realidad es liberal. Esa posici¨®n le convierte en c¨®modo blanco de furibundas cr¨ªticas de los ex comunistas y de los partidarios de la purga anticomunista, de los populistas. Sin embargo, Bulgaria sorprende a Europa con su estabilidad interna y hay que recalcar que en gran medida se debe a la actitud sensata del presidente. Pero, ?tendr¨¢ m¨¢s suerte que Mazowiecki y Havel, que fueron desplazados por las fuerzas radicales? Es dif¨ªcil responder hoy a esta pregunta, pero, por la cuenta que le trae, toda Europa debe desear al presidente b¨²lgaro mucho ¨¦xito en su gesti¨®n.
es historiador y director del diario polaco Gazeta Wiborcza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.