Torero de gestos
Mart¨ªn Pareja Obreg¨®n es torero de gestos. De numerosos y variados gestos: estrena medias blancas, sonr¨ªe al p¨²blico, imita los andares de un paso de palio, le ri?e a los toros, ordena y manda a la cuadrilla, mira con cara de pocos amigos al presidente, brinda un toro a un grupo de j¨®venes ataviadas con la mantilla espa?ola, brinda otro toro a miss Espa?a, mueve la cabeza cuando las cosas no salen, habla solo... Torero de gestos, pero no de gestas.La verdad es que se enfrent¨® a una corrida de animales que llaman toros que ha dejado en muy mal lugar a los toros bravos. Burras sin raza, sin fuerza, sin bravura, muy deslucidas. Una corrida mala de solemnidad, insufrible para los espectadores y, por supuesto, tambi¨¦n para el torero.
V¨¢zquez-Garc¨ªa / Mart¨ªn Pareja Obreg¨®n
6 toros de Alejandro V¨¢zquez y Alejandro Garc¨ªa, mansos, flojos, sin raza y deslucidos. El tercero, inv¨¢lido. Mart¨ªn Pareja Obreg¨®n, en solitario, dos pinchazos y media (silencio); pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n); tres pinchazos y estocada (silencio); cuatro pinchazos y media (silencio); cuatro pinchazos y estocada baja, un descabello y aviso (silencio); cuatro pinchazos, media perpendicular y aviso (divisi¨®n). Plaza de la Real Maestranza, 14 de agosto, media entrada
Porque Mart¨ªn Pareja Obreg¨®n no es torero para gestas. Dicen que su toreo es sevillano, artista, pinturero y florido. Es, las m¨¢s de las veces, un toreo epid¨¦rmico: se queda en detalles, en florituras, en gestos. Todo, cuando sale, bonito, pero sin profundidad.
Los alejandros no le dieron facilidades, pero el torero no estuvo a la altura de las circunstancias. De entrada, se mostr¨® como un p¨¦simo matador. Nada menos que 18 pinchazos a lo largo de la tarde. Despu¨¦s, nada digno de menci¨®n con el capote y menos con la muleta. Muchos silencios, pues, de un p¨²blico partidario, pero exigente. Le falt¨® decisi¨®n para afrontar las adversidades.
El diestro prob¨® la suerte de los seis toros como quien tiene ganada la partida de antemano. Y se desanim¨® ante los problemas que se le presentaron. En el cuarto toro sonaron los primeros pitos. Al final, sin una sola vuelta al ruedo, fue despedido con una divisi¨®n de opiniones cari?osa.
Comenz¨® animoso ante el primero, un dechado de soser¨ªa. Mejor¨® el segundo toro, m¨¢s toreable, pero no mejor¨® el torero: muleta retrasada y exceso de pico. Todav¨ªa segu¨ªa sonriente.
El tercero fue un inv¨¢lido que el presidente no devolvi¨® (el gesto de la autoridad se lo agradecer¨¢ el empresario). En el cuarto toro se raj¨® el torero. Lo brind¨® al p¨²blico, pero no correspondi¨® al brindis. Prefiri¨® la comodidad de las tablas al centro del ruedo, y el manso se raj¨® pronto. Los dos ¨²ltimos fueron dos aut¨¦nticas burras.
Mucho silencio y menos nueces para quien ten¨ªa la esperanza de que lo llevaran a hombros hasta el cercano pueblo de Villanueva del Ariscal, donde reside su pe?a. Entre los descastados toros y el des¨¢nimo de Mart¨ªn, se fue al traste la brillante idea de los pe?istas. La verdad es que hubiera sido un nuevo gesto de Mart¨ªn.
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