El gran ridículo
No tienen más de 20 a?os, todo por hacer en el toreo, y se permiten el más grande de los ridículos en una feria de solera como la de Málaga. Increíble, pero cierto. Hay que verlo para creerlo: una ganadería comercial, una corrida con la que suefian todos los toreros: bien presentada, floja de salida, cogida con alfileres en el caballo, pero con un son extraordinario en la muleta; nobilísimos toros, con halo de santidad el. primero, el tercero, el quinto y el, sexto. Toros que regalaban orejas, toros para el triunfo, toros para desarrollar todos esos sentimientos que dicen los toreros que llevan dentro.Pues ni una vuelta al ruedo, ni un pa?uelo en los tendidos en toda la tarde. Y la sensación de que el futuro de la fiesta no está en las manos de estos íóvenes sin ilusión, figuritas de porcelana que han hecho de la comodidad su bandera. Uno (Ponce), por una exquisita frialdad; el otro (Caballero), porque es la frialdad sin exquisiteces, y el tercero (Chamaco), porque es la vulgaridad andante, entre los tres han escrito uno de los grandes fracasos del a?o.
Torrealta / Ponce, Caballero, Chamaco
Seis toros de Torrealta, bien presentados, flojos y muy nobles; el 4? inválido; destacaron en el último tercio 1?, 3?, 5? y 6?. Enrique Ponce: tres pinchazos, estocada y un descabello (ovación); dos pinchazos -aviso- y cuatro descabellos (ovación). Manuel Caballero: estocada baja (ovación); estocada y un descabello (palmas). Antonio Borrero, 'Chamaco': dos pinchazos (palmas); estocada (ovación). Plaza de toros de Málaga, 19 de agosto. Tres cuartos de entrada.
Ponce estará cansado. De lo contrario no se entiende su conformismo. Ya se sabe que torea bien. Muchas veces, lo que compone muy bien es la figura, y la gente aplaude mucho. Pero eso es porque a gran parte del público le importa más el movimiento de ballet que la profundidad del toreo. Ponce estuvo lo que se dice afeado, que es como decir que despachó con suficiencia lo que tuvo delante.
Si fracasó Ponce, que compuso la figura, imagínense Caballero, que en su primer toro fue incapaz de superar la sosería del animal, y estuvo muy por debajo del quinto, noble y repetidor.
El lote más bendito le cayó en desgracia a Chamaco. El muchacho tiene mucha voluntad, pero por lo visto en Málaga, parece la negación del toreo. Es de una vulgaridad que asombra. Mete el miedo en el cuerpo con eléctricos pases de rodillas, pero cuando pone las zapatillas en la arena, mantazo va y mantazo viene, el público que comenta la feria, el de los refrescos que hace su agosto, la música que se aburre... No interesa nada.
Interesar, lo que se dice interesar, no interesó ninguno.
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