El timo de la burra
Que se sepa, el llamado "timo de la burra", se produce s¨®lo en las plazas de toros. No es nuevo, pero est¨¢ tomando un auge inusitado. Tiene, adem¨¢s, una particularidad: siempre se lleva a cabo en presencia y con el consentimiento de la autoridad. El sistema es sencillo: las v¨ªctimas -generalmente, varios miles-, compran una entrada que, por t¨¦rmino medio, les viene a costar unas 6.000 pesetas para presenciar lo que se anuncia como una "grandiosa corrida de toros". El p¨²blico, inocente y confiado, se la promete feliz. Pronto se da cuenta del enga?o. Los espectadores no saben muy bien lo que es un toro, porque, la verdad, no se suele ver con frecuencia; pero, m¨¢s o menos, entiende que es un animal salvaje, fiero, fuerte, con dos pitones y que mete el miedo en el cuerpo.
Arribas / Mu?oz, Joselito, Chiquil¨ªn
Cuatro toros de Antonio Arribas, inv¨¢lidos y mansos; y dos de Gavira, sobreros, 4? y 6?, -en sustituci¨®n de dos devueltos por inv¨¢lidos-, mansos y nobles.Emilio Mu?oz: estocada perpendicular y un descabello (ovaci¨®n); estocada que asoma (vuelta). Joselito: pinchazo y casi entera (ovaci¨®n); estocada (palmas). Chiquil¨ªn: un pinchazo (silencio); dos pinchazos y estocada (palmas). Plaza de toros de M¨¢laga, 22 de agosto. Media entrada.
As¨ª las cosas, pronto comprenden que han sido v¨ªctimas de un timo. Lo que sale al ruedo no son toros, sino burras. Eso s¨ª, las pintan de negro, pero r¨¢pidamente demuestran su condici¨®n: inv¨¢lidas, descastadas e inservibles, como es l¨®gico, para la lidia. Los espectadores protestan, pero nada tiene ya remedio. El enga?o se ha consumado.
Toros enfermos
En M¨¢laga, devolvieron a los corrales dos supuestos toros, pero la autoridad ten¨ªa que haber devuelto los seis, todos ellos inv¨¢lidos. M¨¢s que inservibles, enfermos. Pero la autoridad no devuelve m¨¢s porque no quedan sobreros, y temen que se produzca un altercado de orden p¨²blico. Conclusi¨®n: para evitar el posible desorden se acepta el timo.Las burras de Antonio Arribas no admitieron un pase. No pod¨ªan con su cuerpo. No hay nada m¨¢s aburrido que un se?or delante de una cosa negra grit¨¢ndole ?eh, eh!, y la cosa, con cara de animal extra?ado, que lo mira y, de vez en cuando, atiende la llamada con la ilusi¨®n de que lo deje en paz.
Joselito no pudo ni decir aqu¨ª estoy. Chiquil¨ªn debut¨®, pero como si nada. En el ¨²ltimo, que iba y ven¨ªa, estuvo soso y sin convicci¨®n. El ¨²nico que tore¨®, porque lo dejaron y sabe hacerlo fue Emilio Mu?oz. Ya hab¨ªa dejado destellos de su clase en el primero, el menos burra de sus hermanos. Despu¨¦s, sobresali¨® en el cuarto, un sobrero de Gavira, manso y noble. Con temple, en el sitio y en la distancia, Mu?oz devolvi¨® a los aficionados la alegr¨ªa del toreo. Largo y templado por ambas manos, dibuj¨® series con un trazo exquisito. Pero mat¨® mal. Vaya tarde...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.