Refer¨¦ndum decisivo
EL CLIMA de des¨¢nimo por la impotencia de Europa para detener la sangr¨ªa de los Balcanes puede tener consecuencias especialmente. preocupantes en Francia, donde los ciudadanos deben pronunciarse el 20 de septiembre sobre el Tratado de Maastricht, del que depende la continuidad del proyecto comunitario. Es probable que, como ya ocurriera con ocasi¨®n del ¨²ltimo refer¨¦ndum convocado por el general De Gaulle, los ciudadanos aprovechen la convocatoria para expresar mediante el voto negativo su rechazo a la pol¨ªtica del Gobierno o su p¨¦rdida de confianza en el presidente Mitterrand tras 11 a?os en el poder.El m¨¦todo del refer¨¦ndum es en s¨ª mismo propicio al voto confuso. Obliga a elegir entre el s¨ª y el no en relaci¨®n a asuntos complejos, que exigir¨ªan matizaciones. Por otra parte, y cualquiera que sea el asunto sometido a consulta, es casi inevitable que factores ajenos a ella resulten m¨¢s determinantes que la opini¨®n sobre el asunto mismo. Los ¨²ltimos sondeos realizados en Francia indican un fuerte retroceso del voto positivo. A principios de junio se pronunciaba por el s¨ª el 69% de las personas que ya ten¨ªan una opini¨®n formada; los indecisos o abstencionistas se situaban en torno al 40%. Desde entonces, ese 69% se ha reducido al 54% a principios de julio, y al 53% a principios de agosto. Tal evoluci¨®n s¨®lo se explica si se pone en relaci¨®n con el disgusto general hacia la pol¨ªtica gubernamental. Pero sin duda tiene que ver tambi¨¦n con la impotencia europea ante lo que est¨¢ ocurriendo en los Balcanes.
Dos tesis se enfrentan sobre el tema. Los entusiastas de Maastricht aportan dos argumentos serios: primero, si la Comunidad Europea no existiese, la guerra en los Balcanes se hubiese convertido ya en un conflicto generalizado. Segundo, la incapacidad demostrada por Europa ante el estallido de Yugoslavia demuestra que la unidad europea no es a¨²n bastante fuerte. Maastricht tiende a reforzarla. Luego votar s¨ª es crear condiciones para que Europa tenga mayor capacidad para actuar en los futuros conflictos internacionales.
Frente a ello, los partidarios del no consideran que la incapacidad de los Gobiernos para ponerse de acuerdo en tomo a una cuesti¨®n tan apremiante demuestra que no existen condiciones para crear una unidad europea con una sola moneda y una pol¨ªtica exterior com¨²n. Las cosas no est¨¢n maduras. Maastricht expresa una ilusi¨®n que no tiene base real. Hay, pues, que rechazarlo.
El resultado del 20 de septiembre depender¨¢ en gran medida del impacto de estas dos argumentaciones. Pero junto a ello existe el factor decisivo de la p¨¦rdida de popularidad de Mitterrand y de los socialistas en general. Hasta tal punto que algunos diputados de esa corriente han opinado que, para que gane el s¨ª, lo mejor es que tanto el partido como el Gobierno y el presidente permanezcan callados durante la campa?a. Pero ello significar¨ªa dejar el campo libre a los propagandistas del no.
Mitterrand ha optado por el camino contrario. Una gran campa?a, orquestada por el ministro de Educaci¨®n y Cultura, Jack Lang, va a difundir los argumentos del s¨ª con participaci¨®n de artistas, escritores y un gran concierto de clausura. Es cierto que en los partidos de la oposici¨®n tambi¨¦n hay defensores del s¨ª: Giscard d'Estaing, claramente; Chirac, con timidez. Pero lo cierto es que. los dirigentes de la oposici¨®n que hacen campa?a por el no muestran una actividad desbordante, mientras los europe¨ªstas de derecha est¨¢n pasivos y casi silenciosos. Todo ello tiende a dar afrefer¨¦ndum, el car¨¢cter que a Mitterrand le interesar¨ªa evitar por todos los medios: que el franc¨¦s ante las urnas piense poco en Europa y, en cambio, se determine por el deseo de castigar con el no a un Mitterrand del que est¨¢ ya cansado.
En todo caso, el voto de los franceses el 20 de septiembre ser¨¢ trascendental para Europa. Un no echar¨ªa abajo los avances logrados en un largo proceso de aproximaci¨®n y trabajo en com¨²n de los Gobiernos europeos. Ser¨ªa estimular las tendencias de disgregaci¨®n nacionalista que tienen efectos tan desastrosos en el Este Para el futuro de Europa conviene un s¨ª de los franceses lo m¨¢s claro posible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.