Negreros de patera

CON LOS 195 inmigrantes ilegales detenidos ayer en las costas de Almer¨ªa son ya 400 los ciudadanos de diversos pa¨ªses africanos capturados en similares circunstancias en los ¨²ltimos d¨ªas. La semana anterior, los apresados fueron, tan s¨®lo en las playas pr¨®ximas a Tarifa, 128. En 1991, la cifra total de detenidos fue de casi 4.000. No hay datos fiables que permitan establecer qu¨¦ porcentaje suponen esas cifras en relaci¨®n al n¨²mero total de africanos que intentan arribar a Espa?a ilegalmente por el Estrecho. Algunas fuentes estiman que aproximadamente uno de cada dos consigue su objetivo. Pero lo m¨¢s dram¨¢tico es que entre quienes no lo consiguen figura un n¨²mero, impreciso pero considerable de personas que pierden la vida en el empe?o: con los cuatro cad¨¢veres rescatados el pasado fin de semana -tres en aguas de Tarifa y otro aplastado por un autocar en cuyos bajos se hab¨ªa ocultado dentro de la bodega de un buque- son ya 50 los inmigrantes ilegales de cuyo fallecimiento se tiene constancia en lo que va de a?o.La mayor¨ªa de esas v¨ªctimas lo son por asfixia o por ahogamiento. El primer caso fue tr¨¢gicamente puesto de relieve en febrero pasado por el relato de los sobrevivientes de una traves¨ªa a bordo de un pesquero en cuya bodega dijeron que se hacinaban 250 ilegales. Los casos de ahogamiento se producen en su mayor¨ªa cuando el patr¨®n de la embarcaci¨®n obliga a sus pasajeros a arrojarse al agua a 100 o 200 metros de distancia de la playa a fin de evitar ser descubierto por las patrullas.

El contraste entre las numerosas detenciones de inmigrantes ilegales y las muy escasas de esos explotadores que pilotan las lanchas (llamadas pateras) en que son trasladados no puede dejar de llamar la atenci¨®n. Seg¨²n el testimonio de vecinos de la zona, es habitual que la Guardia Civil est¨¦ esperando a los inmigrantes que llegan penosamente nadando, mientras que la embarcaci¨®n que les ha tra¨ªdo emprende tranquilamente viaje de regreso a T¨¢nger sin ser interceptada por las lanchas r¨¢pidas del Servicio de Vigilancia Aduanera.

Se ha repetido hasta la saciedad que si hay personas dispuestas a exponerse a los riesgos de tan incierta traves¨ªa es porque poderosas razones econ¨®micas, demogr¨¢ficas, sociales, les impulsan a hacerlo. Ello aconseja mantener una pol¨ªtica migratoria realista y flexible, pero no por ello se puede suprimir todo intento de regulaci¨®n de los flujos. Y sobre todo, no autoriza a seguir haciendo la vista gorda frente a los desaprensivos que se aprovechan de la necesidad de esos j¨®venes africanos para hacer engordar su siniestro negocio de negreros: entre 60.000 y 100.000 pesetas es el precio que cobran por una traves¨ªa que puede terminar en las playas de Tarifa, pero tambi¨¦n en el cuartel de la Guardia Civil o en el fondo del mar.

Cincuenta personas muertas desde enero es una cifra lo suficientemente alarmante como para adoptar medidas eficaces contra esos desaprensivos y, eventualmente, contra quienes pudieran estar, a ambos lados del Estrecho, facilit¨¢ndoles la labor mirando para otro lado'en el momento oportuno. Ello implica, desde luego, la colaboraci¨®n de las autoridades de Marruecos. Estos d¨ªas, por primera vez desde la firma del convenio correspondiente, el Ministerio del Interior de ese pa¨ªs ha aceptado hacerse cargo, a efectos de su repatriaci¨®n, de los inmigrantes ilegales procedentes de terceros pa¨ªses (Nigeria, Liberia, Ghana, hasta Sur¨¢frica) llegados a Espa?a v¨ªa Marruecos. La necesaria colaboraci¨®n en materia de emigraci¨®n pasa ahora por una en¨¦rgica acci¨®n contra esos negreros de las pateras.