"La muerte es mejor que la miseria"
Los inmigrantes norteafricanos detenidos en Almer¨ªa narran los peligros de su frustrado viaje
Habib Naouli se desparram¨® cuan largo era sobre la butaca del ferry Rozel a las dos de la madrugada de ayer. Estaba exhausto, rendido hasta la extenuaci¨®n despu¨¦s de una proeza mar¨ªtima: hab¨ªa cruzado 110 millas n¨¢uticas (209 kil¨®metros) a bordo de un barco de madera de 14 metros de eslora y cuatro de manga con otros 194 inmigrantes ilegales africanos. A ello se sumaba la desesperaci¨®n que le causaba el fracaso de su aventura. El fracaso de todos ellos. Habib Naouli cerr¨® los ojos y repas¨® los momentos de su traves¨ªa del Estrecho desde que abandonaron la playa de Bucana, situada a escasos kil¨®metros de la localidad marroqu¨ª de Nador.Sin mayor precauci¨®n que alguna ojeada furtiva y vigilante, arrastraron la barcaza hasta la orilla de la playa. De una en una, fueron saltando a su interior hasta 195 personas. Apenas qued¨® madera libre. La patera avanzaba con extraordinaria lentitud, a pesar de que contaba con dos motores fueraborda de 25 y 35 caballos de potencia.
Ninguna despedida
"?ramos muchos apenas pod¨ªamos movemos durante el viaje", recuerda Habib Naouli. Eso fue el domingo 23, a las seis de la tarde. Ten¨ªan por delante una larga traves¨ªa que dur¨® en total 41 horas, a una cansina y desesperante velocidad de 2,7 nudos (menos de cinco kil¨®metros por hora). Nadie acudi¨® a despedirles a la playa de Bucana e incluso el comerciante que les hab¨ªa proporcionado la patera para. el cruce del Estrecho se hab¨ªa ido r¨¢pidamente. A ¨²ltima hora se incorporaron otros marroqu¨ªes que no hab¨ªan sido previstos en principio.
Kaddouri y un amigo suyo acordaron subir a la barca cuando contemplaban los preparativos de sus compatriotas en la playa. Decidieron irse a Espa?a as¨ª, de repente, con un impulso espont¨¢neo y sin pensarlo m¨¢s. "?Por qu¨¦ no vamos con ellos?, le dije a mi amigo. No perd¨ªamos nada y tampoco pagamos para subir", relata Kaddouri, quien asegura que la cantidad aportada por los ocupantes que adquirieron la barca oscil¨® entre las 20.000 y las 50.000 pesetas. "No pusieron todos igual, seg¨²n lo que pod¨ªan", a?ade.
Las dos mujeres que se hab¨ªan subido a la barcaza, Habiba y F¨¢tima, parloteaban animadas sobre el futuro que les esperaba cuando llegasen a la otra orilla del Estrecho. Ambas ten¨ªan la intenci¨®n de desplazarse desde Espa?a hasta Francia, donde Habiba y su marido tienen parientes cercanos que hab¨ªan sido alertados de su llegada unas semanas atr¨¢s.
A pesar de la incomodidad del viaje, la fe en. un futuro que les permitiese olvidar la miseria en que viv¨ªan y de la que se alejaban les proporcion¨® nuevos, br¨ªos durante las primeras horas del trayecto.
Fr¨ªo y n¨¢useas
"Al principio iba bien. Pensaba en Espa?a. Despu¨¦s empec¨¦ a marearme y a pasarlo muy mal. Hice as¨ª todo el viaje, con mucho fr¨ªo y con el cuerpo totalmente dolorido", rememora F¨¢tirna en el ferry que la llev¨® ayer de vuelta a su pa¨ªs. Las n¨¢useas de F¨¢tima no fueron las ¨²nicas que se registraron en esas 41 horas de esperanza. Buena parte de los ocupantes que atiborraban la barca recorrieron las 110 millas n¨¢uticas que les separaban de la costa espa?ola entre v¨®mito y v¨®mito, a pesar de que muy pocos de ellos hab¨ªan llegado a probar un solo bocado.
"Casi nadie come en un viaje as¨ª. Si lo haces lo m¨¢s seguro es que te. marees. Yo s¨®lo beb¨ª agua y leche", cuenta Hasam Kaoshi, el ¨²ltimo de los africanos en incorporarse a la, traves¨ªa en busca de una vida mucho mejor. "V¨ª la patera cuando pasaba frente a la playa de Cabo de Aguas. Fui nadando hasta ella y me ayudaron a subir a bordo", manifiesta mientras se dirige de vuelta a su pasado.
Kaoshi, que tampoco puso ni un s¨®lo dirham pata asegurarse unos cent¨ªmetros cuadrados en el interior de la embarcaci¨®n, revive la ¨²ltima noche a bordo con temor. El crep¨²sculo hab¨ªa coincidido con un encrespamiento del mar. El oleaje, avivado, somet¨ªa a la barca a fuertes vaivenes. Arreciaron los mareos y los v¨®mitos.
Los inmigrantes m¨¢s resistentes comenzaron a achicar agua del interior de la patera. "Nos entraba agua por encima debido a Ias olas, y ten¨ªamos que volver a tirarla. Utilizamos cacharros y botellas para vaciar la barca. Fue la peor noche. Cuando sub¨ª a la embarcaci¨®n ya sab¨ªa que me estaba jugando la vida. Pero volver¨¦ a hacerlo en cuanto pueda". Kaoshi espeta finalmente: "La muerte es mejor que la miseria".
.Las ¨²ltimas horas de la traves¨ªa resultaron a¨²n m¨¢s calamitosas. Al malestar f¨ªsico, causado por los calambres y por el entumecimiento muscular, los 195 ilegales africanos agregaban sus dudas sobre el ¨¦xito final de la traves¨ªa. "Me asustaba el estado de la barca, que iba hundida en el agua. Se mov¨ªa much¨ªsimo por las olas". El recuerdo de Kaddouri prosigue con el alivio colectivo que experimentaron al divisar la franja costera en su segundo despertar a bordo. La quilla estaba comenzando a agrietarse peligrosamente.
Rumbo a la l¨ªnea terrestre, los inmigrantes estaban lejos de cavilar sobre su punto de desembarco. "Me da igual, s¨®lo buscas una parte de la costa buena como una playa", matiza Kaddouri. Estaban a 15 millas de las costas de Almer¨ªa. Avanzando muy lentamente y con el suelo inundado de agua. Ni Kaddouri ni F¨¢tima ni Hasam recuerdan a los dos pesqueros que les denunciaron, aunque pod¨ªa haber sido cualquiera de los arrastreros que se cruzaron con ellos. El Segura Ferrer y el Nuevo Portugu¨¦s, avistaron la patera a las 10.00 del martes.
Todo en vano
Hora y media despu¨¦s, cuando la barca distaba cuatro millas del puerto almeriense, la patrullera C¨®ndor V del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) les daba el alto. Para entonces, la barca no levantaba m¨¢s de medio metro sobre el agua. Cuando atracaron en el muelle, las latas de refresco vac¨ªas flotaban dentro de la barca.
Hasam Kaoshi sinti¨® rabia al comprobar que todo el sacrificio hab¨ªa resultado vano. Pero, tercia raudo: "Si quiere Dios voy a volver. ?Qu¨¦ voy a hacer? No se puede quedar all¨ª. No hay trabajo". En eso coincide con Habiba y F¨¢tima. Y tambi¨¦n con Mohamed Memoun. Para algunos de los 195 ilegales que fueron deportados ayer por el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, su ¨²ltima proeza no es novedosa. Ya lo hab¨ªan intentado y hab¨ªan sido repatriados.
Distribuidos entre dos cabinas de uno de los buques que cubren la l¨ªnea mar¨ªtima entre Almer¨ªa y Melilla, la madrugada de ayer transcurri¨® para ellos en medio de un infinito cansancio. Derrotados, muertos de sue?o y de frustraci¨®n, se hundieron en las butacas mientras eran custodiados por 20 efectivos de la unidad de intervenci¨®n que el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa hab¨ªa desplazado desde su base en Granada.
No ofrecieron resistencia a su traslado a bordo del ferry Rozel, que lleg¨® a Melilla a las ocho de la ma?ana de ayer. En menos de media hora, los 195 ilegales estaban otra vez en Marruecos tras ser entregados a las autoridades de este pa¨ªs.
La tentativa de alguno de mantenerse en suelo espa?ol fue frustada en la misma estaci¨®n mar¨ªtima de Almer¨ªa cuando los agentes descubrieron a dos inmigrantes que pretend¨ªan evitar su embarque. Uno se hab¨ªa escondido bajo un banco. El segundo se ocult¨® en el interior de una c¨¢mara frigor¨ªfica.
[Mientras, el comit¨¦ nacional del Partido Andalucista difundi¨® ayer un comunicado p¨²blico en el que manifiesta que Andaluc¨ªa "no puede actuar como gendarme ante la avalancha de los inmigrantes" procedentes del Magreb, seg¨²n informa la agencia Efe. El Partido Andalucista exige en su comunicado "al Gobierno central y a la Comunidad Europea medidas pol¨ªticas urgentes". A juicio de este partido, el Gobierno se ha "llenado la boca de progresismo y derechos humanos", mientras tolera la situaci¨®n y fomenta la xenofobia en la poblaci¨®n].
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