Huelgas salvajes: chantaje a la naci¨®n
El autor considera que el paro indefinido del transporte de mercanc¨ªas por carretera cuyo inicio est¨¢ previsto ma?ana es absolutamente injustificado. Adem¨¢s, solicita al Gobierno que adopte todas las medidas que est¨¦n en su mano para evitar que ocurra algo parecido a lo que sucedi¨® en el mes de octubre, de 1990. En aquella ocasi¨®n, y durante unos 15 d¨ªas, otra huelga del transporte por carretera paraliz¨® algunas zonas del pa¨ªs, en medio de graves y numerosos incidentes.
Ma?ana, d¨ªa 1 de septiembre algunos sindicatos (que no organizaciones empresariales y ni tan siquiera profesionales), b¨¢sicamente centrados en la zona norte de nuestro pa¨ªs, han convocado una huelga, (que no un paro de actividad como corresponder¨ªa a una protesta de car¨¢cter meramente empresarial) de transportes de mercanc¨ªas por carretera. Dicen sus portavoces que ser¨¢ un paro "largo y duro", e incluso aseguran que puede provocar desabastecimiento a la poblaci¨®n en ciertas zonas, en concreto en las tres provincias vascas.Este anuncio viene acompa?ado por las amenazas de alg¨²n sindicato agrario de provocar cortes en las carreteras espa?olas coincidiendo con la vuelta a sus domicilios de millones de familias espa?olas dispuestas a reiniciar sus tareas profesionales, dom¨¦sticas y escolares en un ambiente econ¨®mico cuasi deprimido y con expectativas de dureza en los pr¨®ximos meses reconocidas ya por el conjunto de los agentes sociales, econ¨®micos e incluso pol¨ªticos del pa¨ªs.
Quien esto escribe preside una confederaci¨®n de organizaciones empresariales de transportes de mercanc¨ªas por carretera, la Confederaci¨®n Espa?ola de Transporte de Mercanc¨ªas (CETM), con 11 organizaciones de ¨¢mbito estatal de los diversos subsectores del transporte, 48 provinciales, m¨¢s de 24.000 empresas (de ellas, y en cierta medida como reflejo de la propia estructura del sector espa?ol de transporte de mercanc¨ªas por carretera, m¨¢s de 13.000 son empresas de un solo cami¨®n, es decir, aut¨®nomos) y un parque en tomo a los 74.000 camiones. Todas estas cifras est¨¢n demostradas ante el Ministerio de Obras P¨²blicas y Transportes mediante pruebas fehacientes y que la convierte, sin ning¨²n g¨¦nero de dudas, en la organizaci¨®n de mayor nivel de afiliaci¨®n, a enorme distancia de cualquier otra, de la geograf¨ªa espa?ola.
Pero no es mi intenci¨®n hacer aqu¨ª un ejercicio de representatividad, salvo la menci¨®n anterior que entiendo obligada por cuanto, sin duda, CETM es poco conocida en t¨¦rminos generales, ya que no es su estilo provocar huelgas salvajes, cortes de carreteras, cercar ciudades y otras acciones similares de amenaza y coacci¨®n a los ciudadanos. Ni siquiera es su estilo decir baladronadas a los medios de comunicaci¨®n (desgraciadamente muy sensibles a reproducirlas de inmediato, posibilitando as¨ª la extensi¨®n de conflictos, cuando menos en su aspecto propagand¨ªstico y de atemorizaci¨®n de la poblaci¨®n y otros colectivos del sector y del conjunto de la industria espa?ola).
Es mi intenci¨®n decir que me averg¨¹enza y me indigna, como ciudadano espa?ol, como profesional, como empresario de transportes y como presidente de la mayor organizaci¨®n empresarial de transportes de este pa¨ªs, el estado actual de las cosas.
Porque si el ministro de Interior, Jos¨¦ Luis Corcuera, no lo remedia, y a m¨ª me falta fe en ese sentido por experiencias anteriores, esas baladronadas ser¨¢n verdad, como lo fueron en octubre de 1990, cuando el pa¨ªs entero estuvo durante 15 d¨ªas a merced de los convocantes minoritarios y violentos, a los que la pasividad (sin duda derivada de las instrucciones recibidas, no de su efectividad profesional) de las Fuerzas de Seguridad del Estado dio alas para bloquear el pa¨ªs durante dos semanas, aunque parte de esta situaci¨®n fuese provocada a lo largo de los d¨ªas por la incorporaci¨®n de transportistas de buena fe que, ante el cariz de los acontecimientos, no tuvieron m¨¢s remedio que sumarse a la actitud de los convocantes.
Malos precedentes
Huelga que como efecto beneficioso para el sector arroj¨® la implantaci¨®n de un papel in¨²til, caro y fuente de multas denominado Declaraci¨®n de Portes, que hoy, menos de dos a?os despu¨¦s, nadie quiere que siga en vigor. Vaya por delante que la situaci¨®n de nuestro sector, que da trabajo de forma directa a m¨¢s de un mill¨®n de personas, es cr¨ªtica, como lo es la de otros muchos sectores de actividad del pa¨ªs.
Que incluso organizaciones razonables como es Conetrans, miembro de CETM, hayan llegado, por dicho motivo, a la exasperaci¨®n y a la conclusi¨®n de que mejor parados (tranquilos, pac¨ªficos, en sus bases, sin molestar absolutamente a nadie) que trabajando a precios ruinosos, como ocurri¨® durante unos d¨ªas en enero de este mismo a?o.
Que la acci¨®n de la Administraci¨®n (la central y tal vez m¨¢s a¨²n muchas, que no todas, de las auton¨®micas) para articular medidas positivas para el sector (dedicar los fondos pagados por el sector para formaci¨®n a esa materia, no aumentar la presi¨®n fiscal espec¨ªfica sobre los transportes e incluso disminuirla, erradicar a los transportistas ilegales, que no s¨®lo distorsionan la competencia, sino que pueden llegar a originar aut¨¦nticos problemas de seguridad vial, como se acaba de ver, poner en marcha ciertas medidas sociales, etc¨¦tera) es desesperantemente lenta.
Que la propia capacidad del sector para autorregenerarse (disciplinar la competencia, reorganizaci¨®n interna buscando la concentraci¨®n de las empresas, cambio de la mentalidad del servicio en funci¨®n de las nuevas necesidades de la industria espa?ola, etc¨¦tera) es muy peque?a, pr¨¢cticamente nula en multitud de casos (de nuevo debe recordarse que el 82% de los transportistas espa?oles son propietarios de un solo cami¨®n, el 98,5% de cinco o menos camiones, el 72% de ellos superan los 45 a?os de edad y el 85% del total ha finalizado como m¨¢ximo los estudios primarios).
Las empresas est¨¢n descapitalizadas, el acceso al cr¨¦dito para inversiones es por un lado prohibitivo en costes financieros y por otro negado a much¨ªsimos transportistas por su nivel de solvencia (el grado de morosidad y fallidos en el pago de cr¨¦ditos se ha multiplicado por tres en los ¨²ltimos a?os), los precios a los que se trabaja no s¨®lo no suben, sino que incluso han bajado desde el a?o 1989, en especial en el transporte internacional. En fin, existen m¨²ltiples indicadores que confirman la extrema gravedad de la situaci¨®n por la que atraviesa el sector.
Pero aun as¨ª, la amenaza y la coacci¨®n constante de algunos l¨ªderes del sector, constituidos desde, hace tres a?os en comit¨¦ de paro (se supone en consecuencia que su misi¨®n ¨²nica es la de parar, hacer huelgas, de acuerdo con su denominaci¨®n), no tiene ning¨²n tipo de justificaci¨®n.
Ninguno de ellos ha aportado nada, de hecho (an¨¢lisis, estudios, proyectos, ideas), al recientemente aprobado (por la Comisi¨®n Delegada del Gobierno para Asuntos Econ¨®micos, el 30 de julio pasado) plan nacional del sector, que es un primer esfuerzo m¨ªnimamente coherente para ayudar al transporte.
Este plan ha sido realizado por una comisi¨®n interministerial sobre los borradores presentados hace ya dos a?os por la Confederaci¨®n Espa?ola de Transporte de Mercanc¨ªas y completados con estudios posteriores realizados por consultoras especializadas en esta materia.
En las reuniones a las que asiste este comit¨¦ de paro, no ya por su representatividad real (desconocida, por cuanto no presentan un listado de nada), sino por su capacidad de organizar altercados en las carreteras (somos el Ministerio de Obras P¨²blicas y Transportes y el sector en multitud de ocasiones sus rehenes, chantajeados por sus amenazas, vencidos de antemano por el miedo a que nos destrocen nuestros veh¨ªculos, que son nuestro ¨²nico patrimonio), su raz¨®n es la del vocer¨ªo, su argumento el de la amenaza.
E insisto, luego van y las llevan a cabo por la incapacidad de los responsables pol¨ªticos de hacer cumplir las normas de convivencia y respeto mutuo que fundamenta un Estado de derecho. Ese respeto que est¨¢ por encima de los derechos de cualquiera (personas, empresarios, trabajadores, sector del transporte) cuando el ejercicio de los mismos lo pone en evidente peligro.
El 1 de septiembre, o a finales de octubre, o a primeros del pr¨®ximo a?o, habr¨¢ nuevas convocatorias de huelga salvaje en el sector. Solos o con otros colectivos (agricultores, mineros, ganaderos, qui¨¦n sabe cu¨¢les) en mala situaci¨®n. Y si las Fuerzas de Seguridad del Estado no lo impiden, ser¨¢n un ¨¦xito, no desde el punto de vista del paro voluntario (derecho irrenunciable de cualquier transportista si es pac¨ªfico y tranquilo, aunque remedio ineficaz en la inmensa mayor¨ªa de las veces), sino del paro forzoso impuesto por los grupos violentos.
No debe olvidarse que con unos 30 camiones de gran tonelaje se cierran los accesos de una gran ciudad como Madrid. Que unos 500 camiones cortan las arterias b¨¢sicas del pa¨ªs, y paralizan la actividad industrial de la naci¨®n. Un cami¨®n es una m¨¢quina muy grande, pero ello no constituye ning¨²n m¨¦rito especial, por cuanto otros, con algo mucho m¨¢s peque?o, pueden matar decenas de personas en un establecimiento comercial.
Un di¨¢logo necesario
?sa no es la salida para los problemas del sector. As¨ª no nos ganaremos la confianza de quienes servimos, es decir, la industria y los ciudadanos espa?oles. Nuestra energ¨ªa reivindicativa debe orientarse hacia negociaciones con las administraciones p¨²blicas para que, en la l¨ªnea trazada por el plan nacional, articular medidas de apoyo al sector (pocas, concretas, bien dotadas econ¨®micamente, eficientes, operativas), dej¨¢ndonos al propio sector la resoluci¨®n del resto de nuestros problemas.
Nunca esas administraciones p¨²blicas sabr¨¢n gestionar nuestras empresas, ser m¨¢s eficaces que nosotros en nuestras funciones. Que se centren en su papel, pero, eso s¨ª, que lo hagan. Con rapidez y efectividad. Y entre ese papel, que no se olviden de garantizar el derecho al trabajo.
Si no lo hacen, una vez m¨¢s (el transporte, la industria, el pa¨ªs entero) seremos rehenes de los violentos y se pondr¨¢n las bases para la siguiente huelga. Si eso es as¨ª, CETM, los socios que lo deseen, tendr¨¢ que protegerse. Decenas de miles de camiones no tendr¨¢n m¨¢s remedio que aparcar en lugar seguro para evitar que nos los quemen. Se?or Corcuera (con la ayuda inestimable de sus colegas Jos¨¦ Borrell y Carlos S¨®lchaga), por el bien de todos, ay¨²denos a evitarlo.
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