El laberinto colombiano
Mi ¨²ltimo viaje a la que los escritores latinoamericanos llaman "nuestra Am¨¦rica" estuvo centrado en Colombia, uno de los pa¨ªses de mayor riqueza y complejidad del continente, motivo por el que permanece a¨²n bastante desconocido, incluso para esos especialistas a los que hemos dado en llamar americanistas.La actual Colombia fue el principal teatro de operaciones de Sim¨®n Bol¨ªvar, que encontr¨® en la regi¨®n total apoyo por parte de criollos e ind¨ªgenas para sus actividades libertadoras, hasta el punto de constituir un gran territorio en el que se integraban los que actualmente componen pa¨ªses como Venezuela, Ecuador y Panam¨¢. Esto es lo que se llam¨® la Gran Colombia, identificada con los anhelos universales y de independencia del libertador; es decir, Colombia se sinti¨® americana y bolivariana antes que otra cosa, lo que quiz¨¢ explique la inexistencia de un fuerte sentimiento de nacionalidad en el pa¨ªs, hasta el punto de haberme encontrado en mi viaje gentes que se sienten antes que colombianos cartageneros, caribe?os, santanderianos o antioque?os; es decir? gente de su propio departamento o ciudad, pero no nacionales del pa¨ªs.
Es probable que a la anterior raz¨®n haya que a?adir tambi¨¦n la carencia de una burgues¨ªa fuerte que impulsase un proyecto colectivo de vida en com¨²n. Es un hecho que en la ¨¦poca en que las distintas burgues¨ªas nacionales de los pa¨ªses latinoamericanos impulsaban una literatura sobre la identidad nacional de cada uno de ellos, en Colombia no exist¨ªa nada parecido. Este tipo de literatura fructific¨® en numerosas obras sobre la mexicanidad, la argentinidad, la chilenidad, y as¨ª sucesivamente; pues bien, en Colombia nada parecido existi¨®.
El parad¨®jico resultado de esta situaci¨®n es que en Colombia se da una extraordinaria pluralidad y riqueza de sentimientos regionales que favorecen adscripciones muy vivas a la ciudad en donde se naci¨® o donde se vive. Se es antes de Cali, de Antioqu¨ªa, de Tunja, de Cartagena, de Santa Marta, o de Barranquilla..., que de Colombia; pocos pa¨ªses poseen en Iberoam¨¦rica un porcentaje de ciudades tan importantes.
Esta situaci¨®n es ambivalente, ya que al mismo tiempo que favorece la. susodicha riqueza puede provocar fen¨®menos anormales o de patolog¨ªa social. La guerrilla y el narcotr¨¢fico se explican, en parte, por la existencia de este caldo de cultivo: sin duda,. el famoso cartel de Medell¨ªn encuentra ah¨ª una de las razones de su existencia y de la profundidad de sus implicaciones. Es conocido que el narcotr¨¢fico se convirti¨® en Colombia en una econom¨ªa paralela, superando en profundidad el car¨¢cter de econom¨ªa sumergida que tiene en otros pa¨ªses.
La situaci¨®n que hemos descrito exig¨ªa tomar, por parte del Gobierno, medidas extraordinarias, si tenemos en cuenta que el Estado hab¨ªa adquirido en Colombia dimensiones elefanti¨¢sicas. El Estado colombiano ha constituido tradicionalmente una amplia red de clientelismo pol¨ªtico, que repart¨ªa beneficios y prebendas por todo el pa¨ªs abandonando su Punci¨®n espec¨ªfica de administrar los intereses generales de la naci¨®n. En este ambiente se entiende la permisividad tradicional hacia la red de narcotraficantes, que en ocasiones llegaban a participar en la promoci¨®n de determinadas candidaturas pol¨ªticas. El l¨ªmite a esta colaboraci¨®n se produjo cuando tomaron la iniciativa de presentar sus propios candidatos, poniendo en cuestionamiento la legitimidad misma del sistema democr¨¢tico. Es en ese momento cuando el Gobierno opt¨® por la ruptura con una situaci¨®n que resultaba intolerable desde todas las perspectivas.
El punto de inflexi¨®n se produjo en 1991 con la aprobaci¨®n de una nueva Constituci¨®n en. la que se arbitraba un sistema de tutelaje para los derechos del ciudadano y se daba entrada a la figura del Defensor del Pueblo, limit¨¢ndose al mismo tiempo algunos poderes del presidente, entre los que se le asignaba la obligaci¨®n de dar entrada, mediante cuotas proporcionales, a los partidos que compartiesen el poder. As¨ª es como entraron en el nuevo Gobierno, junto a la mayoritaria Direcci¨®n Nacional Liberal, partidos como la Nueva Fuerza Democr¨¢tica y la Alianza Democr¨¢tica M-19, que hab¨ªa estado formando parte de la guerrilla. durante el periodo anterior.
Al cumplirse en el ¨²ltimo julio el a?o de la nueva Constituci¨®n, las encuestas delatan una cierta insatisfacci¨®n, aunque en general parece haber acuerdo sobre la necesidad de dar un mayor margen de tiempo para emitir un juicio definitivo. Muchos art¨ªculos est¨¢n todav¨ªa sin reglamentar y han surgido conflictos de competencias entre distintas instancias, todo lo cual parece normal en un periodo de tr¨¢nsito constitucional.
El balance, general, visto con la breve perspectiva de un a?o, es positivo, y el Estado colombiano parece haber tomado conciencia de su papel rector en la necesidad de conseguir una conciencia civil de car¨¢cter democr¨¢tico. El anterior clientelismo ha dado paso a un serio programa de privatizaciones, al mismo tiempo que se refuerzan ¨¢reas de la Administraci¨®n tradicionalmente desatendidas, como la justicia y la seguridad. El actual presidente, C¨¦sar Gaviria, es consciente de los muchos retos que debe superar, y ha promovido proyectos de integraci¨®n con Venezuela y M¨¦xico, que parecen avanzar razonablemente. Sin embargo, toda esta pol¨ªtica, de largo alcance tiene como condici¨®n previa el dar una adecuada respuesta al narcotr¨¢fico y a la subversi¨®n, dos c¨¢nceres que corroen la sociedad colombiana. En la fecha del aniversario de la Constituci¨®n de 1991 antes mencionada, las tres fuerzas pol¨ªticas susodichas firmaron un acuerdo para impulsar 40 proyectos de ley, entre los cuales hay uno sobre narcotr¨¢fico que dice as¨ª: "El Gobierno y las fuerzas pol¨ªticas en ¨¦l representadas se comprometen a una estrategia integral contra todas aquellas formas o actividades, directas o indirectas, que contribuyen en sus diversas etapas al tr¨¢fico il¨ªcito de los estupefacientes. El fortalecimiento del sistema judicial colombiano y de los mecanismos de la cooperaci¨®n internacional hace parte indispensable de esta estrategia".
El hecho de que el M-19, anterior movimiento guerrillero, haya firmado esta cl¨¢usula, nos parece un s¨ªntoma muy revelador de los cambios que sufre Colombia. Con todo y con eso, no podemos olvidar que dos grupos guerrilleros siguen operando en el pa¨ªs: los FARC (Fuerzas Armadas de la Revoluci¨®n Colombiana) y el ELN (Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional); ambos son potentes y est¨¢n bien organizados, pero no dudamos que un Estado fuerte, comprometido con su pueblo, y una sociedad sana en su mayor parte, acabar¨¢n conduciendo a Colombia al estado de prosperidad y bienestar que su larga tradici¨®n democr¨¢tica amerita. En cualquier caso, no olvidamos que lo que ocurra en ese pa¨ªs -central para el resto de Am¨¦rica Latina- habr¨¢ de tener enorme trascendencia en todo el continente.
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