Fr¨¢gil Europa
Hay una diferencia importante entre el refer¨¦ndum dan¨¦s y el refer¨¦ndum franc¨¦s sobre la ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht. En el primer caso, la victoria del no ha supuesto un rev¨¦s para las aspiraciones integradoras europeas, pero el mismo d¨ªa en que se conoci¨® el resultado de ese refer¨¦ndum, pol¨ªticos y responsables de toda la Europa comunitaria afirmaron su voluntad de seguir adelante en la aplicaci¨®n del Tratado, con o sin Dinamarca.El caso franc¨¦s es bien diferente. Una hipot¨¦tica victoria del no har¨ªa pr¨¢cticamente inviable la aplicaci¨®n del Tratado de Maastricht. El peso pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural de Francia en la Comunidad exige que este pa¨ªs act¨²e de locomotora hacia la uni¨®n pol¨ªtica. Por otra parte, los pa¨ªses de la Europa central y del Este sufren fuertes tensiones centr¨ªfugas a trav¨¦s de expresiones nacionalistas que, al menos indirectamente, influyen en los pa¨ªses pluri¨¦tnicos de la Europa comunitaria. El Tratado de Maastricht, inteligentemente aplicado sobre la base del respeto cultural de todos los pueblos de Europa, supondr¨ªa un factor clave de estabilidad que incidir¨ªa directamente en el mayor peso de la Comunidad -y de todos los pa¨ªses que la integran- en el mundo actual.
Si la Comunidad no se instala, de forma definitiva, sobre la plataforma del Tratado, las tensiones nacionalistas y el progresivo desencanto de los ciudada
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nos ante un m¨¢s que probable periodo de estancamiento econ¨®mico, har¨¢n que la idea de una Europa unida se repliegue a los libros de teor¨ªa pol¨ªtica.
La responsabilidad del presidente Mitterrand es enorme por haber convocado, sin necesidad, un refer¨¦ndum que afecta a todos los europeos, pero que van a decidir s¨®lo los franceses. El proceso de construcci¨®n de la unidad europea requiere el esfuerzo de todos, pero bastan unos pocos para paralizarlo. Europa sigue siendo muy fr¨¢gil.-
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