Vaquillas con an¨ªs del Mono

Los mayores del pueblo se quejan de que el alcohol corre por las calles embutido en los cuerpos de sus hijos y que en sus tiempos era otra cosa. A los encierros ahora van muchos j¨®venes "sin dormir y con alguna copa de m¨¢s", reconoce Fernando Villala¨ªn, un mozo de Morata de Taju?a, que corre en la pe?a del Ajo.Hoyo de Manzanares celebra a?o tras a?o un espect¨¢culo cuyo nombre lo dice todo: la vaquilla del aguardiente. La fiesta empieza a las cinco de la madrugada, despu¨¦s de que los chavales han bebido con generosidad. Los j¨®venes llenan el ruedo para correr un par de vaquillas. En el centro del coso, una garita protege a un chaval que riega los gaznates con an¨ªs del Mono. Aunque tambi¨¦n dan caldo para templar los cuerpos.

En la madrugada del jueves participaron un centenar de chavales y hasta 20, pasaron por la enfermer¨ªa de la plaza. Francisco Mart¨ªnez Bl¨¢zquez, alcalde de Hoyo (3.000 habitantes), explica que no hay riesgo: "No pueden pinchar a nadie ni hacer un desgarr¨®n. Me encargo en persona de pedir a los ganaderos que tengan los cuernos romos y recortados". La otra noche, las vaquillas dieron muchos empujones y revolcones, y se vio alguna que otra cornada.

Hacia las seis de la ma?ana, corridas las vaquillas, un chiringuito vend¨ªa pinchos morunos en los que empapar el alcohol. Despu¨¦s, los j¨®venes se fueron al nido -The Nest, la terraza-discoteca al lado, del coso-. All¨ª, entre copas, caricias y m¨²sica esperaron al encierro, a las 9.45. En un abrir y cerrar de ojos, los novillos recorrieron la manga -con menos de medio kil¨®metro-. Los corredores iban a 30 metros de los toros. En la plaza, los mayores comentaban: "Mira, el hijo de la vecina; c¨®mo va, madre, qu¨¦ melopea lleva".