Tr¨¢fico y encubrimiento
EL PROCESAMIENTO de Henri Emmanuelli, presidente de la Asamblea Nacional francesa (y, por tanto, la tercera jerarqu¨ªa del Estado) y uno de los principales dirigentes del Partido Socialista, ha estallado como una bomba cuando la campa?a para el refer¨¦ndum del pr¨®ximo domingo sobre el Tratado de Maastricht est¨¢ en su punto m¨¢s caliente. En realidad, el juez Van Ruymbeke hab¨ªa propuesto aplazar la comparecencia hasta despu¨¦s de la consulta electoral. Pero el propio Emmanuelli se neg¨® a ello, pensando sin duda que sus explicaciones bastar¨ªan para dejarle fuera de la causa. No ha sido as¨ª. Ha salido del Palacio de Justicia de Rennes como acusado de un delito de "complicidad y encubrimiento de tr¨¢fico de influencias".El asunto tiene una historia larga y desborda ampliamente a la persona de Emmanuelli. Lo que la justicia ha puesto al descubierto, al parecer con pruebas muy serias, es un sistema de financiaci¨®n que el Partido Socialista ten¨ªa montado con una sociedad de estudios", la cual cobraba una comisi¨®n a las empresas que quer¨ªan recibir contratas de obras o compras de los ayuntamientos socialistas. El jefe del Gobierno franc¨¦s, Pierre B¨¦r¨¦govoy, ha declarado ante la inculpaci¨®n de Emmanuelli que ¨¦ste., como tesorero del Partido Socialista (cargo que ocup¨® de 1988 a enero de 1992), "hab¨ªa teni
do que recibir ciertos donativos", si bien su honestidad personal no estaba en cuesti¨®n. El problema para la justicia es saber si "esos donativos" eran dinero negro procedente de un tr¨¢fico de influencias ilegal, no si Henri Emmanuelli se enriqueci¨® personalmente con ellos.El caso Emmanuelli pone sobre el tapete un problema que no es exclusivo de Francia. La denuncia por la Magistratura de Mil¨¢n de las llamadas tangentes -que ha provocado incluso el suicidio de varias personas implicadas- demuestra que la financiaci¨®n de no pocos partidos pol¨ªticos en Europa se hace por el m¨¦todo de cobrar comisiones, de una u otra manera, a las empresas a las que se conceden obras por parte de municipios o de otros ¨®rganos del poder p¨²blico. Durante mucho tiempo, ese sistema ha funcionado con una complicidad muy generalizada: todo el mundo lo sab¨ªa, nadie hablaba de ello.
Poner fin a esa impunidad, que representa en s¨ª misma un grav¨ªsimo atentado a la democracia como sistema de gobierno, es absolutamente necesario. Por tanto, los pasos que conducen a esclarecer tales asuntos son positivos, aunque en ciertos casos puedan ser utilizados para maniobras pol¨ªticas de signo reaccionario. Concretamente, cabe esperar que en Francia el caso Emmanuelli no sea utilizado por los partidarios del no a Maastricht: la pregunta del refer¨¦ndum se refiere a la unidad europea, y no a temas partidistas.
Sin embargo, la receta para acabar con esas formas espurias de financiaci¨®n de los partidos no parece haberse encontrado a¨²n. La idea m¨¢s radical en ese orden es la del socialista italiano Claudio Martelli, que preconiza para Italia un cambio total del sistema electoral y del car¨¢cter de los partidos, acabando con los aparatos pesados y los grandes gastos, retornando a los distritos unipersonales y a partidos ligeros, dedicados exclusivamente a contrastar sus opciones y programas pol¨ªticos ante los electores.
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