El final de un espejismo
A la hora de enjuiciar la capacidad del Sistema Monetario Europeo (SME) para introducir mayores dosis de estabilidad en las cotizaciones de las divisas europeas entre s¨ª, se ven¨ªa poniendo en los ¨²ltimos a?os un especial empe?o en separar las dos grandes fases del mismo. En los ocho primeros a?os de su existencia -marzo de 1979 a enero de 1987- el SME funcion¨® como un mero alisador de unas oscilaciones que, en tendencia, siempre terminaban por producirse, como lo prueban los doce reajustes de paridades que tuvieron lugar en dicho periodo, pr¨¢cticamente todos ellos en la misma direcci¨®n, es decir, revaluaci¨®n de las monedas de inflaci¨®n estructuralmente m¨¢s baja y devaluaci¨®n de las monedas estructuralmente d¨¦biles.Frente a dicha fase de tipos fijos pero ajustables -crawling peg-, el SME funcion¨® durante los ¨²ltimos cinco a?os y medio como un verdadero mecanismo de estabilidad cambiarla sin conocer reajuste alguno de paridades, m¨¢s all¨¢ del que fu¨¦ t¨¦cnicamente necesario cuando la lira italiana estrech¨® sus bandas de fluctuaci¨®n en enero de 1990. De hecho, pueden considerarse escasos los episodios cr¨ªticos, en esos casi seis a?os, en los cuales los bancos centrales de los pa¨ªses miembros hayan debido emplearse a fondo para mantener la mencionada estabilidad.
La fuerte crisis sufrida por el SME durante los ¨²ltimos d¨ªas, con devaluaci¨®n inicial de la lira, posterior abandono de esta moneda y de la esterlina de la disciplina cambiarla, y devaluaci¨®n de la peseta, sin duda la m¨¢s grave -especialmente por lo que hace al abandono de las dos monedas citadas- de la historia del SME, convierte en un espejismo a esa ¨¦poca dorada de estabilidad en las cotizaciones, y saca a la luz las grandes diferencias entre los fundamentos de unas y otras monedas.
Lo dram¨¢tico de la situaci¨®n, y probablemente la raz¨®n -por la cual se trat¨® de evitar, o cuando menos retrasar a toda costa el desencadenamiento de dicha crisis, radica en que esa idea de estabilidad a ultranza era precisamente una parte muy importante de los fundamentos de algunas monedas europeas, que pueden verse expuestas a un c¨ªrculo vicioso: perdida la estabilidad, sus peores fundamentos les hace m¨¢s proclives a presiones vendedoras, y con ello aumenta el riesgo de mayores dosis de inestabilidad.
Superar ese c¨ªrculo vicioso y recuperar la confianza de los inversores extranjeros es, en caso de la peseta, el principal reto en estos primeros compases postdevaluaci¨®n, para el cual cuenta con un argumento a favor y uno en contra. En el primer caso el hecho de que, comparado a la "desbandada" brit¨¢nica e italiana, la posici¨®n espa?ola no deja lugar a dudas sobre la propia confianza de las autoridades monetarias espa?olas sobre su moneda, lo cual es condici¨®n sine que non para la recuperaci¨®n de la confianza externa.
Soledad de la peseta
En el lado negativo, sin embargo, hay que poderar la "soledad" en que, el abandono de la lira y la esterlina, dejan a la peseta dentro de lo que se podr¨ªa denominar el contrapeso al "n¨²cleo duro" europeo -¨¢rea marco-, con el franco franc¨¦s como pivote intermedio, de hecho cada vez m¨¢s cercano al selecto grupo de monedas estructuralmente fuertes.El sistem¨¢tico "goteo" de la peseta hacia la parte baja de su -nueva banda de fluctuaci¨®n ya en la primera jornada tras la devaluaci¨®n, pone de manifiesto ese riesgo de c¨ªrculo vicioso a que hac¨ªamos referencia. De hecho, el propio escudo portugu¨¦s ha sido objeto de presiones vende doras, al igual que la peseta, sin hablar de la lira y la esterlina, actualmente sin obligaci¨®n expl¨ªcita de defensa. No cabe duda de que las dos victorias consecutivas de los especuladores contra la estabilidad monetaria europea les ha dado alas para intentar un tercer asalto cuya victoria final va a depender en gran medida de lo que ocurra en el otro factor de confianza que actualmente pesa sobre el futuro monetario en Europa, cual es el refer¨¦ndum franc¨¦s del domingo. Si bien los tratados objeto de consulta son independientes del SME, lo cierto es que ¨¦ste no debe ser in sensible al cheque que la confianza o desconfianza en Europa re ciban en dicha consulta.
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