Golpe a la oposici¨®n iran¨ª
El asesinato a tiros, el jueves en un restaurante de Berl¨ªn, de Sadiq Sharafkandi, de 54 a?os, m¨¢s conocido como Kak Said, secretario general del Partido Democr¨¢tico del Kurdist¨¢n de Ir¨¢n (PDKI), y de dos dirigentes m¨¢s de este partido, engrosa el torrente de sangre de opositores al r¨¦gimen iran¨ª vertido fuera de las fronteras de la Rep¨²blica isl¨¢mica tras la muerte de Jomeini, en 1989. La represi¨®n interna, desde 1981, ha decapitado cualquier atisbo de oposici¨®n.Austria, Suiza, Francia y Alemania han sido escenarios de los asesinatos de Rahman Gasemlu, predecesor de Sharafkandi en la c¨²spide del PDKI; los kurdos, Abdollah Gaderi y Rasul Fadil; Kazem Rayavi, primer representante del Ir¨¢n posmon¨¢rquico en Naciones Unidas, en Ginebra; Shapur Bajtiar, ¨²ltimo jefe de Gobierno del sha Pahlevi, asesinado en Par¨ªs en agosto de 1991.
Pero no s¨®lo las calles de ciudades centroeuropeas se han visto ensangrentadas: Larnaka, Rawalpindi, Karachi, Delhi y Abu Dhabi han sido otros de los escenarios elegidos por sicarios para eliminar a los opositores 'izquierdistas, kurdos, mon¨¢rquicos. Nadie se salva.
A la hora de dar una respuesta al qui prodest, a qui¨¦n beneficia este ¨²ltimo asesinato y muchos de los anteriores, resulta dificil apartar la mirada de Teher¨¢n. Los recientes cr¨ªmenes se han producido despu¨¦s de que a primeros de septiembre Al¨ª Falahian, ministro iran¨ª de Informaci¨®n y Seguridad, se jactara en rueda de prensa de haber asestado "grandes golpes a la oposici¨®n en el exterior".
Infiltrados
El ministro declar¨® en aquella ocasi¨®n: "Contamos con infiltrados entre los gobernantes de algunos Estados amigos, que nos informan sobre la oposici¨®n, a la que no dejaremos tranquila". Si alg¨²n enemigo de Teher¨¢n hubiera cometido estos cr¨ªmenes, Falahian lo ha cubierto con su palabra.Al¨ª Akbar Hachem¨ª Rafsanyani, presidente de Ir¨¢n, ha chocado contra grupos de presi¨®n locales para regular algunos aspectos del actuar aut¨¢rquico que siguen. Rafsanyani trataba de atajar con esta medida los alzamientos populares violentos contra la carest¨ªa, que, desde la primavera pasada, se suceden incesantemente en Arak, Chiraz, Mashad y la propia capital, Teher¨¢n, con asaltos a bancos y saqueos. Militares y Guardias de la Revoluci¨®n han llegado a enfrentarse a tiros en Payrish.
Hace varias semanas, Rafsanyani present¨® su dimisi¨®n, no aceptada, al Gu¨ªa de la Re p¨²blica, Al¨ª Jamenei, hoy hombre fuerte de la situaci¨®n. Pero el t¨¢ndem de Jamenei con Rafsanyani ha sido el arquitrabe del equilibrio pol¨ªtico inestable de. Ir¨¢n en el posjomeinismo. Cualquier oscilaci¨®n lo har¨ªa a?icos. Carecen del carisma de Jomeini. Ninguno tiene ya al ternativas para zanjar los pro blemas econ¨®micos y pol¨ªticos que afrontan. Por ello, Teher¨¢n teme que en las canciller¨ªas occidentales se est¨¦ dibujando ya el retrato-robot de su eventual sucesor como eje de una transici¨®n pol¨ªtica en Ir¨¢n sin religiosos en el poder. Quiz¨¢ por ello, todo l¨ªder iran¨ª de perfil sospechosamen te semejante a este supuesto re trato se encuentre en peligro de muerte. Para atajar esta sinfon¨ªa granate, como la de Berl¨ªn, es preciso desenmascarar a aquellos que, en homenaje a la condici¨®n de generoso comprador de armas que Ir¨¢n tiene, o a la de sol¨ªcito vendededor de crudo barato en tiempo de crisis, miran a otra parte cuando opositores iran¨ªes mueren y sus asesinos huyen, casi siempre impunes.
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