Estado de excepci¨®n
UNA VEZ m¨¢s, las autoridades monetarias espa?olas han recurrido a medidas de excepci¨®n que rompen el libre funcionamiento de los mercados financieros. En este caso, el Banco de Espa?a ha impuesto serias penalizaciones sobre las operaciones en divisas de las entidades financieras. Con ellas se pretenden atajar las fuertes presiones sobre la oferta de pesetas que hab¨ªan situado su tipo de cambio en niveles pr¨®ximos a su l¨ªmite inferior de fluctuaci¨®n en el seno del Sistema Monetario Europeo (SME). La devaluaci¨®n de la peseta en un 5% la pasada semana no ha conseguido alejar las tensiones depreciadoras de la peseta frente al marco alem¨¢n; por el contrario, la constancia de la inestabilidad monetaria en Europa amparaba las expectativas de un nuevo reajuste en el SME, en el que nuevamente nuestra moneda ser¨ªa objeto de devaluaci¨®n. En consecuencia, los agentes (entidades financieras y no residentes, fundamentalmente) trataban de anticipar sus ventas de pesetas refugi¨¢ndose en otras divisas m¨¢s fuertes. El mantenimiento de la crisis abierta en el SME, incluso el aumento de la incertidumbre sobre el proyecto de Uni¨®n Europea, ha redoblado esas presiones contra la peseta que ahora el Banco de Espa?a trata de atajar con la aplicaci¨®n de su circular 16/1992.No eran muchas, las alternativas de que dispon¨ªa la autoridad monetaria para hacer frente al desgobierno del SME. Las intervenciones en los mercados de divisas estaban resultando poco eficaces y la elevaci¨®n de los tipos de inter¨¦s tampoco garantizaba, como ha quedado demostrado en Francia, la neutralizaci¨®n de ese dominio de la oferta de pesetas. Ante la alternativa de dejar fluctuar libremente la peseta y, en consecuencia, abandonar la disciplina del SME, las autoridades espa?olas han optado por la introducci¨®n de restricciones de quienes llevan a cabo la mayor parte de la actividad de los mercados de divisas: las entidades financieras y los no residentes. En una direcci¨®n similar han actuado las autoridades irlandesas.
La circular trata de disuadir a las entidades financieras espa?olas de la creaci¨®n de posiciones acreedoras en divisas y la tenencia de activos denominados en pesetas con no residentes. Constituye, por tanto, una seria involuci¨®n en el proceso de liberalizaci¨®n de los movimientos de capital de consecuencias dif¨ªciles de pronosticar, m¨¢s all¨¢ de esa pretensi¨®n por obstaculizar la libre compra de divisas. La fuerte bajada de las cotizaciones burs¨¢tiles de ayer es uno de los ejemplos del clima creado por esta norma. Si cualquier medida de este tipo es recibida con la inquietud que su car¨¢cter extraordinario genera, en este caso se acompa?a de notables dificultades para la interpretaci¨®n de un texto precipitado y de compleja asimilaci¨®n por quienes han de aplicarlo. Los esfuerzos de nuestro banco central por transmitir esa sensaci¨®n de control de la situaci¨®n ser¨ªan poco menos que bald¨ªos si la capacidad de argumentaci¨®n se remite a la mera amenaza.
La excepcionalidad de la situaci¨®n creada, su car¨¢cter en principio transitorio, depende de la capacidad de los Gobiernos comunitarios para convencer a los desbocados mercados de la viabilidad del SME. Ello exige ejercer la cooperaci¨®n entre esas autoridades. La estabilidad cambiaria ha sido esencial para dise?ar una integraci¨®n europea en torno al proyecto de Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria (UEM) m¨¢s completa. La b¨²squeda de una soluci¨®n cooperativa a la actual crisis es la prueba m¨¢s importante a que se enfrentan los dos pa¨ªses, Alemania y Francia, que m¨¢s contribuyeron a impulsar ese proceso de integraci¨®n regional.
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