Energia y futuro
ES NOTORIO que el consumo de energ¨ªa, cuya relaci¨®n con el bienestar humano es innegable, se ha venido incrementando sistem¨¢ticamente con el paso del tiempo, llegando hoy a niveles claramente excesivos en algunas regiones del planeta.Pero es tambi¨¦n notorio que no hay producci¨®n y consumo de energ¨ªa sin impacto medioambiental, y que la distribuci¨®n del consumo per c¨¢pita est¨¢ muy lejos de ser equitativa, reflejando, quiz¨¢ m¨¢s que ning¨²n otro indicador, las desigualdades sociales y regionales presentes en nuestro mundo.
Sobre los problemas energ¨¦ticos han reflexionado los asistentes al XV Congreso del Consejo Mundial de la Energ¨ªa, celebrado en Madrid. Las consecuencias medioambientales del consumo energ¨¦tico han sido, probablemente, el aspecto m¨¢s novedoso de sus deliberaciones, sin duda como consecuencia de la vigorosa conciencia desarrollada en los ¨²ltimos tiempos en torno a la conservaci¨®n de la naturaleza, lo que no ha evitado que las organizaciones ecologistas criticaran ¨¢cidamente su desarrollo y conclusiones.
Es obvio que en el mundo desarrollado se despilfarra energ¨ªa de un modo dif¨ªcilmente tolerable, especialmente en un marco de agresi¨®n al medio, de agotamiento previsible de los recursos energ¨¦ticos y de desigualdad. En ese sentido, cualquier medida persuasiva, disuasiva u obligatoria cuyo objetivo sea disminuir el exceso ser¨¢ bienvenida. Pero tambi¨¦n es cierto que, aun cuando el consumo de energ¨ªa se redujera considerablemente en los pa¨ªses ricos, el problema principal de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n sobre el planeta es la escasez y no la sobreabundancia de energ¨ªa, crucial para la satisfacci¨®n de necesidades vitales.
As¨ª, resulta dif¨ªcilmente concebible una disminuci¨®n en el consumo global de energ¨ªa, aun cuando sea imperioso un cambio en su distribuci¨®n. Lo cual implica que es preciso energ¨ªconsiderar, con sensatez, pero tambi¨¦n con imaginaci¨®n, las distintas fuentes de energ¨ªa disponibles hoy y en el futuro, sus posibilidades y su impacto ecol¨®gico, a fin de alcanzar un equilibrio entre el bienestar material de los pueblos y el da?o medioambiental que la manipulaci¨®n energ¨¦tica lleva consigo necesariamente.
No es razonable, desgraciadamente, confiar en milagros o en soluciones simplistas, m¨¢s basadas en el voluntarismo que en el rigor, ni tampoco el atolondramiento irresponsable de quienes no consideran el impacto sobre el medio porque no lo perciben inmediatamente.
Resulta urgente avanzar m¨¢s en el conocimiento cient¨ªfico del problema energ¨¦tico, fomentando la investigaci¨®n en todas las disciplinas relacionadas con ¨¦l. S¨®lo una combinaci¨®n de medidas pol¨ªticas y sociales -tendentes a evitar los excesos y acabar con las desigualdades- y de medidas cient¨ªficas y tecnol¨®gicas -tendentes a poner a punto nuevas fuentes de energ¨ªa m¨¢s limpias y seguras- servir¨¢ para progresar v¨¢lidamente.
Se entiende, en este contexto, la preocupaci¨®n, puesta de manifiesto en el congreso, por la superpoblaci¨®n que aflige principalmente a los pa¨ªses m¨¢s pobres. El exceso de poblaci¨®n se convierte en una presi¨®n permanente sobre los recursos naturales, contribuyendo a su agotamiento, al tiempo que propicia la miseria y la escasez. Lo que ya se entiende menos es la ilimitada confianza en los mecanismos del mercado, eficaces en muchos aspectos, pero normalmente insensibles a los problemas del deterioro medioambiental a largo plazo o de falta de equidad en el disfrute de los recursos naturales.
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