Un periodo crucial para Espa?a
A ra¨ªz del caos sufrido por los mercados financieros, el articulista expone en este texto las razones por las que considera que el "objetivo" de la Uni¨®n Monetaria Europea sigue siendo v¨¢lido, especialmente para Espa?a.
La turbulencia reciente de los mercados financieros y los ataques especulativos contra algunas monedas europeas, entre ellas la peseta, ha suscitado cr¨ªticas tanto en relaci¨®n a la bondad del objetivo de la uni¨®n monetaria europea (UME) como al proceso para llegar a ella. En estas ¨²ltimas p¨¢ginas, Pedro Schwartz ha argumentado que el actual Sistema Monetario Europeo (SME) es el peor camino para llegar a un fin indeseable (la UME). A¨²n compartiendo algunas de sus cr¨ªticas al proceso, quisiera exponer las razones que avalan la bondad del objetivo final, dado por bueno por definici¨®n demasiadas veces, e intentar explicar las ra¨ªces de las dificultades actuales de la construcci¨®n econ¨®mica europea. Estas dificultades son fruto en parte, a mi entender, de una determinada estrategia pol¨ªtica al m¨¢s alto nivel europeo, adem¨¢s de los conocidos efectos, tales como la reunificaci¨®n alemana.La UME no es ni un disparate ni una panacea desde el punto de vista econ¨®mico. Tiene ventajas e inconvenientes en relaci¨®n al ¨²nico sistema . coherente: tipos de cambio flexibles (quiz¨¢ del tipo flotaci¨®n sucia o managedfloating). A los beneficios de la reducci¨®n de costes de transacci¨®n que conllevar¨ªa la moneda ¨²nica se. a?aden los derivados de la eliminaci¨®n de la incertidumbre sobre los tipos de cambio que potenciar¨ªan los efectos positivos de la creaci¨®n del mercado unido europeo y la libre circulaci¨®n de mercanc¨ªas. Con una moneda ¨²nica la reciente crisis especulativa hubiera sido imposible. Adem¨¢s, una moneda ¨²nica controlada por el Banco Central Europeo (BCE) independiente dar¨ªa credibilidad a la lucha contra la inflaci¨®n. Obviamente, este beneficio ser¨ªa mucho mayor para aquellos pa¨ªses, entre los que se encuentra Espa?a, con problemas de control de la inflaci¨®n. De hecho, la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola se ha anclado en el SME bajo el liderazgo del Bundesbank precisamente por este motivo. El establecimiento del BCE tambi¨¦n dar¨ªa oportunidad a pa¨ªses otros que Alemania a codecidir la pol¨ªtica monetaria europea.
La cr¨ªtica principal a la UME es que la CE no constituye un ¨¢rea monetaria ¨®ptima (optimal currency area): las perturbaciones econ¨®micas (cambios en el precio petr¨®leo, por ejemplo) tienen distintos efectos en pa¨ªses diferentes y la movilidad, del factor trabajo es muy limitada por razones culturales y ling¨¹¨ªsticas. Esto indica que los distintos Estados y regiones europeas sin capacidad de pol¨ªtica monetaria independiente necesitar¨¢n un presupuesto federal federal importante para actuar como amortiguador a perturbaciones que afecten de distinta manera a diferentes regiones, del mismo modo que Tejas necesita del presupuesto federal en Estados Unidos cuando el precio del petr¨®leo baja. Sin embargo, los Estados europeos no perder¨¢n toda capacidad de intervenir mediante la pol¨ªtica fiscal, dado que al ser la movilidad de trabajo limitada, las pol¨ªticas fiscales.- estatales podr¨¢n ser usadas para contrarrestar las perturbaciones regionales. Una ventaja adicional de la UME es obligar a realizar ajustes mediante la pol¨ªtica fiscal, que es transparente y por ello sujeta m¨¢s f¨¢cilmente al control democr¨¢tico. La pol¨ªtica monetaria es m¨¢s opaca y puede conseguir sus objetivos mediante medidas aparentemente, inocuas (el impuesto inflacionario, por ejemplo). En contra de la UME se puede argumentar adem¨¢s que en determinados momentos el tipo de, cambio puede ser un instrumento adecuado para ajustarse a nuevas situaciones econ¨®micas. No obstante, la experiencia de devaluaciones competitivas, con sus consiguientes espirales inflacionistas, no parece ser muy positiva en diversos pa¨ªses europeos.
Por otro lado, y ¨¦sta se ha mostrado como un arma de doble filo, la UME se ha utilizado como un medio para la consecuci¨®n de la uni¨®n pol¨ªtica. En efecto, la estrategia impl¨ªcita inspirada por Jacques Delors para la uni¨®n europea ha consistido en avanzar r¨¢pidamente en el proceso de uni¨®n econ¨®mica y monetaria, con la esperanza que conllevase un grado superior de uni¨®n pol¨ªtica. El establecimiento del Banco Central Europeo previsto en el Tratado de Maastricht comporta una importante cesi¨®n de capacidad de decisi¨®n de los Estados de la CE en materia de pol¨ªtica econ¨®mica. No solamente en t¨¦rminos de la transferencia de la pol¨ªtica monetaria, sino tambi¨¦n debido a la necesidad de coordinar m¨¢s estrechamente las pol¨ªticas fiscales e incrementar el presupuesto central comunitario para darle capacidad de estabilizar las fluctuaciones econ¨®micas. As¨ª, pues, aunque la UME no implica necesariamente la uni¨®n pol¨ªtica, dado que, a diferencia de Estados Unidos, por ejemplo, la baja movilidad laboral en Europa implica que las pol¨ªticas fiscales estatales pueden se usadas para contrarrestar las perturbaciones regionales, s¨ª que requiere un grado de coordinaci¨®n pol¨ªtica mayor que el actual.
La estrategia Delors se ha encallado debido a la interposici¨®n de dos problemas. El primero, la desintegraci¨®n y la guerra en los Balcanes, poniendo de manifiesto la incapacidad de Europa, precisamente por la falta de un proyecto pol¨ªtico asumido por los pueblos de la CE y de unas estructuras de decisi¨®n y de acci¨®n comunitarias apropiadas. En efecto, la disoluci¨®n sangrienta de Yugoslavia plantea interrogantes sobre las posibilidades reales de uni¨®n pol¨ªtica en Europa. El segundo, las decisiones de los votantes daneses y franceses, confrontados con un tratado t¨¦cnico, de contenido b¨¢sicamente econ¨®mico, y que presta poca atenci¨®n al d¨¦ficit democr¨¢tico de las instituciones de la CE.
Especulaci¨®n amenazadora
El petit oui de los franceses a Maastricht ha desencadenado una oleada especulativa que amenaza con hacer saltar en pedazos el SME y la nonata UME. Ya se sab¨ªa a nivel te¨®rico que con plena libertad de movimientos de capital, el SME era inestable puesto que las monedas d¨¦biles estaban sujetas a ataques especulativos. La demostraci¨®n pr¨¢ctica ha sido contundente. El sistema se vuelve inestable en el momento en que el objetivo final de la moneda ¨²nica se difumina. En el momento en que los mercados (dejando de lado la supuesta perversidad de los especuladores) ven que el proyecto de UME encalla pol¨ªticamente en un contexto de disparidad importante entre las pol¨ªticas econ¨®micas de las potencias internacionales (tipos altos en Alemania para frenar la inflaci¨®n consecuencia de la reunificaci¨®n, tipos bajos en Estados Unidos para animar la econom¨ªa y ayudar a la reelecci¨®n de Bush) las monedas d¨¦biles, que corresponden a pa¨ªses con desequilibrios macroecon¨®micos importantes, no pueden sostener su posici¨®n. La fase de transici¨®n a la UME es extraordinariamente delicada. Es precisamente el compromiso cre¨ªble de la instauraci¨®n de la UME el que favorecer¨¢ una convergencia r¨¢pida de las tasas de inflaci¨®n,- por ejemplo. Por el contrario, el retraso en su instauraci¨®n puede poner en peligro el proceso de convergencia al permitir expectativas desestabilizadoras en los agentes econ¨®micos, tal como se ha puesto de manifiesto recientemente. Una fase de transici¨®n larga puede ser nefasta en este sentido. El problema es que existe una contradicci¨®n entre la necesidad econ¨®mica de una instauraci¨®n r¨¢pida de la UME y los requisitos de debate y de consenso democr¨¢tico que demandan los ciudadanos europeos. El c¨¢lculo de la estrategia Delors se fundamentaba en que Maastricht y la UME no tendr¨ªan ning¨²n tropiezo pol¨ªtico. Era un c¨¢lculo arriesgado puesto que la fase de transici¨®n se deb¨ªa sustentar en la confianza de los mercados en la realizaci¨®n del objetivo final.
Las consecuencias de los problemas surgidos en la estrategia de construcci¨®n europea pueden ser particularmente graves para pa¨ªses que, como Espa?a, pueden ver lavada el ancla en que sujetaban su pol¨ªtica econ¨®mica. En efecto, la desaparici¨®n del horizonte de la UME implicar¨ªa un replanteamiento integral de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola. Los esfuerzos por mantener la peseta en el SME, llegando a reinstaurar formas de control d¨¦ movimientos de capital que tienen efectos, adversos en la confianza de los inversores extranjeros (convertidos en especuladores de la noche a la ma?ana), son un indicativo de la sensaci¨®n de v¨¦rtigo que embarga a los analistas y responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola y del valor para Espa?a de tener un ancla en el futuro BCE. Esta sensaci¨®n se reproduce en otros pa¨ªses europeos. Como an¨¦cdota cabe mencionar el recordatorio del trato dispensado a los especuladores en el periodo de la Revoluci¨®n Francesa por el ministro franc¨¦s de Finanzas: la guillotina. El comentario en boca de un ministro del Interior hubiera sido m¨¢s preocupante.
Estamos asistiendo a un periodo crucial para la pol¨ªtica econ¨®mica (y la pol¨ªtica a secas) espa?ola. No es f¨¢cil acertar en la toma de decisiones, m¨¢xime cuando la peseta est¨¢ contra las cuerdas y la financiaci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico puede tener dificultades.
Elementos de reflexi¨®n
Tres elementos de reflexi¨®n parecen relevantes en este sentido. Primero, los mercados necesitan un signo efectivo y cre¨ªble de que la UME ser¨¢ una realidad una vez se ha demostrado en la pr¨¢ctica que el SME puede ser inestable. Declaraciones verbales de los ministros europeos reafirmando el proceso previsto en Maastricht pueden no ser suficientes si no van acompa?adas de medidas tales como una bajada de los tipos de inter¨¦s alemanes o la creaci¨®n de un embri¨®n de uni¨®n monetaria que transitoriamente no incluya a todos los pa¨ªses de la CE. De hecho, en el Tratado de Maastricht ya se contempla la posibilidad de distintos ritmos de adaptaci¨®n y se propone la regla de acceso a la UME, aparte de los criterios de convergencia, seg¨²n la cual la moneda candidata no debe haber sido evaluada y debe haber permanecido en la banda estrecha de fluctuaci¨®n del SME en los dos a?os anteriores al acceso. Segundo, en todo caso y mientras la UME no sea una realidad, la consolidaci¨®n formal y pr¨¢ctica del Banco de Espa?a como instituci¨®n independiente, aunque obviamente con cl¨¢usulas de salvaguardia, que vela por la estabilidad de la moneda parece imprescindible. Tercero, el margen de maniobra de la pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola depender¨¢ en gran medida de la responsabilidad y de la capacidad de acuerdo de los agentes sociales. ?Por qu¨¦ esperar a un deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica (l¨¦ase un incremento sustancial del paro) para llegar a acuerdos sociales que son necesarios para que la forzada devaluaci¨®n de la peseta tenga efectos positivos?
es director del Instituto de An¨¢lisis Econ¨®mico de la CSIC.
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