V Centenario, un proyecto cumplido
Se llega hoy a la que se ha convertido en una de las fechas m¨¢s simb¨®licas de la historia de nuestro pa¨ªs y tambi¨¦n de la humanidad. Hace 500 a?os, un grupo de naves espa?olas, capitaneadas por un extraordinario marino, descubr¨ªan un mundo desconocido. Este hecho -subraya el autor de este art¨ªculo- no s¨®lo fue trascendental para Espa?a, sino tambi¨¦n para todo el orbe. El mundo, al encontrar su otra mitad, se unificaba, y empez¨¢bamos a ser una verdadera aldea global,
Las consecuencias fueron tan grandes que numerosos pa¨ªses han considerado oportuno conmemorar ese d¨ªa. En Iberoam¨¦rica llevamos una d¨¦cada trabajando, poniendo en marcha actividades, planes y programas de todo tipo.En nuestro pa¨ªs, la conmemoraci¨®n del V Centenario ha sido fundamentalmente un proyecto pol¨ªtico, un proyecto de Estado. Pol¨ªtico, porque lo eran los objetivos marcados hace una d¨¦cada. De Estado, porque no s¨®lo la Administraci¨®n central, sino tambi¨¦n las comunidades aut¨®nomas, Ayuntamientos, infinidad de asociaciones privadas y p¨²blicas han participado activamente para recordar el pasado, reflexionar sobre el presente y actuar para el futuro.
Los objetivos buscados han sido tres: modernizar nuestras relaciones con Iberoam¨¦rica, difundir en la sociedad espa?ola el conocimiento del pasado hist¨®rico com¨²n y de la realidad iberoamericana actual y dar a conocer en terceros pa¨ªses la realidad de una Espa?a en transformaci¨®n y democr¨¢tica.
Nuestras relaciones con Iberoam¨¦rica necesitaban ser actualizadas, aliger¨¢ndolas de ret¨®rica y ampli¨¢ndolas a nuevos campos que hoy son centro de las relaciones internacionales. Pues bien no ha sido corto el camino recorrido en este sentido.
Acciones multiformes
Y resulta bien comprobable a trav¨¦s, de la tupida red de tratados de amistad y cooperaci¨®n suscritos, de los programas globales de cooperaci¨®n bilateral firmados con casi todos los pa¨ªses iberoamericanos, del acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, de las, en fin, multiformes acciones que todos esos instrumentos suponen, y para cuyo dise?o y ejecuci¨®n fueron creadas la SECIPI (Secretaria de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica) y la AECI (Agencia de Cooperaci¨®n Internacional).
Aunque la visi¨®n resulte a¨²n m¨¢s profunda si observamos la vasta panor¨¢mica ofrecida por las cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y de Gobierno, sobre las que es obligado detenerse.
Imaginar, antes de Guadalajara, encuentros de estas caracter¨ªsticas hubiera requerido una fe notable en algo tan deseable como complejo de llevar a la pr¨¢ctica. Contemplar ahora, con la II Cumbre de Madrid ya a nuestras espaldas, los caminos por ella abiertos invita a pensar que un trabajo razonablemente bien hecho ha sido acometido, en beneficio de los cerca de 500 millones de iberoamericanos que Esfuerzo colectivo forman nuestra comunidad.
La comunidad iberoamericana, en efecto, aspira, primero, a regirse por un c¨®digo de conducta democr¨¢tico, en el que ineludiblemente figure el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales. Su prop¨®sito es, y aqu¨ª vale la pena la cita literal del texto adoptado en Madrid, "conseguir una sociedad libre, abierta y pluralista, con pleno ejercicio de las libertades fundamentales, sin perseguidos ni excluidos y dirigida a la consecuci¨®n del progreso y de la justicia social".
Y, segundo, ha instrumentado un ¨¢gil esquema de concertaci¨®n pol¨ªtica y abordado unos programas precisos y tangibles, partiendo de la educaci¨®n al servicio de la modernizaci¨®n y del desarrollo social y humano como las palancas de pulsi¨®n de nuestro esfuerzo.
As¨ª, el lanzamiento del sat¨¦lite Hispasat viene a suponer un paso m¨¢s en la construcci¨®n de la aldea iberoamericana y su inserci¨®n en la ya mencionada aldea mundial en que se ha convertido nuestro globo. Y, por otra parte, los primeros pasos dados en proyectos de gran calado, como son el Fondo Ind¨ªgena o en Ambiente y Salud, constituyen indicios que nos mueven a la esperanza.
Esfuerzo colectivo
Mil novecientos noventa y dos ha servido para que la sociedad espa?ola conociera mejor su pasado, as¨ª como el presente iberoamericano. Con el esfuerzo de todos, se han editado m¨¢s de 1.500 libros, realizado pel¨ªculas y series de televisi¨®n, convocado m¨²ltiples reuniones de expertos e intelectuales, celebrado numerosos festivales de teatro y danza, restaurado monumentos... Adem¨¢s, se han creado instituciones permanentes que difundir¨¢n la cultura iberoamericana en Espa?a y fuera de Espa?a, como la Casa de Am¨¦rica y el Instituto Cervantes.
En este esfuerzo colectivo se ha prestado tambi¨¦n atenci¨®n a otros quintos centenarios. El encuentro de sus majestades los Reyes con la comunidad jud¨ªa, el pasado 31 de marzo, fue un ejemplo de reconciliaci¨®n en un mundo en el que resurgen con fuerza problemas ¨¦tnicos y religiosos.
Los actos del pr¨®ximo 4 de noviembre, en Medina Azahara, con la presencia, igualmente, de sus majestades, recordar¨¢n de nuevo el esplendor de la Espa?a ¨¢rabe, prolongado y renovado hoy en nuestras excelentes relaciones con los pa¨ªses del norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo.
Con valent¨ªa y resoluci¨®n, Latinoam¨¦rica se est¨¢ moviendo en estos ¨²ltimos a?os en cinco planos: reafirmaci¨®n de las libertades fundamentales, avanzar en la coincidencia entre naci¨®n y justicia, luchar para superar la dualidad democracia-estancamiento, reforzar la vigencia del derecho internacional y proseguir la integraci¨®n regional. De todas estas l¨ªneas, el documento de conclusiones de la II Cumbre Iberoamericana es un fiel reflejo.
Por otra parte, pa¨ªses iberoamericanos han participado, a veces decisivamente, en procesos de negociaci¨®n y di¨¢logo que se han concretado en significativos acuerdos de paz o contribuido a solucionar diferendos territoriales hist¨®ricos.
Con las variaciones que imponen procesos nacidos en tiempo y geograf¨ªa distintos, los europeos estamos tambi¨¦n inmersos en parecidas b¨²squedas. Con algunas confirmadas convicciones: la de que el hombre y la mujer de carne y hueso que viven en nuestras ciudades y campos son la medida de nuestra acci¨®n, la de que no parecen existir opciones radicales en el cat¨¢logo de soluciones del que disponemos, la de la inutilidad de las fortalezas, por poderosas que se crean, en un mundo de extensas e intensas inmigraciones y de comunicaciones instant¨¢neas.
Las culturas podr¨¢n o no, como ha dicho recientemente en estas p¨¢ginas el autor de Terra nostra, definir el nuevo orden mundial, que trabajosamente pugna por erigirse sobre los restos todav¨ªa calientes del antiguo. S¨ª ello fuera as¨ª, no tiene la iberoamericana, en su unidad y diversidad, una mala calle de salida en la carrera del siglo que viene.
Ocasi¨®n lograda
Nuestra cultura, di¨¢fana casi siempre, o permeable cuando menos para todos cuantos usan sus dos lenguas principales, afortunada y vocacionalmente mestiza, ha ido siempre al encuentro del otro y contribuir¨¢ a que el racismo o la xenofobia no reaparezcan en los comportamientos y actitudes de nuestro tiempo.
En tales aperturas y rechazos seguimos empe?ados hoy los iberoamericanos de ambas orillas de un Atl¨¢ntico llamado a convertirse en otro Mediterr¨¢neo, desde el tan prometedor como siempre dif¨ªcil y apasionante presente de una comunidad que mira al futuro y sigue dispuesta a luchar por ¨¦l.
En conclusi¨®n, 1992 est¨¢ siendo, pues, una ocasi¨®n lograda para modernizar nuestras relaciones, nuestra sociedad y nuestro papel en el mundo, tareas que, como es natural, no terminan ahora, ya que el 92 es para todos nosotros un punto y aparte, pero no un punto y final.
es ministro de Asuntos Exteriores.
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