Philip Glass mezcla temas y g¨¦neros en su opera sobre Crist¨®bal Col¨®n
El Metropolitan tom¨® la decisi¨®n de encargar una ¨®pera para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Col¨®n al Nuevo Mundo, y no lo hizo como una invitaci¨®n a la modestia y al comedimiento. Por lo tanto no hay por qu¨¦ sorprenderse si se efect¨²an acusaciones contra la ¨®pera The . Voyage (El Viaje), de Philip Glass, que se acaba de estrenar en Nueva York.Dura casi tres horas y media, cuesta m¨¢s de dos millones de d¨®lares (m¨¢s de 200 millones de pesetas) y contiene cosas para todos los gustos: una mezcla de c¨®modo estereotipo, vanagloria agresiva, insistencia altisonante y algo de m¨²sica tierna y l¨ªrica que se encuentra entre lo mejor de Glass. La producci¨®n tiene ingredientes suficientes como para que la mirada se recree en ella cuando no lo haga la mente.
Tiene una m¨¢quina de Coca Cola del siglo XXI y un aterrizaje accidentado de una nave espacial hace 15.000 a?os. Incluye caballeros con chisteras victoriaNas que se asfixian en sus m¨¢scaras de gas y un asesinato en masa junto a la Estatua de la Libertad, al salir disparado un cohete de su gigantesca corona. Tiene un cient¨ªfico parecido a Stephen Hawkins que vuela en una silla de ruedas y hace preguntas sobre agujeros negros. Tiene influencias de las novelas de Doris Lessing y de relatos de ciencia ficci¨®n a la manera de 2001. Incluye una invocation new age de cristales m¨¢gicos y s¨¢tiras vanguardistas de la historia norteamericana. Y emparedado entre tan fant¨¢sticos caprichos est¨¢ Crist¨®bal Col¨®n viajando hacia el Nuevo Mundo.
El ansia de descubrir
The Voyage quiere ser, de hecho, una grandiosa reacci¨®n oper¨ªstica contra un tema que ha tendido a hacerse monocrom¨¢tico en los ¨²ltimos a?os. Tratando de evitar los debates hist¨®ricos sobre la llegada de Col¨®n al hemisferio Occidental (y el car¨¢cter cada vez m¨¢s demon¨ªaco que se le atribuyen a ¨¦l y a su viaje), Glass ha decidido utilizar a Col¨®n como un ejemplo de algo de mucho mayor alcance: el ansia humana por descubrir y la confrontaci¨®n cultural.Es un tema que Glass parece conocer de primera mano: The Voyage marca tambi¨¦n su llegada a un paisaje cultural que antes le era extra?o. Hace 16 a?os, la ¨®pera de Glass Einstein on the Beach (Einstein en la playa) se intepretaba en el Metropolitano como representaci¨®n contratada. El local estaba lleno de oyentes del centro de la ciudad.
La ¨®pera es el encargo m¨¢s caro de la historia del Metropolitan (Glass cobr¨® 325.000 d¨®lares) y es la segunda obra de estreno que se ha representado en la casa en 26 a?os, justo un a?o despu¨¦s de la primera, Ghosts of Versailles, de John Corigliano.
Muchas de las peculiaridades de esta obra vienen sin duda de la confrontaci¨®n cultural con la que tiene que ver Glass: ¨¦l quer¨ªa que The Voyage fuese exc¨¦ntrica, no lineal, no ortodoxa.
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