La teolog¨ªa de las bolsas de pl¨¢stico
Me sorprendi¨® mucho ver en algunas calles de Chamber¨ª unas m¨¢quinas de la que se pod¨ªan extraer gratis bolsitas de pl¨¢stico para recoger las cacas de los perros. No s¨¦, me pareci¨® que eso era casi como vivir en Suecia o Dinamarca, y me extra?¨® porque Chamber¨ª es un barrio de Madrid, que est¨¢ en Espa?a. Ahora me he enterado por este peri¨®dico de que esa idea higi¨¦nica, puesta en pr¨¢ctica por la Concejal¨ªa de Medio Ambiente, ha fracasado: la gente hac¨ªa otros usos de esas bolsas.Nuestro nivel econ¨®mico o nuestra biograf¨ªa no nos permiten todav¨ªa disfrutar con inteligencia de lo gratuito, precisamente por eso, porque creemos que es gratuito, aunque se est¨¦ financiando con nuestros impuestos. Un d¨ªa vi a una se?ora sin perro acaparando bolsitas de ¨¦sas y me confes¨® que eran excelentes para conservar los lomos de merluza congelados. En fin, que se trataba de una notable iniciativa condenada al fracaso, sobre todo en un pa¨ªs dominado por la teolog¨ªa de la bolsa de pl¨¢stico. Un amigo m¨ªo tiene todos los armarios de su casa llenos de las bolsas de pl¨¢stico que dan en los supermercados; las acumula con la avaricia con la que otros hacen acopio de lentejas o aceite en tiempos de guerra. Le parece mentira que se las den gratis (eso se cree ¨¦l) y por eso las guarda, porque son como una plusval¨ªa arrancada al destino sin esfuerzo.
En mi barrio hay uno de esos contenedores panzudos para botellas desechables, al que acude con regular frecuencia un jubilado provisto de una rudimentaria ca?a de pescar. Con cara de vicio, introduce el sedal de cuerda por uno de los agujeros del contenedor y se dedica a pescar botellas. Yo lo contemplo, perplejo, frente a mi ventana, y hasta me emociono si consigue enganchar una buena pieza. Cuando ha pescado varios recipientes de vidrio, los selecciona de acuerdo con un criterio misterioso y devuelve algunos a su vientre original. Parece un pescador separando las carpas de las truchas y arrojando al agua los peces que no han alcanzado el tama?o permitido por la ley. A lo mejor resulta que entre todos los envases desechables se cuela alguno por el que le dan una peseta o dos en la bodega. No es que eso vaya a arreglarle nada a nuestro buen jubilado, pero le sale gratis y adem¨¢s hace deporte.
Quien sienta, como yo, pasi¨®n por los anuncios por palabras sabr¨¢ que con relativa frecuencia la gente pone en venta bombonas de Butano vac¨ªas, si puede colocar el anuncio gratis, se entiende; o sea, que no s¨®lo dejamos que los perros lo hagan en cualquier parte, sino que del mismo modo que abandonamos con nocturnidad y alevos¨ªa nuestro viejo colch¨®n en el portal, ensuciamos las nobles p¨¢ginas de anuncios por palabras con bombonas de Butano que ya no sirven y aparadores que no regalar¨ªamos a nuestro peor enemigo. En un pa¨ªs donde todav¨ªa hay quien pretende obtener rendimientos econ¨®micos de tan modestas propiedades, no se pueden poner por la calle m¨¢quinas expendedoras de bolsitas de pl¨¢stico gratuitas.
Ven¨ªa todo esto a cuento de que en este a?o de gracia de 1992 hemos descubierto que Madrid no es s¨®lo la ciudad m¨¢s cara del mundo, sino la m¨¢s sucia de Europa. Si la capitalidad cultural s¨®lo hubiera servido para hacernos conscientes de que nos duchamos poco y hacemos las necesidades de nuestros perros en cualquier sitio, ya habr¨ªa servido para mucho. Ahora s¨®lo falta que eso nos empiece a dar verg¨¹enza y que descubramos que arrojar los desperdicios en las papeleras es gratis, lo mismo que ese tel¨¦fono del Ayuntamiento (el (900 10 20 00), donde le explican a uno c¨®mo puede desprenderse de su lavadora antediluviana. ?No es magn¨ªfico poder telefonear completamente gratis?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.