Un mu?¨®n menos para la reinserci¨®n
El trasplante de dedos del pie a la mano se impone entre los ex mafiosos de la 'yakuza' japonesa
"?Qu¨¦ te pas¨® en el dedo, abuelo?". El mu?¨®n del me?ique izquierdo le duele entonces al anciano m¨¢s que cuando se lo reban¨® de un tajo, hace 20 a?os, en un acto de contrici¨®n mafioso. El viejo es uno de los pacientes en la lista de espera del cirujano japon¨¦s Mitsuo Yoshimura, que colabora con la polic¨ªa y los arrepentidos de la mafia nipona (yakuza) devolvi¨¦ndoles las falanges de los dedos seccionadas cuando debieron expiar sus ofensas al c¨®digo de honor de los delincuentes. Tras cuatro horas de operaci¨®n, dos de hospitalizaci¨®n y un mill¨®n de pesetas, uno de los dedos medios del pie pasa a ocupar la vacante.La reciente Ley contra el Delito Organizado ha asestado un fuerte golpe a los 3.300 sindicatos ilegales repartidos por todo el pa¨ªs con m¨¢s de 90.000 afiliados, pero la amputaci¨®n de los dedos y los aparatosos tatuajes que cubren espalda y brazos dificultan la reinserci¨®n social y crean situaciones laborales o familiares inc¨®modas. "Cuando estrecho la mano de alguien que me puede dar trabajo y le sorprendo mir¨¢ndome el me?ique, me doy por vencido", confesaba un aspirante al trasplante. "?Qu¨¦ pasa si deciden volver a delinquir?", se preguntaba a su vez un empresario.
Pero la yakuza, que recaud¨® en el ¨²ltimo ejercicio fiscal m¨¢s de 12.000 millones de d¨®lares, no perdona las deserciones y exige a quienes quieren abandonar la canallesca hermandad un impagable peaje de decenas de millones de pesetas y nuevas mutilaciones por haberlo intentado. Los capos de las tres familias m¨¢s poderosas han sido advertidos por el Ministerio del Interior de que pagar¨¢n caro cualquier represalia contra los arrepentidos, pero fuentes policiales reconocen que es pr¨¢cticamente imposible asegurar su vida cuando a pesar de todo dejan el colectivo de matones.
El doctor Yoshimura, con una consulta abierta en la ciudad de Fukui, frente al mar de Jap¨®n, es uno de los pocos cirujanos especializados en la reconstrucci¨®n de dedos. Desde la pasada primavera son muchos los delincuentes conversos que piden su ayuda tras conseguir su direcci¨®n en la polic¨ªa. "Antes de presentarlos al m¨¦dico nos aseguramos de que han abandonado el sindicato a fin de que la operaci¨®n no sea aprovechada para intentar modificar su apariencia y escapar de la ley", indic¨® un portavoz. La eliminaci¨®n de los tatuajes es posible, pero desaconsejable porque requiere un peligroso trasplante de piel del interesado. Ninguna de estas operaciones est¨¢ cubierta por la Seguridad Social.
Cientos de mafiosos, la mayor¨ªa entre los 40 y 50 a?os, se han interesado por las condiciones de su rehabilitaci¨®n a trav¨¦s de una l¨ªnea telef¨®nica abierta por el departamento encargado de aplicar la nueva ley, pero solamente una minor¨ªa hasta ahora ha decidido romper todos los lazos con la yakuza, seg¨²n los datos disponibles. Lo habitual, sin embargo, es que los arrepentidos, con o sin trasplante, desaparezcan, evitando hacerse notar, o se integren en la plantilla de empresas que previamente recibieron de la polic¨ªa ciertas seguridades sobre el sincero prop¨®sito de enmienda de sus nuevos operarios.
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