El deber de crear un mundo bien alimentado
Los noventa est¨¢n siendo un decenio de dram¨¢ticas y vertiginosas convulsiones diarias dif¨ªciles. Para sentar las bases de un futuro mejor hay que empezar por resolver los persistentes problemas de la pobreza, el hambre y la degradaci¨®n medioambiental. Ante una realidad donde millones de personas padecen hambre y malnutrici¨®n, nuestra primera prioridad ha de ser la creaci¨®n de un mundo bien alimentado. Es mucho lo que se ha dicho sobre la malnutrici¨®n, pero, desgraciadamente, poco lo que se ha hecho para evitarla. Hemos de emplear nuestra creatividad, nuestra energ¨ªa para hacer realidad, la profunda solidaridad que nos lleva a proclamar el inalienable derecho a una alimentaci¨®n adecuada.La Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO) ha elegido el tema de la alimentaci¨®n y la nutrici¨®n como el lema del D¨ªa Mundial de la Alimentaci¨®n de este a?o (DMA). El DMA se conmemora cada 16 de octubre desde 1981 para aumentar la conciencia p¨²blica de la naturaleza y las dimensiones de la alimentaci¨®n mundial y fomentar el sentido de solidaridad en la lucha contra el hambre, la malnutrici¨®n y la pobreza. En esta conmemoraci¨®n queremos denunciar una vez m¨¢s lo que consideramos la mayor de las injusticias: en nuestro planeta hay personas que mueren de hambre porque se les niega el primero de los derechos del hombre, el de tener acceso a una alimentaci¨®n suficiente.
Todos conocemos el drama de la pobreza. Los medios de comunicaci¨®n nos informan de terribles situaciones y nos meten en nuestros hogares espantosas e. insoportables im¨¢genes de ni?os, mujeres y ancianos esquel¨¦ticos y moribundos por la falta de alimento, v¨ªctimas de guerras, desastres naturales (sequ¨ªas, inundaciones, etc¨¦tera), y de las injusticias econ¨®micas y sociales. Se dir¨ªa que nos hemos acomodado a observar sin tensi¨®n im¨¢genes como las que nos llegan de Somalia como si fueran situaciones irremediables, cuando no lo son.
Es cierto que se han logrado progresos, pero no suficientes. Aunque el porcentaje de personas que padecen hambre est¨¢ disminuyendo -actualmente se sit¨²a en torno al 20% de la poblaci¨®n del mundo en desarrollo-, las cifras reales no lo hacen, ya que la poblaci¨®n mundial sigue creciendo m¨¢s r¨¢pidamente que el ritmo al que mejora su bienestar nutricional. Las altas tasas de natalidad y la disminuci¨®n de las de mortalidad originan un proceso en que la pobreza y el r¨¢pido crecimiento demogr¨¢fico se refuerzan mutuamente, especialmente en las ¨¢reas rurales del mundo en desarrollo. Actualmente, hay m¨¢s de 780 millones de personas que sufren hambre, es decir, que no consumen suficientes alimentos para satisfacer sus necesidades energ¨¦ticas. M¨¢s de 2.000 millones de personas padecen de carencia de micronutrientes, o sea, de aporte insuficiente de vitaminas y minerales esenciales para el crecimiento, el desarrollo y la buena salud. Cada a?o mueren casi 13 millones de ni?os de menos de cinco A?os como consecuencia del hambre, la desnutrici¨®n y las infecciones.
La malnutrici¨®n existe de una u otra manera en todos los pa¨ªses. Las mujeres, los ni?os y los ancianos son los grupos m¨¢s vulnerables. Cada minuto mueren 15 ni?os por escasez de alimentos, agua salubre y falta de asistencia m¨¦dica. El aporte cal¨®rico insuficiente de la dieta o desnutrici¨®n es el principal problema nutricional en muchas naciones de bajos ingresos, pero tambi¨¦n afecta a algunos sectores de las naciones m¨¢s ricas. La carencia de micronutrientes puede causar enfermedades graves, pero la hipernutrici¨®n contribuye, por otro lado, a generar las llamadas enfermedades de la civilizaci¨®n relacionadas con la dieta, como las cardiopat¨ªas, la diabetes, la obesidad y algunas formas de c¨¢ncer. Si bien ¨¦stas son frecuentemente consecuencia de la riqueza, se est¨¢n extendiendo tambi¨¦n entre muchos grupos de escasos ingresos de los pa¨ªses de riqueza media y alta.
La lucha contra el hambre y la malnutrici¨®n no consiste meramente en producir m¨¢s alimentos. La producci¨®n mundial es ya suficiente para alimentar adecuadamente a toda la humanidad, pero su distribuci¨®n es demasiado desigual. Esta situaci¨®n no cambiar¨¢ mientras no nos comprometamos, como individuos, naciones y miembros de la comunidad internacional, a subsanar las desigualdades y eliminar las barreras que impiden a muchas personas el acceso a una alimentaci¨®n suficiente. Se requiere un compromiso sostenido y a largo plazo para movilizar los recursos y conocimientos especializados de todos los sectores: del Gobierno y la industria, de los agricultores y los consumidores, de los cient¨ªficos y de los miles y miles de personas que preparan o venden alimentos.
La malnutrici¨®n es una tragedia evitable, que acarrea enormes costes sociales y econ¨®micos como consecuencia de la p¨¦rdida de potencial humano. La principal causa del hambre y la desnutrici¨®n es la pobreza, pero tambi¨¦n contribuyen a exacerbarlas el r¨¢pido crecimiento demogr¨¢fico, las condiciones ambientales nocivas para la salud y la falta de educaci¨®n. Aunque los alimentos que se producen en el mundo bastar¨ªan para satisfacer las necesidades de la humanidad entera, no todas las personas tienen acceso en todo momento a una alimentaci¨®n adecuada. Los motivos de ello radican en una amplia gama de factores, entre ellos, la falta de poder adquisitivo y el deficiente desarrollo de los sistemas de comercializaci¨®n, almacenamiento y distribuci¨®n. La desigualdad en el comercio mundial menoscaba la capacidad de los pa¨ªses pobres para satisfacer sus necesidades b¨¢sicas. Los problemas originados por la inestabilidad y la disminuci¨®n de los precios de los productos b¨¢sicos se ven, adem¨¢s, agravados por los efectos de la deuda externa acumulada por muchos de los pa¨ªses en desarrollo durante los a?os setenta. El proteccionismo les impide, por otra parte, el acceso a muchos mercados de los pa¨ªses desarrollados.
El hambre y la malnutrici¨®n son retos que la FAO y la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) han decidido afrontar seriamente en un foro intergubernamental a nivel mundial, que se celebrar¨¢ en Roma del 5 al 11 de diciembre pr¨®ximo. Pretendemos que la Conferencia Internacional sobre Nutrici¨®n (CIN) sea un trampol¨ªn de acci¨®n para erradicar el mal. Por primera vez en la historia, los Gobiernos de todo el mundo se reunir¨¢n para formular estrategias realistas con miras a promover y salvaguardar el bienestar nutricional del planeta.
Los objetivos de este encuentro son: determinar cu¨¢les son los problemas nutricionales, tanto por exceso como por defecto; elaborar y adoptar una estrategia y propuestas para la acci¨®n; movilizar los recursos financieros necesarios para la realizaci¨®n de esfuerzos por parte de Gobiernos, organizaciones no gubernamentales (ONG) y organismos internacionales para la puesta en marcha de estas acciones; sensibilizar a la opini¨®n p¨²blica mundial !obre la magnitud, las causas y las consecuencias de la malnutrici¨®n y sobre la ventaja de una nutrici¨®n sana; y establecer un sistema mundial para la recogida y la distribuci¨®n de informaci¨®n sobre los constantes cambios de la situaci¨®n nutricional de los grupos mas vulnerables. Se llega a esta conferencia tras un proceso en el que cada Gobierno ha elaborado y discutido, en colaboraci¨®n con las ONG, instituciones acad¨¦micas y la industria un informe sobre la situaci¨®n nutricional de su pa¨ªs. Estos informes, a su vez, han sido llevados a conferencias preparatorias regionales, que han brindado la oportunidad pata identificar problemas y proponer f¨®rmulas comunes.
La CIN tratar¨¢ de lograr un compromiso com¨²n para dar a toda la humanidad la posibilidad de desarrollar plenamente las propias capacidades, a la vez que se garantiza un reparto equitativo de los beneficios del desarrollo econ¨®mico y social. Ojal¨¢ que los Gobiernos asuman el compromiso de que las personas y su bienestar nutricional han de ser la prioridad m¨¢s relevante del desarrollo. La responsabilidad de promover una alimentaci¨®n sana y equilibrada es una responsabilidad com¨²n de toda la comunidad internacional, de todos nosotros. Pienso, pues, que es hora de, que se pongan los medios para que todos los seres humanos sean capaces de producir o de obtener los alimentos esenciales que necesitan.
Edouard Saouma es director general de la FAO.
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