Borrar la mancha
LA MANCHA de intolerancia racial con la que emborronaron a Mancha Real algunos de sus vecinos no se quita con brochazos del C¨®digo Penal. El comportamiento que tuvieron muchos de ellos el 19 de mayo de 1991 saqueando y destrozando las viviendas de seis familias gitanas como represalia por la muerte de un vecino por otro perteneciente a ese grupo ¨¦tnico fue algo m¨¢s que una transgresi¨®n de la ley. Represent¨®, ante todo, la puesta en escena hosca y agresiva de prejuicios raciales hondamente arraigados en la colectividad que s¨®lo podr¨¢n desterrarse con la opci¨®n decidida por valores contrarios: la comprensi¨®n, en lugar de la intolerancia; la justicia, en lugar de la venganza; el respeto a la ley, en lugar de la barbarie; la solidaridad, en lugar de la segregaci¨®n racial. Es decir, por la vigencia plena de las reglas y actitudes que distinguen a las colectividades civilizadas de las que no lo son.La sentencia dictada por los jueces en relaci¨®n con aquellos acontecimientos puede ayudar a sus protagonistas a la reflexi¨®n y a la enmienda. M¨¢s que como sanci¨®n penal, que lo es sin duda -los poderes p¨²blicos no pueden dejar de actuar de acuerdo con las leyes cuando se las transgrede-, la condena judicial de aquellos sucesos debe ser interpretada, ante todo, como una seria llamada de atenci¨®n respecto de los l¨ªmites que un Estado de derecho no puede dejar de salvaguardar, incluso cuando son transgredidos por ciudadanos actuando al modo de Fuenteovejuna.
Y esta llamada de atenci¨®n debe ser atendida, sobre todo, por quienes teniendo autoridad y ascendencia sobre la poblaci¨®n no s¨®lo no apaciguaron la exaltaci¨®n vecinal, sino que la alentaron: el alcalde y los miembros del consistorio municipal. Su condena de destierro y de inhabilitaci¨®n restituye a la funci¨®n p¨²blica el papel que le es propio, irresponsablemente desconocido por la corporaci¨®n de Mancha Real durante los sucesos del pasado a?o. En lugar de encauzar y moderar los ¨¢nimos de sus convecinos, hicieron todo lo contrario: ponerse demag¨®gicamente al frente, y permitir que la venganza sustituyera a la acci¨®n de la justicia y que todo un grupo ¨¦tnico fuera considerado culpable gen¨¦rico de lo que hab¨ªa hecho uno de sus miembros. La justicia ha condenado, justamente, esta explosi¨®n de racismo intolerable, del mismo modo que conden¨® en su momento el hecho concreto que la desencaden¨®.
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