El conflicto entre Gobierno y partido cede paso a la lucha interna por el poder en el PSOE
La decisi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez de encabezar las listas electorales de? PSOE, hecha ya p¨²blica, bajo la condici¨®n de que la direcci¨®n del partido acepte su proyecto de Gobierno es un paso m¨¢s en la consolidaci¨®n de la autonom¨ªa del Ejecutivo. Gonz¨¢lez lo anunci¨® por vez primera en la clausura del Congreso del PSOE en noviembre de 1990. Paralelamente, la lucha por el poder en el PSOE ha dejado en un segundo plano el conflicto entre el Gobierno y el partido que caracteriz¨® los primeros pasos del Ejecutivo desde que Narc¨ªs Serra sustituy¨® a Alfonso Guerra en la vicepresidencia del Gobierno, en marzo de 1991.
Las relaciones entre la Moncloa y Ferraz, sede federal del PSOE, se han distendido desde comienzos de 1992, y la batalla en el partido se centra ahora entre la defensa del statu quo por la c¨²pula socialista y la reivindicaci¨®n de pluralidad por el sector renovador.El martes de la pasada semana se reun¨ªan en Moncloa Narc¨ªs Serra, y el ministro de Trabajo, Luis Mart¨ªnez Noval, con los dirigentes socialistas Txiki Benegas, Eduardo Mart¨ªn Toval, Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n y Abel Caballero para analizar la pol¨ªtica social y, m¨¢s concretamente, la ley de huelga. El acuerdo fue total.
El jueves anterior Serra se reuni¨® con Benegas, y la semana antes ambos almorzaron en la Moncloa con Gonz¨¢lez. Son datos que avalan la existencia de una comunicaci¨®n partido-Gobierno y que se manifiesta en una coincidencia en las pol¨ªticas concretas, sobre todo en la econ¨®mica.
Personas del entorno del ministro de Econom¨ªa, Carlos Solchaga, han comentado que ha asegurado recientemente que por primera vez "ha hecho los presupuestos que ha querido, sin interferencias" del partido. El responsable de econom¨ªa del PSOE, Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n, mantiene ahora las mejores relaciones con Serra y Solchaga.
Autonom¨ªa de funcionamiento
Estos datos avalan que el pacto propuesto por Gonz¨¢lez a la direcci¨®n del PSOE en el congreso de noviembre de 1990, -y reafirmado ahora- por el que ped¨ªa un respeto a la autonom¨ªa de su proyecto de Gobierno a cambio de la c¨²pula socialista, ha terminado por funcionar. Esto no significa que no haya recelos. Desde el partido se mantiene la idea de que este Gobierno no tiene el punch de los tiempos de Guerra.
Pero atr¨¢s queda el enfrentamiento p¨²blico Gobierno-PSOE de la primavera de 1991, cuya expresi¨®n m¨¢s viva fue la disputa entre Benegas y Solchaga por el plan de 400.000 viviendas.
La batalla socialista se traslada ahora al partido, pero de manera sorda. La c¨²pula socialista dise?a una campa?a para el d¨¦cimo aniversario del Gobierno y deja fuera a Serra, convertido en abanderado de los renovadores. Serra lanza, a su vez, un mensaje renovador en el que no cita a la c¨²pula del PSOE, pero s¨ª sus vicios.
La tentaci¨®n de invocar a Gonz¨¢lez es com¨²n a unos y otros. La c¨²pula del PSOE lo invoca en su toma de decisiones, y en este marco se sit¨²a el simb¨®lico cartel de la campa?a socialista de 10 a?os de Gobierno, con el Gonz¨¢lez y Guerra sosteniendo la rosa.
A su vez, las propuestas de apertura del partido que ahora encabeza Serra se presentan avaladas por Gonz¨¢lez. As¨ª ha sido con el ¨²ltimo envite de Serra, el lunes en Barcelona, donde, adem¨¢s de propugnar una renovaci¨®n de la vida pol¨ªtica, insisti¨® en la necesidad de abrir el PSOE y su direcci¨®n a una mayor pluralidad.
Serra cree, se?alan los renovadores, que si no hay renovaci¨®n de la vida pol¨ªtica y del PSOE, el mensaje socialista no calar¨¢ en la sociedad aunque lo encabece Gonz¨¢lez. Un mensaje que identifica liderazgo, partido y pa¨ªs con la unidad pol¨ªtica y econ¨®mica con Europa y que implica la modernizaci¨®n y apertura del PSOE.
Aunque Serra tiene un discurso interno conciliador, algunos dirigentes renovadores, creen que la ¨²nica manera de que ellos puedan desempe?ar alg¨²n papel tendr¨ªa que ir pareja, a la p¨¦rdida de poder de Guerra. La reaparicion de ¨¦ste en la vida partidista ha fomentado la tensi¨®n y ha colocado a Gonz¨¢lez en el papel de mediador. Un dirigente renovador dec¨ªa as¨ª: "He dicho a mis compa?eros que Gonz¨¢lez nunca va a empu?ar el cuchillo contra Guerra, que tendr¨¢ que hacerlo otro".
El riesgo que lamentan algunos socialistas, sobre todo renovadores, es la personalizaci¨®n del debate y la insuficiencia de una discusi¨®n del problema de fondo que, a su juicio, se centra en el grado de autonom¨ªa del modelo de partido y las gotas de liberalismo a incorporar a su pol¨ªtica tradicional.
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