Toronto, un clamor de bates

Toronto se ech¨® a las calles para celebrar la victoria de los Blue Jays sobre los Braves de Atlanta en las Series Mundiales de b¨¦isbol. Fue un triunfo que hizo historia. Por primera vez, un equipo canadiense ganaba el t¨ªtulo en el deporte nacional estadounidense, un dato que incluso ha tenido resonancias pol¨ªticas en las v¨ªsperas del controvertido refer¨¦ndum sobre las reformas constitucionales en el pa¨ªs. El presidente George Bush se ha apresurado a invitar a los campeones a la Casa Blanca.

Poco import¨® que ning¨²n jugador de los Blue Jays haya nacido en Canad¨¢: medio mi ll¨®n de personas festejaron el triunfo en un clima alegre, sin disturbios de ning¨²n tipo. "Podr¨¢n decir que Toronto es una ciudad tranquila, pero si algo sabemos los canadienses es montar buenas fiestas", gritaba un conductor.Toronto ama el deporte de una forma que es dificil igualar en Norteam¨¦rica. Durante el partido decisivo, en Atlanta, 45.000 persones permanecieron atentas a una gran pantalla en Skydome, el estadio de los Blue Jays. A la misma hora, 7.000 fan¨¢ticos del hockey so bre hielo acudieron al Gardens para animar a los Maples Leafs, el conjunto de la ciudad. La mayor¨ªa llevaba peque?as radios o minitelevisores conectados con las cadenas que retransmit¨ªan la final del b¨¦isbol. Toda la ciudad se paraliz¨® la noche del s¨¢bado hasta que Dave Winfield bate¨® el golpe ganador.

En los ¨²ltimos dos a?os, cuatro millones de espectadores han llenado el enorme Skydome, una cifra que ha establecido el r¨¦cord de asistencia a un estadio en la Liga profesional de b¨¦isbol. Durante la ¨²ltima d¨¦cada, los Blue Jays han contado con el mejor balance de victorias del campeonato, pero han sido ignorados cuando han jugado en Estados Unidos.

Este t¨ªtulo es considerado como el mayor ¨¦xito en la historia del deporte canadiense, un apunte ir¨®nico, puesto que Toronto es la ciudad que genera m¨¢s odios en el resto del pa¨ªs. Sin embargo, en la madrugada del domingo los Blue Jays se convirtieron en el equipo de Canad¨¢, desde Halifax, en la costa del Atl¨¢ntico, hasta Vancouver, en la del Pac¨ªfico. Se trataba de batir a Estados Unidos en su propio juego.

No pudo se m¨¢s dulce el momento. Toronto nunca ha perdonado a Atlanta ganar la elecci¨®n de la sede de los Juegos Ol¨ªmpicos de 1996.