A la presidencia en autob¨²s
Bill Clinton logra conectar con el electorado al ofrecer una imagen c¨¢lida y renovadora
El carisma, ?se tiene por naturaleza o se fabrica? Bill Clinton puede ser un ejemplo de que es el trabajo concienzudo, la dedicaci¨®n y, sobre todo, la proximidad al poder, lo que le permite a un pol¨ªtico adquirir ese don de atraer muchedumbres. Quien vio a Bill Clinton a principios del mes de abril, durante las primarias de Nueva York, balbucear ante la prensa que lo ridiculizaba por su confesi¨®n de que hab¨ªa fumado marihuana sin inhalar, no podr¨ªa imaginarlo, seis meses y medio despu¨¦s, compar¨¢ndose con Robin Hood ante 20.000 personas enardecidas en medio de una plaza de Durham, en Carolina del Norte.
Cualquier semejanza entre el programa pol¨ªtico moderado del candidato dem¨®crata y el h¨¦roe de leyenda que robaba el dinero a los ricos para d¨¢rselo a los pobres s¨®lo puede explicarse por el apasionamiento propio de una campa?a electoral. Pero es cierto que Bill Clinton ha adquirido en su trayectoria hacia la Casa Blanca un kennedyano aire redentorista, casi mesi¨¢nico a veces, que permite vincular su imagen a la de una nueva hora de esperanza en la historia norteamericana."Sigo creyendo en un lugar llamado Esperanza", dijo Bill Clinton en su mensaje a la naci¨®n, desde la convenci¨®n dem¨®crata, en alusi¨®n al significado en ingl¨¦s del nombre de la ciudad donde naci¨® hace 45 a?os, Hope. Esperanza, cambio, optimismo, ¨¦sas son las im¨¢genes que constantemente se repiten en el mensaje dem¨®crata. "Imag¨ªnese usted la ma?ana del d¨ªa 4 de noviembre. Al abrir la ventana descubre un cielo despejado y un sol que brilla espl¨¦ndido, los p¨¢jaros cantan en su jard¨ªn y, desde la cocina, llega un delicioso aroma de caf¨¦ reci¨¦n hecho. Se asoma a la puerta de la casa a recoger el peri¨®dico y descubre un titular en la primera p¨¢gina que dice: comenz¨® el futuro. Eso ser¨¢ el triunfo de Bill Clinton", describ¨ªa el candidato dem¨®crata a la vicepresidencia, Al Gore, en su discurso en el Elon College, a pocos kil¨®metros de distancia de Durham.
?poca de cambio
En su intervenci¨®n, en ese y otros puntos de esta gira por Carolina del Norte, Bill Clinton pretende comparar el cambio que su presidencia supondr¨ªa con otras transformaciones profundas ocurridas en el mundo en estos a?os: "La fe del pueblo alem¨¢n consigui¨® echar abajo el muro de Berl¨ªn. Sur¨¢frica comenz¨® a dejar en el pasado el anacronismo del apartheid. Ahora le ha llegado la hora a Estados Unidos, aunque nosotros no estamos superando el comunismo sino un sistema econ¨®mico injusto que ha durado 12 a?os. Nosotros vamos a poner fin a la pol¨ªtica de empobrecer a los pobres para enriquecer a los ricos".
En todos estos viajes, en todas estas manifestaciones, Clinton ha tratado de responder a una de las principales preocupaciones del electorado: el car¨¢cter del candidato dem¨®crata, qu¨¦ ideas tiene, qu¨¦ clase de presidente va a ser. Clinton ha pertenecido durante toda su madurez pol¨ªtica a lo que se considera el sector conservador del Partido Dem¨®crata. Pero se sum¨® a esa corriente m¨¢s por pragmatismo, sentido com¨²n, ambici¨®n e instinto que por simples convicciones. En su juventud Clinton hab¨ªa ayudado en la campa?a electoral de George McGovern y hab¨ªa sustentado las posiciones m¨¢s progresistas de la ¨¦poca. Su propio origen familiar y algunas de las decisiones que tom¨® como gobernador de Arkansas contribuyen tambi¨¦n a descubrir el perfil de un hombre con una fuerte preocupaci¨®n social y capaz de afrontar algunas reformas profundas en esta sociedad.
De Clinton se puede esperar una Administraci¨®n con una pol¨ªtica econ¨®mica conservadora, pero con estilo de Gobierno casi populista. "Se acab¨® ya la ¨¦poca de esos pol¨ªticos que hacen promesas en las campa?as y nunca cumplen despu¨¦s": el martes en Tampa (Florida). "Conmigo como presidente, la Casa Blanca ser¨¢ la casa de ustedes": el lunes en Durham. "Yo no entr¨¦ en esta campa?a para derrotar a mis oponentes. Yo entr¨¦ en esta campa?a para hacer ganar al pueblo norteamericano": el martes en Lafayette (Louisiana).
Bill Clinton no es el hombre de quien se supone que pase la mayor parte de su presidencia tras su mesa del Despacho Oval, esclavo de los informes de sus asesores, es un hombre a quien le gusta pisar la calle. Ya ha anunciado que sus famosas giras en autob¨²s -la iniciativa de mayor ¨¦xito de su campa?a electoral- continuar¨¢n peri¨®dicamente si consigue la victoria el 3 de noviembre.
Cuando Clinton sal¨ªa a la calle durante las primarias de New Hampshire sus asesores ten¨ªan primero que explicar a los transe¨²ntes qui¨¦n era ese joven de Arkansas que interrump¨ªa su camino. Ahora conecta con la poblaci¨®n, que empieza a conocerle y a quererle. Ha perdido la rigidez de meses atr¨¢s y se nota que comienza a experimentar el placer de las aclamaciones.
El autob¨²s del cambio ha contribuido a que Clinton deje de ser exclusivamente el candidato que cosecha los votos de rechazo a Bush para convertirse en el per sonaje en el que se concentran las esperanzas hacia el futuro. Durante cuatro meses, por cientos de ciudades de todo el pa¨ªs, des de un remoto lugar como Strawberry Point, en lowa, hasta Los ?ngeles o Miami, el autob¨²s del cambio ha propagado la imagen de un Clinton cercano a las preocupaciones cotidianas de los norteamericanos. En Wilson, Carolina del Norte, el autob¨²s del cambio hace su ¨²ltima parada. Termina el viaje.
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