Los apuros de Kohl
LA MUERTE de Willy Brandt no ha sido la ¨²nica puerta cerrada en Alemania sobre una forma de hacer pol¨ªtica y sobre un proyecto hist¨®rico muy concreto. La Alemania que con Brandt se abri¨® al Este y que con Helmut Kohl se reunific¨® ha enterrado a un l¨ªder, y, como alg¨²n milagro no lo remedie, har¨¢ lo propio con el segundo en las elecciones de finales de 1994.El pasado mi¨¦rcoles concluy¨® en D¨¹sseldorf el congreso anual de los democristianos (CDU) con unas previsiones de futuro nada halag¨¹e?as. Helmut Kohl, l¨ªder del partido y canciller alem¨¢n, lo hab¨ªa inaugurado el lunes con una arenga sobre "la hora de la verdad" acogida por sus compromisarios con absoluta frialdad. El mensaje: los costes de la unidad alemana son tales ("durante mucho tiempo" absorber¨¢n en ayudas directas casi 10 billones de pesetas anuales, una cifra que equivale a la casi totalidad del incremento anual de su PIB) que, para cuando empiecen a repercutir sobre el presupuesto -antes de 1995-, habr¨¢ sido necesario subir dr¨¢sticamente los impuestos. Este anuncio -viniendo como viene de quien, tras prometer en la campa?a para los comicios de diciembre de 1990 que la unificaci¨®n no supondr¨ªa incremento de impuestos, procedi¨® a subirlos- debe tomarse realmente en serio.
Claro que Theo Waigel (el ministro de Hacienda, que pertenece a la Uni¨®n Social Cristiana b¨¢vara, coligada en el Gobierno de Bonn) contribuy¨® durante el congreso a complicar a¨²n m¨¢s las cosas, haciendo un enf¨¢tico llamamiento a que no subieran los impuestos. A su exabrupto se sum¨® enseguida Otto Lambsdorff (l¨ªder de los liberales, tercer partido en la coalici¨®n gubernamental). Con lo que un Kohl que sabe que su popularidad est¨¢ en baja acab¨® de confundir a la audiencia en la sesi¨®n de clausura, asegurando que no subir¨ªa la fiscalidad si se hac¨ªan recortes dr¨¢sticos en el gasto p¨²blico. "Y cuando digo ahorrar, quiero decir ahorrar de verdad".
No son s¨®lo el lastre de la antigua Alemania del Este y la fiscalidad elevada los que crean problemas econ¨®micos y pol¨ªticos a Kohl. Ambas cuestiones, junto con un marco anormalmente fuerte y unos salarios excesivamente altos, han afectado gravemente a la competitividad germana y han forzado al canciller a proponer un pacto que incluya compromisos de moderaci¨®n salarial por parte de los sindicatos y limitaciones del gasto p¨²blico con los que convencer al Bundesbank de que baje sus tipos de inter¨¦s. De pronto, Alemania, tras 10 a?os de Kohl, tiene graves problemas, y el congreso de la CDU no ha servido para tranquilizar a sus partidarios.
A partir de enero de 1993, en Alemania empieza una tanda consecutiva de 17 elecciones federales que previsiblemente no ser¨¢n un camino de rosas para la CDU. Concluyen con los comicios generales, en los que no puede sino pensarse que la coalici¨®n gubernamental resultar¨¢ muy seriamente tocada. Por una parte, la progresiva ascensi¨®n de la ultraderecha y el reforzamiento de los verdes puede determinar la entrada de ambos en el Parlamento, con lo que no resultar¨¢ tan f¨¢cil el mantenimiento de la coalici¨®n actual para gobernar en mayor¨ªa minoritaria. Por esta raz¨®n no debe descartarse la posibilidad de una gran coalici¨®n CDU-SPD (socialdem¨®cratas) tras las elecciones.
Pero Kohl, por el momento, se dedica a arrinconar a los socialdem¨®cratas para ponerles en una situaci¨®n ideol¨®gica complicada y erosionar el apoyo que puedan recibir en las urnas. El arma escogida es la de la reforma del art¨ªculo 16 de la Constituci¨®n, referente al derecho de asilo. Es cierto que el flujo de inmigrantes, extraordinariamente elevado (50.000 refugiados s¨®lo en octubre), complica no s¨®lo por su repercusi¨®n econ¨®mica, sino por la reacci¨®n negativa que produce en algunos sectores de la poblaci¨®n. Kohl quiere cambiar el art¨ªculo 16 para endurecer las condiciones de asilo (?una llamada a la parroquia de la extrema derecha?). Bj?rn Engholm, el l¨ªder socialdem¨®crata, querr¨ªa ceder al cambio en dicho art¨ªculo, pero ello le enfrenta con la mayor¨ªa de sus partidarios. El derecho de asilo est¨¢ en la memoria colectiva socialdem¨®crata; cambiar el art¨ªculo 16 es como una traici¨®n a los ideales. A veces, la necesidad de ganar votos es mala consejera. Todos, unos voluntariamente y otros con desgana, est¨¢n jugando con el fuego del racismo.
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