Clinton promete el cambio "en 100 d¨ªas"
El candidato dem¨®crata, Bill Clinton, prometi¨® ayer a los norteamericanos, horas antes de su gran victoria en las elecciones: "Durante mis primeros 100 d¨ªas en la Casa Blanca demostrar¨¦ que las cosas pueden cambiar". Acababa de traspasar la invisible barrera en la que el aspirante a presidente comienza a hablar como tal y abandona el tono de candidato.
Despu¨¦s, y mientras los activistas de la campa?a dem¨®crata hac¨ªan 10 millones de llamadas telef¨®nicas para movilizar votantes a su favor, el todav¨ªa gobernador Clinton vot¨® en Little Rock (Arkansas) y se desplom¨® en la cama de su residencia oficial de gobernador en la que no ha dormido desde hace meses, y esper¨®. S¨®lo sab¨ªa que hab¨ªa perdido en la aldea de Dixville Notch, una treintena de votantes en las monta?as de New Hampshire, que hist¨®ricamente vota republicano y goza de sus 15 segundos de fama cada cuatro a?os porque abre las urnas a las 0.01 horas del martes.Pero conoc¨ªa tambi¨¦n que ser¨ªan los votos de las grandes ciudades, de las zonas industriales que se movilizan por la tarde, los que aupan tradicionalmente la presidencia a los dem¨®cratas. Y confiaba, sobre todo, en el voto de las mujeres y de los j¨®venes.
Mientras, los estrategas de su campa?a, realizada en zapatillas de tenis y camiseta, preparaban ya el discurso de aceptaci¨®n en el que los presidentes electos ofrecen las grandes ideas que guiar¨¢n sus mandatos. Clinton conservaba la calma y promet¨ªa guardar silencio hasta por lo menos las diez de la noche (cinco de la madrugada de hoy en Espa?a), hora en la que se cerr¨® el ¨²ltimo colegio electoral en la costa Oeste. S¨®lo entonces, ten¨ªa previsto dirigirse a la naci¨®n y al mundo, enchufados electr¨®nicamente a esta ciudad del sur de Estados Unidos que ya ha obtenido su l¨ªnea en las enciclopedias.
El centro de Little Rock, una localidad que no aparec¨ªa en el mapa informativo desde 1957, cuando un gobernador racista intent¨® impedir la entrada de cuatro, estudiantes negros a . una escuela secundaria y el presidente Eisenhower mand¨® al Ej¨¦rcito para hacer cumplir la integraci¨®n racial en la escuela, fue menos cauta que su gobernador y estall¨® en una gran fiesta con la llegada de los primeros datos.Explosi¨®n de alegr¨ªa
Miles de personas se lanzaron a la calle, tocados de gorritos, bufandas, chapas, o cualquier identificaci¨®n que les reconociera como dem¨®cratas y como ganadores de la presidencia. Las calles de Little Rock se convirtieron en improvisados salones de baile, donde se suced¨ªan los brindis, los abrazos y las alegr¨ªas. La ciudad era, sobre todo, un gigantesco estudio de televisi¨®n donde se amontonaban los cables, las c¨¢maras, las paelleras para hablar a trav¨¦s de los sat¨¦lites. En los puestos de venta de comida callejera no se encontraba, pese a la magnitud de la fiesta, alcohol, s¨®lo sidra y chocolate caliente. Celebridades de Hollywood, como Richard Gere, Jack Nicholson y Cindy Crawford ten¨ªan anunciada su participaci¨®n en la celebraci¨®n del regreso de los dem¨®cratas a la Casa Blanca, hecho que no se produc¨ªa desde que Jimmy Carter se la arrebat¨® al republicano Gerald Ford en 1976.
Todo cambi¨® de madrugada, cuando uno de los Estados industriales, pudo ser Pensilvania, Nueva Jersey o quiz¨¢s Ohio, le dio al nuevo presidente la m¨¢gica cifra de 270 votos electorales.
Horas antes de conocer la magnitud de su victoria, Clinton, todav¨ªa candidato, reclam¨® solidaridad, prometi¨® trabajar con la oposici¨®n y, en un claro recuerdo del discurso inaugural de Kennedy, dijo a los votantes que se preocupen por lo que pueden aportar al pa¨ªs y no s¨®lo por lo que reciben del Gobierno. Claramente est¨¢ preparando ya a los norteamericanos para una presidencia muy dif¨ªcil: "No nos metimos en este desastre de la noche a la ma?ana y tampoco saldremos adelante en 15 d¨ªas", advirti¨® Clinton.
Bill Clinton, el primer presidente de Estados Unidos nacido despu¨¦s de la II Guerra Mundial, va encontrar su cita con un pa¨ªs aplastado por la deuda p¨²blica y angustiado ante un futuro que nunca vio tan incierto. Hay un momento en todas las campa?as presidenciales en las que se presiente la sensaci¨®n de cambio y las cosas parecen imparables.
Con las fuerzas que da la tensi¨®n nerviosa acumulada a un cuerpo destrozado por 13 meses de dura campa?a, Clinton lleg¨® a las 10.30 de la ma?ana (cinco y media de la tarde en Espa?a) al aeropuerto de Little Rock. "Corno pod¨¦is ver", dijo a sus fieles, "casi he perdido mi voz intentando d¨¢rsela al pueblo". Un m¨¦dico ha viajado a su lado para cuidar a este caballo cansado que tiene problemas cr¨®nicos de alergia, una laringe de cristal y tendencia a cargarse con kilos de m¨¢s, pero que, por lo dem¨¢s, promete ser un presidente sin problemas de salud.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.