Funeral en Houston
George Bush pide al pueblo norteamericano que apoye a Bill Clinton
George Bush pidi¨® ayer el apoyo total de los norteamericanos para el presidente electo de EE UU, Bill Clinton, despu¨¦s de sufrir una estrepitosa derrota a manos de su contrincante dem¨®crata, que pone fin a 12 a?os de presencia ininterrumpida republicana en la Casa Blanca. Una recesi¨®n econ¨®mica en el interior e ir¨®nicamente el fin de la guerra fr¨ªa en el exterior han sido las causas determinantes de la ca¨ªda del 410 presidente norteamericano, que el pr¨®ximo 20 de enero entregar¨¢ el poder a su sucesor. Bush une as¨ª su nombre al de los tres ¨²nicos presidentes que en este siglo s¨®lo un conseguido un mandato en la Casa Blanca: Robert Taft, Herbert Hoover y Jimmy Carter.
Exactamente a las 10.12 de la noche del martes (hora de Tejas, 5.12 de la madrugada de ayer, hora peninsular espa?ola), George Bush, acompa?ado por su familia y sus amigos m¨¢s ¨ªntimos, los ex miembros de su gabinete James Baker y Robert Mosbacher, compareci¨® en un hotel de Houston ante sus tristes partidarios y los medios de comunicaci¨®n para reconocer su derrota.El presidente se mostr¨® digno y elegante en lo que sus allegados describieron luego como "el peor momento de su vida". "Acabo de llamar a Bill Clinton para felicitarle por su victoria y asegurarle que toda mi Administraci¨®n colaborar¨¢ totalmente con ¨¦l para asegurar una transici¨®n de poder efectiva y sin sobresaltos", dijo.
A continuaci¨®n, el presidente pidi¨® a sus conciudadanos un apoyo total y sin reservas para su sucesor. "El pueblo ha hablado y ¨¦sta es la majestad del proceso democr¨¢tico. Estamos todos detr¨¢s del nuevo presidente para convertir a Estados Unidos en el pa¨ªs m¨¢s grande del mundo y garantizar que hay un lugar para todos en el sue?o americano" manifest¨®.
Sus palabras de concordia y reconciliaci¨®n parec¨ªan evocar la promesa hecha, tras su elecci¨®n en 1988, de convertir a Estados Unidos en "un pa¨ªs m¨¢s amable y cordial" que el presidido por Ronald Reagan. Aparec¨ªan tambi¨¦n como la ant¨ªtesis de los discursos mitineros pronunciados en las -¨²ltimas semanas de esta campa?a electoral que el propio Bush ha definido como "una de las m¨¢s sucias de la historia pol¨ªtica norteamericana".
En un momento de su intervenci¨®n, Bush demostr¨® su preocupaci¨®n por el juicio que en su d¨ªa le reservar¨¢ la historia. "Creo que he mantenido con honor y dignidad la presidencia de los Estados Unidos de Am¨¦rica".Intensa emoci¨®nLa breve comparecencia de Bush ante sus compungidos partidarios tuvo un momento de intensa emoci¨®n cuando el presidente, despu¨¦s de dar las gracias a sus votantes y colaboradores, agradeci¨® el esfuerzo hecho para conseguir su reelecci¨®n por todos los miembros de su familia, y en especial por la labor desarrollada por su mujer, Barbara, que no pudo ocultar las l¨¢grimas ante el homenaje p¨²blico que le tributaba su marido.
En el anecdotario del d¨ªa electoral hay que anotar una extra?a compra hecha por Bush poco despu¨¦s d¨¦ depositar su voto a primeras horas de la ma?ana. El presidente entr¨® en una tienda de deportes y se compr¨® un carrete de pesca, al tiempo que adquir¨ªa una licencia para cazar codornices. Los periodistas que le acompa?aban se preguntaron inmediatamente si esta extra?a compra no presagiar¨ªa una derrota electoral en las urnas. "No parece que se necesiten un carrete y una licencia de caza si se piensa continuar en la Casa Blanca", coment¨® un veterano reportero.
El pueblo norteamericano ha apostado claramente por la promesa de cambio que le ha hecho Clinton. El cambio ofrecido por Clinton, frente a la confianza y seguridad ofertadas por Bush, han sido los t¨¦rminos m¨¢s manejados en esta campa?a y el veredicto del pa¨ªs ha sido claro. Para la mayor¨ªa de los ciudadanos, Bush ha tenido su oportunidad durante cuatro a?os en la presidencia y no los ha sabido aprovechar. La pregunta con la que Ronald Reagan derrot¨® a Jimmy Carter en 1980 ("?Viven ustedes ahora mejor o peor que hace cuatro a?os?") se ha vuelto esta vez contra Bush, porque el pa¨ªs vive peor, los empleos desaparecen, el poder adquisitivo baja y la econom¨ªa no acaba de despegar.
Los argumentos esgrimidos por Bush de que el mundo es interdependiente, de que la crisis econ¨®mica es global y de que Estados Unidos no controla, por ejemplo, las tasas de inter¨¦s alemanas ni el tipo de cambio del marco o del yen, no han hecho mella en un pa¨ªs vuelto hacia s¨ª mismo y concentrado en sus problemas interiores. Ni siquiera su habilidad en pol¨ªtica exterior, reconocida por todos, ni la victoria militar norteamericana en una guerra y media -el Golfo y Panam¨¢- han podido dar el triunfo a George Bush.
Ir¨®nicamente, la desaparici¨®n del comunismo y el derrumbamiento de la amenaza sovi¨¦tica han hecho que la pol¨ªtica exterior haya jugado, por primera vez desde finales de la Segunda Guerra Mundial, un papel nulo en estas elecciones. De acuerdo con una encuesta realizada ayer a la salida de los colegios electorales, s¨®lo un 3% de los votantes ha manifestado su inter¨¦s por los problemas exteriores. Frente a esa exigua cifra, m¨¢s del 65% ha declarado que su prioridad m¨¢xima a la hora de votar eran la cuestiones econ¨®micas.IncapacidadBush no ha sabido, o no ha podido, conservar unida la coalici¨®n que llev¨® al poder a Ronald Reagan y le mantuvo en la Casa Blanca durante ocho a?os y que igualmente le dio a ¨¦l la victoria en 1988. Una coalici¨®n formada por los votantes, tradicionales del Partido Republicano (blancos, protestantes, anglosajones, pertenecientes a las clases media y alta), a los que se unieron los trabajadores industriales -los llamados dem¨®cratas de Reagan-, los dem¨®cratas conservadores del sur y los yuppies.
La recesi¨®n econ¨®mica ha dejado a los trabajadores industriales y a los yuppies en la calle y ha afectado seriamente a la sociedad suburbana norteamericana que vive alejada del centro de las ciudades. Estados republicanos de toda la vida, como New Hampshire y Nueva Jersey, en el este; Nuevo M¨¦xico, en el sur, y California, en el oeste, se han pasado en bloque a las filas dem¨®cratas. Incluso Tejas, el Estado de adopci¨®n de George Bush, tuvo durante m¨¢s de tres horas en vilo a los republicanos hasta que finalmente se inclin¨®, por una estrecha mayor¨ªa, del lado del presidente.
La habilidad de Clinton ha consistido en deshacer con su promesa de cambio esa coalici¨®n que durante tres elecciones consecutivas mantuvo a los republicanos en la Casa Blanca. Su mayor dificultad ser¨¢ conseguir que esos votantes robados al hasta ahora partido mayoritario le sigan fieles si no ofrece muy pronto resultados concretos.
El notable aumento de votantes con relaci¨®n a las elecciones de 1988 (un 6% m¨¢s) ha perjudicado igualmente las posibilidades de Bush para conseguir la reelecci¨®n, ya que la mayor¨ªa de esos electores ha querido expresar su protesta por el deterioro del nivel de vida. Hay que se?alar que una gran parte de esos nuevos votantes procede de las minor¨ªas negras e hispanas, que hasta ahora se hab¨ªan negado a votar, y que han sido responsables de la derrota de Bush en Estados como Georgia, Luisiana, Nuevo M¨¦xico y Colorado.La presencia de Perot
Finalmente, la presencia de Ross Perot ha constituido un factor totalmente desestabilizador para el tradicional sistema bipartidista norteamericano. Aunque seg¨²n todos los an¨¢lisis los dos principales candidatos se hubieran repartido casi a partes iguales el voto conseguido por el millonario tejano, los efectos para Bush han sido devastadores en Estados clave del este y del sur.
Dado el peculiar sistema electoral norteamericano, la victoria por un s¨®lo sufragio en la votaci¨®n popular de un Estado hace que todos los votos de ese Estado vayan a parar a manos del ganador. La presencia de Perot ha impedido igualmente que Clinton consiga ser elegido por m¨¢s del 50% del electorado.
La ¨²ltima arma secreta de George Bush en la campana, que consist¨ªa en cuestionar la integridad de Clinton por sus intentos de evadir el servicio militar en Vietnam, termin¨® volvi¨¦ndose contra ¨¦l en las dos ¨²ltimas semanas.
Las revelaciones contenidas en un memor¨¢ndum del secretario de Defensa de Reagan, Caspar Weinberger, conocido hace unos d¨ªas, en el sentido de que Bush estaba perfectamente al tanto de la venta de armas a Ir¨¢n para liberar a los rehenes norteamericanos, convencieron a muchos indecisos de que una vez m¨¢s en pol¨ªtica "el que est¨¦ libre de pecado que tire la primera piedra".
Bush ha presidido el final de la guerra fr¨ªa y ha proporcionado a su pa¨ªs una resonante victoria militar en el Golfo, que le ha resarcido de su derrota en Vietnam. Pero, sin embargo, ha sido incapaz de ilusionar a los norteamericanos con un programa de pol¨ªtica interior coherente y sugestivo. Y, al final, el pueblo de Estados Unidos le ha pasado la factura.
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