Los micropoderes
Un micropoder, afirma el autor, es aquella potestad o facultad que por el uso, las costumbres o las convenciones sociales, son ejercidas por la persona que en la ocasi¨®n la ejerce, entrando en el ¨¢mbito de tu derecho o de tu libertad. Estos micropoderes, agrega, no est¨¢n bajo control ni sujetos a disciplina legal.
La regla, el principio general, debe ser el respeto de la libertad, interior y exterior.El poder de constre?ir al individuo, al ciudadano, no puede ser reconocido u otorgado a cualquiera. En principio nadie debe hacer violencia a nadie.
Para que esa coacci¨®n, constricci¨®n o violencia sea admisible debe estar plenamente justificada y, adem¨¢s, prevista en lo posible y a semejanza de lo que significa el principio de legalidad para delitos e infracciones (legales, corporativas, profesionales, sindicales, etc¨¦tera). Previsi¨®n ciertamente dif¨ªcil, por no decir imposible, pues as¨ª puede ser calificado el deseo de total seguridad que entra?a la idea de que el hombre, en su total conducta, pueda saber lo que puede o no debe hacer y, m¨¢s en concreto, lo que puede hacer sin constricciones y sin consecuencias perjudiciales para ¨¦l. En suma: cu¨¢l es el ¨¢mbito de la libertad, cu¨¢ndo el ejercicio de mi libertad es en verdad libre, inmune, exento, de consecuencias gravosas. No se ha superado a¨²n la intuici¨®n de Kant: soy libre mientras no atente a la libertad de los dem¨¢s.
Pero ?hasta qu¨¦ punto los dem¨¢s pueden coartar mi libertad? ?Hasta qu¨¦ extremo los dem¨¢s no deben ser mi infierno (Sartre), mi cuarto oscuro, mi soledad cerrada?
En la macroorganizaci¨®n de la convivencia, el trazado de los l¨ªmites de los poderes y libertades corre a cargo del llamado derecho p¨²blico y, en primer lugar, de las constituciones. ?stas, donde las hay, claro, determinan con m¨¢s o menos precisi¨®n las competencias de los llamados poderes del Estado -legislativo, ejecutivo y judicial- y, en cierto modo, de otros poderes, o mejor funciones o servicios.
Cualquiera que haya le¨ªdo -ahora m¨¢s bien o¨ªdo- a Montesquieu lo sabe: como el poder tiende al abuso es menester que el poder frene al poder, de manera que ni el legislativo juzgue, ni el judicial legisle, ni el ejecutivo legisle o sentencie, limit¨¢ndose a gobernar y administrar, que ya es bastante y mucho (de hecho es el poder m¨¢s poder y el m¨¢s dif¨ªcil de limitar y controlar, pero ¨¦sta es otra historia, que dir¨ªa Kipling).
Puede afirmarse, aunque no con mucho entusiasmo, que la regulaci¨®n constitucional del rec¨ªproco juego y control de esos m¨¢ximos y tradicionales poderes (repito: legislativo, ejecutivo y judicial) es bastante satisfactorio y, mal que bien, la cosa funciona, aun con distorsiones.Bajo el gran manto
Pero la vida humana es m¨¢s rica, mucho m¨¢s rica que las previsiones del m¨¢s lucido e imaginativo legislador constituyente. Debajo del gran manto de los grandes poderes, servicios y funciones late, se mueve y vive otra vida menos rimbombante, es cierto, pero m¨¢s enjundiosa, directa, ¨ªntima, personal, comprometida con el presente, con el instante, con el af¨¢n diario que, en definitiva, determina la suerte o desgracia de cada cual. No en balde dec¨ªa C¨¦sar Vallejo que el hombre se compone s¨®lo de d¨ªas. Y esta vida, que es la importante -la que nos importa-, cierto y veraz es que puede ser malbaratada, deshecha, disminuida, recortada, hecha una desgracia y una pena por obra de lo que vamos a llamar los micropoderes. Un micropoder igual puede ser un gusano que un elefante, pues lo que les distingue es la nota de no pertenecer ni a los grandes poderes constitucionales ni a las potestades, funciones o derechos que las leyes prev¨¦n.Observaci¨®n anticipada: un micropoder puede hacerte la pu?eta o m¨¢s dif¨ªcil la vida que el poder judicial o el ejecutivo, pongamos como ejemplo. Porque contra los micropoderes no hay recursos.
Pero ?qu¨¦ es un micropoder? He aqu¨ª un intento de descripci¨®n, m¨¢s que de definici¨®n: un micropoder es aquella potestad o facultad que el uso, las costumbres, las convenciones sociales e incluso las leyes, reglamentos y ordenanzas en su letra peque?ita o en su t¨¢cito contexto permiten y son ejercidas (la potestad o facultad) por la persona -o funcionario- que en la ocasi¨®n la ejerce, entrando en el ¨¢mbito de tu derecho, de tu aspiraci¨®n, de tus esperanzas o de tu libertad.
Pero, como he dicho, a veces es mejor describir que definir. Vean esta lista provisional y urgente de micropoderes, ejercicios por:
El padre, la madre, el hermano mayor, la t¨ªa, el marido, la mujer, etc¨¦tera; es decir, los parientes que deciden en un momento determinado no s¨®lo sobre tu salida por la noche, sino acerca de tu destino vital, tu profesi¨®n, oficio o carrera. Entre los parientes pueden incluirse los consejeros familiares, laicos o religiosos (p¨¢rroco, padre espiritual, etc¨¦tera). Basta repasar la historia y la literatura del XIX para comprobar lo que significaba en una familia el cura.
Los amigos m¨¢s ricos, m¨¢s listos, m¨¢s poderosos o emocionalmente prepotentes, capaces sin duda alguna de orientar tu rumbo o de modificarlo, fundados en una presunta autoridad moral
El empresario o patrono que te cambia de trabajo o de destino, sin llegar a despedirte, pero disponiendo de tu plan de vida, de tu libertad dentro del trabajo.
Los dirigentes o cargos de un partido pol¨ªtico, de un sindicato, asociaci¨®n o club, quienes con sus decisiones, unipersonales o por mayor¨ªa con otros miembros, alteran tu albedr¨ªo, bien para el trabajo, bien para tu ocio.
Los porteros de fincas urbanas, los cuales pueden influir, con sus informes a la autoridad, sobre tus vidas.
Los empleados o funcionarios situados tras una ventanilla. En un cuento que me declaro culpable de haber escrito (iah!, ya hace a?os) propon¨ªa, como soluci¨®n infalible para curar un complejo de inferioridad a un pobre hombre, colocarlo como funcionario detr¨¢s de ese fat¨ªdico cuadr¨ªculo encristalado y ante el cual todos los ciudadanos solicitantes se sienten peor que esclavos.
Los m¨¦dicos secretistas, ante los cuales te sientes tan d¨¦bil como ante el Dios del Sina¨ª, aunque luego sean tan bondadosos como san Francisco.
En general todos aquellos que poseen alg¨²n secreto tuyo disponen en cierto modo de algo tuyo, es decir, de tu libertad para mantener tu silencio.RestriccionesLa innumerable serie de operarios y artistas (luz, agua, gas, carpinteros, alba?iles, fontaneros, mec¨¢nicos de autom¨®vil, etc¨¦tera) que tienen en sus manos (nunca mejor dicho: trabajos manuales) tus horas y tus d¨ªas, tu comodidad o tu trabajo.
El componente o componentes de un grupo o conjunto que con su voto deciden de tu esperanza o derecho, con la mejor o peor voluntad, que esa es otra cuesti¨®n.
Y m¨¢s que se podr¨ªan citar y que el discreto lector ya encontrar¨¢ en su propia experiencia. En general, esos micropoderes, no sujetos a disciplina legal, tienen escasa posibilidad de control y su ejercicio, por tanto, convierte la vida social en una telara?a entretejida de restricciones, sin que el ciudadano, v¨ªctima al cabo, pueda defenderse. Aqu¨ª s¨ª que Montesquieu no puede hacer nada frente a esos espacios vac¨ªos de control.
Y sin embargo, tendr¨ªa que haber alg¨²n remedio. Remedio que proceder¨ªa no de una mayor restricci¨®n de las libertades, sino de una mejor protecci¨®n de ellas. Hay que partir de la idea de que no s¨®lo el Estado y sus ¨®rganos, las autoridades y poderes p¨²blicos son los que puedan violar o desconocer los derechos constitucionales y fundamentales que la CE prev¨¦ y ampara. Tambi¨¦n un particular puede quebrantar uno de esos derechos contra otro particular. Hay que regular, pues, su protecci¨®n. ?M¨¢s leyes? S¨ª, m¨¢s leyes. S¨®lo aquellos que no se sienten amenazados, son o pueden ser las portavoces de aquello tan bonito en apariencia: "Las mejores leyes son las que no existen". Diciendo esto se creen profundamente liberales o dentro de un aut¨¦ntico anarquismo. Pero nunca he o¨ªdo aquella frase de labios de un marginado, de un minuspotente, de un no poseedor.
De esto ya saben muchos las diversas asociaciones (usuarios, consumidores, etc¨¦tera) que ya hace tiempo descubrieron lo que ahora llamo minipomposamente micropoderes. Que tengan suerte. Como la tienen los que se benefician de los micropoderes cuando ¨¦stos se ejercen de modo, si no inverso, s¨ª distinto de los hasta ahora descritos. El m¨¢s t¨ªpico y t¨®pico es la recomendaci¨®n, la designaci¨®n directa, el apoyo de una autoridad o alto cargo, de vocal, consejero, etc¨¦tera. Aqu¨ª la voluntad del amigo benefactor es la que decide. El beneficiado, un simple voto cautivo. Pero ¨¦sta es tambi¨¦n otra historia. Puesto que los beneficiados no van a protestar contra el micropoder, siempre quedar¨¢ como primer problema el del perjudicado, del que hemos hablado m¨¢s y quien a la postre, es el que puede quejarse.
Reconozco que el an¨¢lisis que he hecho sobre los micropoderes es harto superficial; pero rasgue el lector en esa superficie y ver¨¢ con qu¨¦ facilidad llega a profundidades abisales.Carlos de la Vega Benayas es magistrado del Tribunal Constitucional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.