Adictos a la noche
Noct¨¢mbulos y bachilleres de novillos se mezclan hasta el mediod¨ªa en los garitos de copas
"Si conoces la ciudad, la noche no tiene fin", sol¨ªa decir Ava Gardner a todo el que quer¨ªa escucharla al referirse a Madrid, la ciudad donde la actriz vivi¨® una ¨¦poca de su vida. La tradici¨®n noct¨¢mbula mezclada con el masivo consumo de coca¨ªna ha provocado un c¨®ctel explosivo. Para los adictos a la noche se ha creado todo un mundo de locales que abren o cierran sus puertas a horas inveros¨ªmiles. Para ellos se programan conciertos a las dos de la madrugada, se abren discotecas a las cinco y se inauguran locales que cierran a las siete de la tarde.
No hay fiesta que se precie que empiece antes de la madrugada. Y lo normal en estos saraos es que a las tres no hayan empezado los platos fuertes.Precisamente fue esa afici¨®n nocturna tan espa?ola lo que decidi¨® al grupo brit¨¢nico Depeche Mode a eligir Espa?a para grabar su ¨²ltimo disco. El cantante del grupo asegura que s¨®lo en Madrid se puede dormir de d¨ªa, trabajar por la tarde y callejear por la noche. En Glasgow, donde viven, no hay club donde se pueda consumir cerveza m¨¢s all¨¢ de las tres.
Pero en Madrid es una hora m¨¢s tarde cuando los clientes del Lady Pepa, en la calle de Santa ?gueda, empiezan a llegar al local. A partir de esa hora y hasta las ocho, Isaac, su propietario, recibe a los clientes en la puerta. Para entrar al local, donde hace unos a?os se presentaba porno en directo, es preciso llamar al timbre. Dentro del establecimiento, Anto?ito Verbenas, conocido como el terror de las nenas, entona, una noche m¨¢s, los Ojos verdes para un p¨²blico variopinto. Controladores de vuelo, polic¨ªas, actores y estudiantes se cuentan entre los clientes.
El cantante de boleros no se ha levantado nunca a las nueve de la ma?ana. Hace a?os, llevar esa vida era un problema, pero ahora tiene domiciliados por banco todos los recibos de la casa. El tel¨¦fono no le despierta y el ruido de la calle no le perturba lo m¨¢s m¨ªnimo. Anto?ito, que lleva 30 a?os ligando gracias a los boleros, permanece soltero y sin compromiso. Cada noche, cuando se despierta para ir a trabajar, Anto?ito Verbenas piensa que ya es demasiado tarde para cambiar de vida.
Cuando Isaac cierra el Lady Pepa pasan de las ocho. Cada ma?ana cumple con el mismo rito. Va directo al hip¨®dromo de la Zarzuela a visitar a Marito, su caballo favorito. Antes de acostarse, le lleva comida y le palmea un poco los lomos. Despu¨¦s duerme hasta bien entrada la tarde, se supone que con ducha previa.
Pero la noche a¨²n no ha acabado para Miguel. Acompa?ado de sus inseparables gafas de sol, se dirige a Steck, un garito madrile?o que abre de seis de la ma?ana a siete de la tarde. En la calle luce a esa hora un sol radiante, pero en el interior del local las luces son de efectos estrobosc¨®picos, los clientes desayunan whisky, suena salsa y en el v¨ªdeo pasan un partido de b¨¦isbol. Miguel, que lleva toda la noche de marcha, se tomar¨¢ otra copa antes antes de fichar en su trabajo. A¨²n tiene tiempo para ducharse y quitarse el olor a humo. Antes de llegar al trabajo se pondr¨¢ una raya. Imposible comer nada, s¨®lo un caf¨¦. Luego al banco, y por la tarde, cuando vuelva a su domicilio, procurar¨¢ dormir. Miguel no se considera un cocain¨®mano, pero siempre lleva una papelina en el bolsillo.
Otros 'vampiros'
Cada noche, gente como Miguel llena los locales de madrugada. Vampiros que trabajan o duermen por el d¨ªa y salen de madrugada. Muchos padecen ya el s¨ªndrome de la fase del sue?o retrasado, una alteraci¨®n ligada al estilo de vida, que algunos m¨¦dicos comparan con el tabaquismo o la adicci¨®n al alcohol y que acaba induciendo a cambios en los biorritmos. Una dolencia cuyos or¨ªgenes hay que buscar en los a?os ochenta y que afecta fundamentalmente a los adultos.Sin embargo, a nadie parecen importarle los trastornos de los relojes biol¨®gicos a esa hora. Si en Nueva York las cosas importantes pasan antes de las nueve de la noche, en Madrid empiezan a partir de esa hora. Los noct¨¢mbulos, como el director de cine alem¨¢n Fassbinder, opinan que ya dormir¨¢n lo suficiente cuando est¨¦n muertos.
Raquel, una de las camareras de Steck, asegura que las horas de m¨¢xima ocupaci¨®n de p¨²blico transcurren entre las once y las doce de la ma?ana y entre las cuatro y las seis de la tarde. Los que a¨²n no han acabado la noche se mezclan en ¨¦pocas no vacacionales con los adolescentes que deciden faltar a clase de matem¨¢ticas. Raquel lleva 10 a?os trabajando en bares de horarios nocturnos. Cuando acaba en el bar, se va de copas, como la mayor parte de los camareros. Una vez o dos veces a la semana se pega alg¨²n pas¨®n. Esa ma?ana Raquel llevaba dos d¨ªas sin dormir.
Y de Steck a La Noche, en la calle de San Mateo, otro local madrile?o de horario disparatado, donde los noct¨¢mbulos diurnos juegan al billar americano con reglas inventadas en M¨®stoles o Villaverde.
A las diez de la ma?ana, cuando cierra sus puertas al p¨²blico, todav¨ªa resisten en el interior un grupo de m¨²sicos dispuestos a destapar la bater¨ªa que hay en un altillo e improvisar un concierto mientras un par de lumis siguen en la barra en animada conversaci¨®n.
M¨¢s o menos a esa hora llega Tony, un arquitecto de 39 a?os, a su despacho. Se acost¨® borracho y ha pasado 240 minutos bajo las s¨¢banas, pero ser¨¢ capaz de funcionar a medio gas en el estudio. Ya est¨¢ acostumbrado. S¨®lo si tiene que discutir asuntos de dinero procura descansar un poco m¨¢s. Parafraseando a Gregorio Mara?¨®n, Tony asegura que las personas adultas que duermen m¨¢s de ese tiempo son perezosas.
La noche, a tope
Aunque a su edad ya quedan pocos amigos de su quinta con los que compartir la fiesta, Tony se ha ido reenganchando con los hermanos peque?os de sus amigos y todav¨ªa encuentra alg¨²n que otro superviviente de su ¨¦poca. Lo normal en estos casos es que se trate de bebedores de fondo o divorciados que vuelven a la calle."Para vivir la noche a tope hay que tener 25 a?os y ser un bestia o cada vez lo vas haciendo peor. A partir de ciertas horas, sin coca¨ªna no hay dios que lo aguante", exlica Tony. Este noct¨¢mbulo empedernido tiene antecedentes; mam¨® la noche desde bien ni?o: en su casa era habitual salir de madrugada. Sus padres cenaban fuera con regularidad, y su progenitor, m¨¦dico de profesi¨®n, adem¨¢s de pegarle al alcohol se fumaba dos paquetes de Chester sin filtro al d¨ªa.
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