En busca del pasado romano
Una de las funciones de las exposiciones -temporales o de colecciones de museo- que en Espa?a parecen gozar de poco atractivo es la de iniciar al espectador en el conocimiento de un tema. Informar -y, si esa informaci¨®n est¨¢ estructurada, formar- no parece un objetivo v¨¢lido para muchas exposiciones en las cuales el espectador, ante obras mudas, si no es un experto en historia del arte o en historia, sale tan confundido o ignorante del tema como ha entrado.Posici¨®n que, por cierto, no es compartida por la mayor¨ªa de las grandes exposiciones norteamericanas, francesas o brit¨¢nicas, en las cuales siempre se hace expl¨ªcito el hilo conductor que ordena las obras expuestas y la voluntad de guiar al contemplador hacia el conocimiento de un determinado aspecto de la cultura. La exposici¨®n sobre el pasado romano de Catalu?a, que se presenta en el Palau Robert, de Barcelona, ha optado sin vacilaciones por esta ¨²ltima postura, y a falta de piezas espectaculares ofrece una completa, clara y atrayente informaci¨®n acerca del pasado romano de Catalu?a. En efecto, no hay maravillosos mosaicos, no hay pinturas originales, no hay grandes esculturas o joyas. En cambio, se ha sacado un muy buen partido de las piezas expuestas, algunas de ellas muy bonitas, como es el caso de las gemas talladas, de peque?as esculturas de Venus o de vasijas de cer¨¢mica sigillata, y se ha incluido todo el material en un riguroso contexto hist¨®rico y cultural.
De Roma a Catalunya
Palau Robert. Barcelona. Noviembre-diciembre, 1992.
Conocimiento claro
As¨ª, si el visitante no experimentar¨¢ el estremecimiento que produce contemplar las pinturas murales de la Casa de Livia en el Museo de las Termas de Roma, obtendr¨¢ en cambio un conocimiento claro, serio y arqueol¨®gicamente actualizado de la envergadura de la civilizaci¨®n romana y su impronta en Catalu?a.Por otra parte, la misma intenci¨®n, denota el cat¨¢logo, que solamente reproduce algunas de las piezas expuestas (lo cual en alg¨²n caso es una pena), sacrificando este aspecto en aras de presentar diversos art¨ªculos, ordenados tem¨¢ticamente, que ofrecen un detenido estado de la cuesti¨®n. Especialmente interesante es el cap¨ªtulo dedicado al urbanismo, que corresponde a uno de los apartados tem¨¢ticos de la exposici¨®n, en el que se analiza el pasado romano de la mayor¨ªa de las ciudades importantes de Catalu?a, fundadas cuando Tarraco (Tarragona), que seg¨²n Plinio habr¨ªa sido obra de los hermanos Scipion, llevaba ya 100 a?os de vida.
La muestra responde tambi¨¦n a la tendencia a presentar las exposiciones con un montaje teatral, a la manera en que los venecianos expusieron el legado celta, lo cual a veces facilita la comprensi¨®n de determinados aspectos y otras parece que nos transporta a Disneyworld.
Siguiendo un eje cronol¨®gico y otro tem¨¢tico, se abre con la cultura ib¨¦rica, que entre los siglos VI y I antes de Cristo abarcaba desde Andaluc¨ªa hasta el Languedoc occidental, y que no desapareci¨® inmediatamente despu¨¦s de la llegada de los romanos, sino que pervivi¨® hasta ser derrotada por una progresiva romanizaci¨®n. A este momento pertenece un precioso plato de metal del tesoro de Tivissa, del siglo III antes de Cristo. Las necesarias referencias a Ampurias y la colonizaci¨®n griega, puesto que es en esta ciudad fundada por los foceos donde desembarcan por primera vez los romanos, dejan paso al tema central de la exposici¨®n, los distintos aspectos de la presencia romana.
A partir de ese momento, la exposici¨®n se ordena tem¨¢ticamente, y cada sala se ocupa de distintos aspectos, como el comercio y la producci¨®n, la navegaci¨®n, la religi¨®n, la vida de ultratumba, el derecho y el gobierno, la casa y el urbanismo. Diversas piezas, arqueol¨®gicas algunas y art¨ªsticas otras, hablan de cada aspecto. Destaquemos entre distintos retratos, g¨¦nero en el que los romanos sobresalieron, el perteneciente al emperador Marco Aurelio joven, de una fina factura y un innegable estilo helen¨ªstico griego.
Babelia
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