Despedida por no saber lo que era un grifo
La patrona asegura que la dominicana padec¨ªa una fuerte anemia
"Me ha tocado la china. Me ha dado mucha pena lo que ha pasado con ella, pero s¨®lo estuvo 20 d¨ªas en casa. La desped¨ª porque no serv¨ªa para el trabajo". La patrona de la dominicana asesinada el pasado viernes se siente inc¨®moda. Ech¨® a Lucrecia P¨¦rez Matos porque no val¨ªa: ignoraba el oficio de chacha y, adem¨¢s, estaba enferma. La dominicana se refugi¨® en la discoteca Four Roses, donde fue asesinada el viernes."No sab¨ªa lo que era un grifo, ni un ba?o, ni un ascensor. La lavadora era el no va m¨¢s", recuerda la empleadora, que pide anonimato. Quiz¨¢s era l¨®gico: En Vicente Noble -el pueblo,de Lucrecia, situado en el pobre suroeste de la Rep¨²bIpca Dominicana- no abundan los electrodom¨¦sticos. Lucrecia viv¨ªa en su pa¨ªs vendiendo pl¨¢tanos, cocos y habichuelas de su campo, ese terreno del que "negoci¨® un pedacito" para venir, como explica su hermano Luis.
Enferma y sin papeles
"Era una mujer muy apocada. Estaba enferma, con anemia. Se ca¨ªa por las ma?anas", recuerda la empleadora. "La mand¨¦ al m¨¦dico. Le dimos un trato excelente. Pero Lucrecia no pod¨ªa con las tareas de una casa de matrimonio trabajador y con tres ni?os. La se?ora pas¨® una semana ese?¨¢ndole c¨®mo hacer las cosas y no hubo manera de progresar. "Creo que no era muy normal. Se levantaba por la noche dando gritos. Tambi¨¦n hablaba sola", dice.
Lucrecia -madre de una peque?a de seis a?os- estuvo en casa hasta que la empleadora encontr¨® otra dominicana que la sustituyera. Las dos trabajadoras convivieron varios d¨ªas hasta que la despedida tuvo que abandonar el domicilio. "No s¨¦ ad¨®nde se fue", comenta ahora la patrona. Los boletines de noticias se lo dijeron.
La mujer se refugi¨®, aun enferma, en la discoteca de Aravaca, donde contin¨²an una t¨ªa y parte de sus quince familiares emigrantes. Algunos tambi¨¦n de la provincia de Barahona-, est¨¢n ilegalmente en Espa?a. Igual que Lucrecia. "Si me hubiera resultado bien, yo pensaba empezar a arreglarle los papeles", dice la empleadora.
No dej¨® huella
En la vecindad no dej¨® huella. "Me deja usted de un aire", responde Crescencio, el portero de la finca del barrio de Arg¨¹elles donde trabaj¨® Lucrecia. ?l sab¨ªa que la chica no serv¨ªa y le hab¨ªan preguntado por otra Lucrecia. Ayer, ni siquiera la dominicana que trabaja en el quinto sab¨ªa que su compatriota asesinada era aquella mujer morena que cruzaba silenciosa el portal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.